Capítulo 31

5.7K 439 35
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las palabras de mi madre no abandonaban mi cabeza. Ella quería que dejara entrar a la reina Sofía en mi vida. Mi madre adoptiva me pedía que algún día me dejara y que llegara a querer a mi madre biológica tanto como a ella.

¿Por qué pedirme algo así?,¿Compartir a su hija con otra mujer?.

Ambas tenían algo en común; habían perdido a un hijo. A mi madre el destino le había arrebatado el privilegio de ser madre naturalmente, y con ello a su bebé. A la reina Sofia le habían arrebatado a su única hija cuando era una bebé. Ellas sufrían, podía entenderlo.

El dolor las unía.

Sin embargo, yo tenía el poder para que el dolor desapareciera de la reina Sofía. Sabía eso, al acercarme a ella y aceptarla, su dolor desaparecería. Me sentía culpable por no hacer que su dolor desapareciera, pero, por otro lado, me era difícil hacerlo.

No podía verle el lado bueno a mi situación, veamos, mi prima Shelley me quería tanto como yo a ella, sin embargo Phoebe siendo mi prima me detestaba, hasta podía decir que me odiaba. La madre de Shelley me apreciaba, por otro lado, la madre de Phoebe parecía detestarme tanto como su hija. En la familia de los Pasquarelli abundaba el cariño, en la nueva familia que me había tocado, al menos por parte de mi apreciada prima y tía no abundaba el cariño. Con mis padres adoptivos tenía una linda relación, en cambio con mis padres biológicos ni siquiera existía una relación.

No había lado bueno, ¿o tal vez el lado bueno de ésta situación sería que en vez de tener un padre y una madre tendría dos mas?. No, pero recordando la manera de pensar de la pequeña Maiana, tal vez si había un lado bueno. Tenía que admitir que muy dentro de mí, de pequeña siempre ansié tener el cariño de mis padres biológicos. Y ahora que los tenía huía de su cariño, me estaba encargando que la pequeña Maiana que una vez existió se quedara sin el amor que tanto había deseado.

Entonces, tal vez por esa razón las palabras de Phoebe me habían parecido hirientes. Ella hirió los sentimientos de la pequeña Maiana, que de algún modo seguía dentro de mí.

Me di cuenta de dos cosas.

Uno; yo seguía siendo la pequeña Maiana, por lo tanto, si me importaban mis padres biológicos, y por ende, su cariño.

Dos: estaba decepcionando a la pequeña Maiana.

Entonces, tenía que hacer algo antes de perder para siempre el cariño que tanto había anhelado de pequeña.

Con ese último pensamiento me dejé llevar por los brazos de Morfeo.

...

Recorría los pasillos del castillo, en dirección al salón de baile. Me dirigía allí por dos razones;

Uno; necesitaba estar un rato sobre mis punteras. Ya que por dos días no podría pisar la academia, me habían suspendido, al igual que a Phoebe. A ella la suspendieron por faltar el respeto a los profesores y también por faltarme el respeto. Y yo fui suspendida por golpearla.

La ballerine (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora