Nada va a hacerte daño, cariño

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Ay... este capítulo me ha dado mucha ternurita escribirlo >///< Espero que os guste ^^ Sobre todo el final, que esta escrito con mucho cariño <3

Hermione estaba tan entusiasmada por sus conjeturas, las cuales creía posibles, que fue a la biblioteca en busca de un par de libros para tomar datos que reafirmasen sus sospechas, y cada dato que Hermione descubría y sobre el que sacaba sus propias conclusiones lo compartía después con Harry; los sirénidos como los que había en el lago eran mucho más prolíficos que los sirénidos como Radne, lo que explicaba muchas cosas. Hasta el momento, casi todos los libros que se habían escrito sobre sirenas y tritones de la especia de Radne se basaban en puras conjeturas de los magizoólogos, pues esas sirenas no dejaban que ningún humano (aunque fuera un mago) se acercara demasiado a su hábitat, por lo que había sido imposible descubrir mucho más allá de lo que dejaban ver, que era muy poco. Pero si a esos seres le salían piernas, significaba que se apareaban en tierra y no sólo con criaturas de su especie, sino también con humanos, ya que en tierra no había ninguna diferencia física que demostrase que esos seres eran en realidad sirenas, más allá de su extraordinaria belleza, la cual estaba retratada en infinidad de ilustraciones, e incluso en el baño de prefectos del quito piso había un cuadro de una sirena de la especie de Radne.

Hermione se encontraba en la habitación, tomando apuntes para su investigación, mientras Harry se hallaba en el baño. La puerta estaba entornada, todo era silencio salvo por el tenue rasgar de la pluma sobre el pergamino o el chapoteo de la misma sobre el tarro de tinta. Y Radne seguía durmiendo, su pelo oscilaba en el agua con cada resoplido, pero más allá de eso nada indicaba movimiento ni había el menor atisbo de que fuera a despertar, pero Harry estaba encantado, sólo con verlo así y con tenerlo cerca le bastaba. Le encantaba mirarlo, incluso habrían podido pasar horas enteras y Harry no se habría dado cuenta, estaba extasiado contemplándolo. Pero cuando vio que los sonrosados párpados del tritón se abrían ligeramente, un pálpito de emoción retumbó en su pecho con contundencia, provocando que un jadeo entrecortado chocara contra la superficie del agua y ocasionara ondas sobre Radne, que giró la cabeza a causa de la vibración. Miró a Harry, sus asombrosos ojos se clavaron sobre los verdes del muchacho, adquiriendo en el acto una ternura que a Harry le caló en lo más hondo cuando el tritón extendió su mano izquierda, cortando el agua con ella hasta que ésta traspasó la superficie y las yemas de los dedos, entumecidos, encontraron la mejilla del Gryffindor. Y Harry sonrió, de forma sincera, paciente y carente de propósitos encubiertos; no entendía cómo, pero sabía lo que Radne quería, pues el tritón le devolvió la sonrisa.

Se apoyó sobre las rodillas, enderezándose sobre ellas, abandonando la cómoda postura en la que había permanecido para inclinarse sobre el borde, viendo cómo Radne se erguía ligeramente, aproximándose a él cuando Harry introdujo la cara en el agua, olvidándose por completo de que el agua iba a rebosar, de que su camisa, su corbata, su pelo, sus pantalones y él iban a quedar empapados. No le importaba, y si en algún momento le importó, el hecho fue postergado por los labios de Radne, por esa mano que sentía sobre su nuca tirando de él, por esa lengua que se introdujo entre sus labios, por el aliento fresco y aterciopelado que inundó su boca ocasionando que el simple hecho de tomar aliento fuera una nimiedad, pues Radne se lo estaba otorgando. Ambos se fueron enderezando y, casi sin darse cuenta, Harry estaba inclinado sobre el borde de la bañera, Radne se había sentado, sus brazos estaban alrededor de su cuello y el muchacho, a pesar de estar clavándose el reborde de la bañera en el estómago, sentía una infinita felicidad.

Pero al concluir el beso y abrir los ojos, los ojos de Radne se entrecerraron, sus pupilas se contrajeron, los iris parecían rojo oscuro, su mirada se clavaba con ferocidad sobre algún punto por encima del hombro de Harry, lo que provocó que el muchacho se crispara y girase la cabeza tan rápido que le crujieron las vértebras del cuello; Hermione estaba allí, recargada sobre el umbral de la puerta, con los brazos cruzados, dedicándoles a los dos una sonrisa de suficiencia.

RadneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora