La Otra Higurashi. (Sesshomaru y tú )

Inquietud.

Narra Kuma:

Me quedé un poco pasmada con el comportamiento de Sesshomaru. Decidí hacer lo que me pidió (ordenó). La habitación era muy amplia, finamente decorada. Abrí lo que creí que era el armario, dentro había diversos kimonos y yukatas; las yukatas son ceremoniales así que revisé los kimonos. Puse sobre la cama tres kimonos de batalla, ninguno terminaba de convencerme pero terminé escogiendo uno azul cielo con obi blanco. Lo dejé acomodado sobre la cama y guardé los otros dos. Conseguí un par de toallas y me adentré en el baño.

Narra Sesshomaru:

Podía oírla revisar las cosas. Entré cuando escuché la puerta del baño cerrarse, miré en dirección a la cama y allí había dejado un kimono de batalla azul cielo con obi blanco, había dejado su anterior ropa amontonada en el suelo, delante de la puerta del baño. Cogí con cuidado su camisa, el mismo olor a canela, igual en el resto de su ropa; el olor era más intenso en las prendas inferiores, me resultaba excitante, y el olor era levemente más fuerte al otro lado de la puerta. Solté un gemido bajo alejándome de la puerta tan rápido como pude sin hacer más ruido.

Conseguí apoyar la espalda en la pared opuesta, respirando erráticamente, con la prenda íntima aun en mi mano. No pude evitar volver a olerla y a sentirme inquieto cuando una obvia conclusión llegó a mi mente: Celo. Ella había estado en celo, y eso solo le ocurre a yokais y hanyos. Mi cuerpo reaccionó en consecuencia, excitándome rápidamente.

Narra Kuma:

Juraría que oí la puerta de la habitación abrirse y luego cerrarse, no le di importancia, seguro que lo imaginé. Comencé a bañarme, me detuve cuando oí un gemido al otro lado de la puerta. Un súbito escalofrío me recorrió la espalda, ahora inquieta y curiosa por descubrir el causante, me terminé de bañar a la velocidad del rayo.

Salí envuelta en una toalla, secando mi cabello con la otra. Dejé caer la toalla con la que secaba mi cabello de la impresión, al otro lado de la habitación se encontraba Sesshomaru mirándome fijamente, sujetando en su mano... oh por Kami... me puse tan roja como una langosta hervida.

—¿Q-q-qué estás ha-haciendo aquí?—La última palabra salió de mis labios como un agudo chillido-

—Etto... yo...—Antes de que me diera cuenta él había cruzado la habitación, estampándome contra la pared, besándome con brusquedad-

Respondí torpemente el beso, no porque fuera el primero que daba sino porque no me lo esperaba. Me dejé llevar a los pocos segundos, cerrando mis ojos y rodeando su cuello con mis brazos, enredando el cabello plateado entre mis dedos. Lo sentí soltar la toalla y acariciar mi cuerpo desnudo con su mano. Abrí los ojos cuando se separó de mí. Me veía lentamente, de arriba abajo con hambre contenida. Besó mis labios una vez más antes de quitarse él también la ropa.