Día 1

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            Se preguntará usted como me embarque en esta aventura. Todo ocurrió un día de abril de mil setecientos dieciocho.

            Recuerdo un jueves por la tarde. Salí de las clases de inglés que me daba mi amigo Jake Howard, era el único médico en toda la ciudad.

            Hace mucho tiempo cuando yo tenía quince años le salvé de ser apaleado por unos chicos de los suburbios. Los conocía desde pequeña y no me costó mucho convencerlos, nunca me contó que hacía en ese barrio.Más tarde, descubrí que iba a visitar a su amante. Nunca se lo dije a su mujer pues sus clases me resultaban muy útiles, ese hombre me enseñó a escribir y a usar un lenguaje más adecuado como podéis ver.

            La verdad es que no me enrole por mi propia cuenta fue un poco forzado.

            El día empezó como siempre. Después de las clases fui a ayudar a mis padres con la tienda. Teníamos un pequeño anticuario al lado del puerto. De vez en cuando me entretenía mirando los barcos que pasaban he imaginándomelas historias que les ocurrían en su viaje a los marineros.

            Ese día vi en el fondeadero a un marinero un poco fuera de lo común,llevaba un turbante que le tapaba la cara, una túnica blanca y un rollo de papel en la mano. Estaba agitado, no paraba de mirar con su catalejo al horizonte del mar.

            Tenía un pequeño barco, sucio, verdín y mal cuidado. Imaginé que era un pirata de una gran tripulación, traicionó a su capitán y ahora deambula borracho por los puertos pidiendo limosna.

            En ese momento, miro en mi dirección y se encaminó al anticuario.Tenía el paso lento y le costaba andar, más que un pirata parecía un vagabundo de la calle. Abrió la puerta de la tienda y se acercó al mostrador.

            Le miré mostrando mi "sonrisa de atender clientes" como me enseño mi madre y me devolvió un tosco gesto lleno de dientes amarillentos.

            —¿En qué puedo atenderle? Señor —pregunté con amabilidad, pensando que me iba a comprar u ofrecer alguna antigüedad.

            Puso un rollo de tela sobre la mesa. Al observarlo más de cerca me di cuenta de que era una tela bastante vieja, con una cinta alrededor que la mantenía enrollada. Alargue la mano para recogerla, pero el hombre me agarró del brazo.

            —No es para venderla, quiero que me la guardes durante un tiempo —dijo soltándome unos chelines en la mesa—. De aquí a un mes volveré a por ella y sabe Dios que si abres este rollo los tiburones y Davy Jones sabrán de ti en el fondo del mar.

            Quería decirle que no me interesaba. Ese hombre me daba miedo, pero hacía tiempo que nuestros clientes escaseaban, pagar con tanta generosidad por una tarea tan sencilla nos vendría bien a mi familia.

            —Vale...Espero que no me cause problemas.

            —Tranquila volveré pronto. Por cierto, mi nombre es James Stone, espero que cumplas.

          Me soltó del brazo y se marchó de vuelta a su barco. Elevo el ancla,desplegó las velas y estibó; perdiéndose por el horizonte.

          Pasaron los meses y no supe más de ese hombre.

            <<¿James Stone fue el primer pirata que conoció?>>

           Si,no tenía idea de quién era. Como bien sabe usted, los lobos de mar no van por ahí pregonándolo.

Entre PiratasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora