Me perteneces.

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Narra Sesshomaru:

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Narra Sesshomaru:

Me desnudé lentamente, para gran placer de Kuma, si su rostro sonrojado y sus ojos siguiendo mis movimientos eran alguna indicación. Cuando estuve igual que ella me acerqué de nuevo y volví a besarla, esta vez con más intensidad. Con mi única mano recorrí todo su cuerpo haciendo que se estremeciera, sonreí en medio del beso por ello. Ella no se quedaba atrás, con una mano aferraba con fuerza mi cabello y la otra la paseaba lentamente por mi pecho, bajándola hasta mi miembro, acariciándolo con una exasperante calma.

 Ella no se quedaba atrás, con una mano aferraba con fuerza mi cabello y la otra la paseaba lentamente por mi pecho, bajándola hasta mi miembro, acariciándolo con una exasperante calma

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Narrador Externo:

El yokai rodeó la cintura de la hanyo y la condujo hasta la cama, empujándola con algo de brusquedad, cayendo el kimono de la cama en el proceso.

Sesshomaru se posicionó entre sus piernas, y a pesar del placer que lo abrumaba distinguió un atisbo de miedo en los ojos amatistas, en respuesta le dio un beso suave y pausado en los labios, en el que le pedía permiso para continuar. La confirmación llegó como un quedo jadeo.

Bajó lentamente, dejando besos por el cuello de la hanyo; deteniéndose a un par de centímetros de la carótida, lamiendo la zona, provocando un tenue gemido en la pelinegra, hincó los colmillos y succionó con fuerza el lugar repetidas veces hasta que dejó una notoria marca roja.

—Me perteneces—susurró contra su oído, esta vez el gemido fue más fuerte-

La hanyo haló el cabello plateado, obligándolo a levantar la cabeza. Dejó una marca igual en el pálido cuello, provocando un gruñido en el yokai.

—Y tú a mí.—Sonrió con suficiencia-

Con un rápido movimiento era la pelinegra quien se encontraba sobre el peliplateado, sentada a horcajas. Movió las caderas en un suave vaivén de adelante hacia atrás, apoyando su feminidad contra el despierto miembro, retándolo.

Soltando un gutural gruñido, la penetró de una sola estocada, sacándole un sonoro gemido por la sorpresa y el placer. Consiguió sentarse, y le haló el cabello, permitiéndose un mejor acceso a los pechos de la hanyo, los cuales besó, lamió y mordisqueó a discreción; a la vez que comenzaba a moverse en su interior. Ella no se quedaba atrás, arañó la espalda del yokai manchando sus dedos con su sangre, y dando cortos brinquitos sobre él.

Él consiguió apartar una de las manos de la hanyo de su espalda, lamiendo la sangre que cubría los delgados dedos; con los labios manchados con su propia sangre volvió a besarla.

La habitación se llenó de sus jadeos y gemidos durante otros treinta minutos, cuando cayeron exhaustos sobre la cama, con la respiración entrecortada y cubiertos de sudor. 

¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!

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¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!

Eh... aquí está el lemon(? (¿puede llamarse así?) Mil disculpas si no es lo que esperaban... no salió como quería...

¡Travesura realizada! ¡Ave semidioses!

La Otra Higurashi. (Sesshomaru y tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora