Capítulo 11

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—El príncipe Wiliam es perfecto —murmuró Shelley mientras leía una revista. Rodé los ojos—. ¿Sabías que él está en Roma? Es genial. ¿Qué tal si algún día vamos caminando por las calles de Roma y lo cruzamos? ¿No sería perfecto?. Es tan guapo —suspiró. La miré arqueando una ceja.

—Espera —le cerré la revista—. ¿Quién es ese tal Wiliam por el cuál estás babeando?.

—Príncipe Wiliam —me corrigió—. Es de Reino Unido —me pasó la revista con su mano libre, en la otra tenía una taza con café—. Su nombre completo es Wiliam Cook. Lee la página veinticinco y sabrás más de él.

—Jamás he oído de él —observé mi teléfono apagado. A la noche me había olvidado de cargarlo y justo en ese momento me estaba arrepintiendo de haberlo hecho.

—¿En qué mundo vives?¿Balletlandia? —reí por las ocurrencias de mi prima.

—¿Qué es balletlandia? —Llevé un trozo de pastel de chocolate a mi boca.

—El mundo en el cual vives —dijo obvia. Rodé los ojos dibujando una sonrisa.

—¿Qué hora es? Tengo que volver a la academia —terminé de tomar mi batido de fresa.

—1:45 p.m —¿estaba bromeando?. Saqué dinero de mi bolso y lo dejé en la pequeña mesa.

—Me tengo que ir —coloqué mi teléfono en el bolso y despedí a Shelley con un beso en la mejilla—. ¿Luego hablamos?.

—¿Te das cuenta que afuera se aproxima una tormenta y quieres caminar? —miré a través de la puerta de vidrio. Las nubes tenían un tono gris muy oscuro, además el viento fuerte hacía volar las hojas de los árboles por todos lados.

Me volví hacia mi prima.

—¿Crees que me puedes llevar? —justo cuando terminé de hablar un trueno hizo que diera un pequeño respingo.

—No hace falta que lo preguntes —luego de pagar lo que habíamos ingerido abandonamos el lugar. Afuera ya había comenzado a llover levemente, dejando el día más frío de lo que ya estaba—. ¿Cuándo mis tíos te obsequiarán un auto? En días como hoy te haría muy bien tener uno.

—Cuando cumpla los dieciocho años —abotoné mi saco negro. Era lo único que me resguardaba del frío, ya que sólo llevaba mi uniforme de la academia el cual no servía para prevenir un resfriado.

—Que aburridos —bufó—. ¿Cuándo dejarán de ser tan precavidos?.

—Jamás —entré al auto de Shelley.

—Eso creí —dijo divertida y se sentó en el asiento del piloto.

...

— Maiana, recuerda que los movimientos de brazos tienen que ser más bruscos —asentí siguiendo la coreografía, pero esta vez cómo Natalia me indicó—. Concéntrate en el papel de Odile, olvídate de Odette. Recuerda que siendo Odile debes hacerte pasar por Odette para engañar al príncipe así éste no declara su amor a Odette, pero aún así la forma de bailar de Odile es menos delicada.

La ballerine (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora