Sólo voy a decir que es el primer lemon con el que he llorado al escribirlo XD
Antes, cuando despertaba, Harry era reacio a salir de la cama, no porque tuviera sueño a pesar de las pesadillas que a penas lo dejaban descansar, tampoco por pereza y mucho menos porque retozar en la cama le apeteciera, era porque el mundo había perdido el atractivo, porque Hogwarts de pronto se había vuelto frío, porque la perspectiva de repetir un día más sumándolo al calendario como uno nuevo le resultaba insoportable, porque sus ganas de vivir se habían ido. Ahora, cuando despertaba, Harry no quería salir de la cama porque Radne estaba a su lado, porque con su presencia alejaba el miedo provocado por las pesadillas, porque su pelo blanco le hacía cosquillas en el rostro y en los dedos, porque su olor le trasmitía una calma inigualable y su calor lo reconfortaba, porque cuando el tritón abría los ojos y lo miraba notaba su corazón retumbar y llenarlo de calidez. Eran esos momentos, esos maravillosos minutos entre la penumbra, donde sus compañeros dormían y ellos, en cambio, dedicaban esos preciosos instantes a contemplarse en la calma, entre las mantas, la manera más maravillosa de afrontar un nuevo día.
Gracias a Hermione, Radne había aprendido tantas palabras que, aunque no se le entendiera correctamente pues aún era incapaz de expresarse con claridad y formar frases concisas, ambos podrían contarse sus vidas el uno al otro, no obstante, preferían ese mutismo. Era mejor así, pues las palabras eran insuficientes, preferían lo que sus ojos transmitían, sin palabras de por medio eran capaces de saber sus secretos; ambos huérfanos, abandonados, solos, despreciados, dolidos. Pero ya no, Harry había encontrado su apoyo y veía en los ojos de Radne que él también había encontrado un ancla a la que aferrarse. Lo quería, lo amaba, más de lo que hubiera imaginado que se podía amar a alguien, Radne había endulzado cada minuto desde que estaba con él, había volcado su mundo, lo había puesto patas arriba, desde aquella noche bajo las estrellas y nadando en el lago, desde esa noche de besos inocentes, de sentimientos que revoloteaban en su estómago.
- Eres precioso, Radne – le susurró. Harry le había transmitido a Radne de muchas maneras lo hermoso que era, pero nunca lo se lo había dicho. Sus narices casi se rozaban, sus piernas estaban entrelazadas – Desde la primera vez que te vi has estado en mi mente. Fantaseaba con volver a verte y, tenerte aquí... – musitó entrecerrando los ojos, frunciendo el ceño en un rictus de pura ansiedad – es un sueño del que me da miedo despertar, porque...
Radne silenció a Harry con un tibio roce de sus dedos sobre los labios del muchacho antes de que pudiera concluir lo que estaba por decir, sus ojos estaban firmemente clavados sobre los del Gryffindor, de una manera tan arrolladora que era como si le estuviera diciendo que lo sabía, que él también lo quería, que también estaba enamorado. Harry era consciente, muy consciente, de que Radne, en algún momento, iría al lago para pasar un tiempo indefinido allí, en su forma original, y lo comprendía, y se mentalizaba para ello, pero era inevitable, ahora que estaba a su lado y sentía su calor, su cuerpo, su roce, el pensar en lo grande que se le haría su estrecha cama, el encanto que iba a perder el baño, lo mucho que lo añoraría cuando escuchara Nothing's gonna hurt you baby, lo fría que iba a sentirse la habitación al llegar y no encontrarlo, lo inmensa que se le haría la piscina del baño de prefectos... Ya sentía la añoranza de sólo imaginarlo cuando Radne ni siquiera había manifestado el deseo de querer ir al lago, pero cuanto más tiempo pasara Radne entre ellos, más se acercaría ese momento.
Mientras tanto, Harry intentaba distraerse en su dulzura, en su risa, en sus intentos por ganarse a Ron, el cual, cada día que pasaba, caía un poco ante la ternura que Radne despertaba, aunque no quisiera admitirlo. El tritón, con su inocencia, tenía la cualidad de estremecer los corazones ajenos asegurándose un hueco en ellos, procurando que nadie lo olvidaría por mucho tiempo que pasara alejado de ellos. Le gustaría que Hagrid conociera a Radne, llevar al tritón a la casita de Hagrid y que éste le ofreciera su té y sus pastas incomibles, ver su mueca de asco y el esfuerzo por comérselas, o cómo se las arreglaba con el agobiador cariño de Fang y sus babas, aunque conociendo a Radne, Harry ya podía imaginárselo comiéndose las pastas de Hagrid a pares para que el hombre no se sintiera mal y revolcándose con Fang por el que primero habría sentido una enorme curiosidad y después un cariño con el que se habría derretido por el animal. Quién sabe, algún día, cuando Harry cumpliera la mayoría de edad y se comprase una casita a la orilla de una remota playa... y... Quién sabe. Por el momento estaban ahí, en Hogwarts, en su habitación, en su cama, mientras los demás dormían, mirándose a los ojos, acercándose el uno al otro tan lentamente que el movimiento casi era imperceptible, tan silenciosos que el roce de sus cuerpos contra las sábanas no hacían ruido.

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Radne
FanfictionEntre las pesadillas de Harry Potter persiste un sueño, un sueño que le roba la razón en su anhelo de que no sólo sea un sueño, sino una realidad, un recuerdo confuso por la celeridad de una situación límite; una criatura se esconde en el lago negro...