Sueños, fantasías y fotografías

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Bueno... No sé cómo explicarme XD Que sí, que debería escribir los otros fics... que tengo pendiente la actualización de Jueves por la noche (fanfic que actualizaré mañana, así que atentos e.e). Pero, sinceramente, he tenido muchos problemas, he estado desganada, mi inspiración para todo lo que estaba escribiendo y tengo pendiente se fue, literalmente, por el desagüe con toda la mierda (y perdón por la rudeza). 

Necesitaba un descanso, un sueño, una fantasía en la que aislarme del trabajo, tanto del ya iniciado en la escritura como mi trabajo real, como de los estudios, como de los amigos... la vida XD Se me viene encima en ocasiones y ésta vez ha sido una de esas insoportables, imposibles de sostener, tan pesada...

Y así nació Radne , como un medio de evasión, para mí y para Harry.



Desde hace tiempo lo perseguía un sueño, no uno inquietante al contrario que las pesadillas que lo acosaban, pero siempre despertaba con la sensación de que le faltaba algo; en el sueño estaba dentro del lago negro e iba en busca de su prenda. Las sirenas, esas criaturas que no guardaban ninguna semejanza con lo que en la niñez le inculcaron que eran (piel cetrina; pelo verde oscuro, largo y revuelto; ojos amarillos al igual que sus dientes, que a demás estaban partidos), todas lo miraban dedicándole expresiones malévolas, o esa fue la impresión que tuvo Harry, tanto en la realidad como en sus sueños. Pero el protagonista de éstos no era él, ni tampoco lo eran esas criaturas, sino un ser pálido de ojos rosados y pelo blanco, de piel nívea y, al contrario que esas sirenas, las cuales tenían una cola de pez robusta y plateada, la de ese hermoso y extraño tritón era fina, vigorosa y blanca.

En su sueño, ese ser y él intercambiaban una fugaz mirada en el interior del cúmulo de algas, justo antes del ataque de los grindylows. Cada vez que cerraba los ojos veía con nitidez su rostro destacando entre el verde esmeralda de las algas; su expresión curiosa acentuada en ese bello rostro angelical; su cuerpo delgado y a la vez tonificado por el constante ajetreo entre las pesadas aguas; donde comenzaba a cambiar a partir de las caderas, un poco más abajo del ombligo, para dar paso al inicio de esa cola acordé en esplendor y belleza, destellante, blanca, con brillos púrpuras y violáceos ahí donde los rayos de sol la acariciaban; la agilidad de sus movimientos al escapar de los grindylows...

Todo pasó tan rápido que aquello podía ser un recuerdo en vez de un sueño – eso deseaba, pues no podía sacar de su cabeza a ese ser –, pero después de lo que había visto, de cómo eran las sirenas, dudaba que ese precioso tritón existiera. Pero Harry se obsesionó con la idea de que algo así pudiera ser real e investigó, descubriendo que había gente del agua por todo el mundo, que variaban en apariencia, en costumbres y en dieta: «Las hermosas sirenas y trinotes que los muggles retratan en sus pinturas, y de los que cuentan historias y cuentos, se encuentran en aguas cálidas... Algunas de esas comunidades son feroces y despiadadas... utilizaban su atractivo como cebo para conseguir carne humana...»

Ese hallazgo, gracias a uno de los tantos libros de la biblioteca, lo entristeció. No es que Harry no fuera consciente de que algunas criaturas tenían predilección por la carne humana, pero, el sólo hecho de imaginar a ese tritón de sus sueños como una bestia ávida de carne, lo desconcertaba. Algo tan hermoso, a la vez despiadado y letal. Ni siquiera tenía constancia de que existiera algo así en el lago, pues de haber una criatura de tales características los alumnos estarían sobre aviso ya que, Dumbledore, como es natural y estando tan al tanto de lo que ocurría en su colegio, a demás hablando sirenio, sabría si una criatura peligrosa acechaba bajo las aguas.

Lo mejor era olvidarse del tema y esperar a que esos sueños cesarán, así lo decidió y se dedicó con todo su empeño a ello; por el día las clases y mantener la mente ocupada con las pequeñas y constantes peleas de Ron y Hermione; por la tarde entrenaba hasta extenuarse si daba la casualidad de tener entrenamiento, algo que agradaba y enorgullecía a Angelina, y si no había, aun así iba al campo de quidditch; por la noche intentaba mantenerse despierto terminando trabajos o buscando conversación. El resultado era que, al acabar la jornada, Harry estaba tan exhausto que caía redondo sobre la cama. El problema era, que en cuando las cobijas comenzaban a adquirir la tibieza de su cuerpo, el sueño también daba inicio y, de nuevo, el Gryffindor se hallaba meses atrás, sumergido en las gélidas aguas del lago negro, buscando desesperadamente a Ron para rescatarlo; atravesaba el enorme banco de algas, la luz que se filtraba desde la superficie destellaba sobre algo provocando un brillo cegador que le robaba el protagonismo al esmeralda de la flora marina y Harry giraba la cabeza para mirar, encontrando un par de ojos extraños y cautivadores que lo espiaban con curiosidad; Esos ojos, de un inusual tono que, a simple vista, parecía celeste, era en realidad rosado, acentuado por la palidez nívea de su portador y la belleza que, en conjunto, era todo él. A veces, en su sueño, Harry se permitía el lujo de extender la mano y rozar con sus dedos los cabellos blancos que bailoteaban con la corriente, mientras observaba, embelesado, ese rostro blanco como el mármol y tan precioso que parecía esculpido y cincelado por ángeles. Pero el sueño, tal cual empezaba, también acababa fiel a lo que ocurrió "en realidad" (contando con que aquello que estuvo con él fuera real); llegaban los grindylows, el tritón huía. Y Harry despertaba, con una sensación de pérdida, desorientado y falto de aliento, notando un hormigueo extraño en la yema de los dedos, como si algo o... alguien, se le hubiese escapado.

RadneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora