Epílogo

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Me ha costado mucho escribir el final... Una parte de mí se rehusaba firmemente a despedirse de Radne XD


Ser simplemente uno más sólo le estaba permitido entre amigos, ser él mismo únicamente en soledad, allí en Tinworth, en la orilla de esa playa donde Dobby los trajo un año atrás antes de morir, donde Harry vertió sus lágrimas y su sangre. La brisa marina que mecía su camisa y su pelo le traía a la memoria ese recuerdo, el de Dobby yaciendo en sus brazos y, después, el de la noche en que ese aire salado que inhalaba le hizo percatarse que sangró en esas aguas.

El joven hundió las manos en la arena, todos estaban ajetreados en El Refugio, preparaban su cumpleaños. No había sido posible hacerlo en La Madriguera, los periodistas los acosaban, no se cansaban de publicar artículos sobre El Salvador y sus inseparables amigos, incluso sacaban a la luz sus amoríos y desamores; la ruptura con Ginny fue noticia en primera página durante semanas. Se rumoreaba en falso que había otra, pero no, no había nadie, nunca lo hubo. Intentó enamorarse, quiso a Ginny, pero quererla no era suficiente y se engañaba a sí mismo al pensar que así hallaría la felicidad, y lo peor es que también la engañaba a ella al hacerla pensar que en algún momento se enamoraría.

Ese tiempo que pasaron en El Refugio un año atrás, Harry estuvo esperando, allí, en ese mismo lugar, frente a esas aguas que limpió la sangre que manaba de todas y cada una de sus heridas, aguardando pacientemente cada vez que llegaba la noche y las maquinaciones sobre cómo asaltar Gringotts llegaban a su fin, anhelando ver ese rostro blanco como esa luna que se reflejaba sobre las olas, esa cara que no había visto en tres años que se le habían hecho eternos. Pero ahí estaba un año después, aunque sabía que Radne no estaba en esas aguas, o que si estaba no quería saber nada de él, pero Harry seguía esperando; habían pasado mil ciento setenta y dos días desde la última vez que lo vio, desde que dejó de sentir los latidos de su corazón y el mundo perdió su color.

No había dejado de amarlo ni un instante, Ron y Hermione fueron testigos de su dolor, un dolor que aprendió a sobrellevar y liberar en secreto, llorando cuando se le hacía insoportable, gritando allí donde nadie podía escucharlo cuando laceraba en lo más profundo de su alma. Ni siquiera sabía cuánto tiempo pasó Radne entre ellos, aventuraba que un mes, no tenía valor para preguntarle a Hermione. Sólo sabía que ese tiempo fue el más feliz de su vida, que al lado del tritón se sentía pletórico, y Hermione y Ron también lo sabían, por eso éste último se enfadó tanto cuando Harry le rompió el corazón a Ginny, llamándolo cabrón arrogante y todo lo imaginable, palabras que después, sereno, lamentó.

Radne hizo que perdiera la noción del tiempo, un tiempo que después se le vino encima, en el que incluso contó los días, lamentando no disponer de más, creyendo que todo llegaba a su final. Pero no, ahí estaba, había sobrevivido y con ello su dolor, ese agónico amor que persistía pese a sus intentos de olvidar. Besó otros labios, bebió de otros suspiros, se dejó abrazar por otro calor, pero nada logró reconfortarlo y borrar el recuerdo de Radne de su cuerpo, y mucho menos de su corazón. Era atormentado por su ausencia de día y por su fugaz presencia de noche; soñaba con él, con que aún estaba ahí, entre sus brazos, que le cantaba nanas, que le tarareaba Nothing's gonna hurt you baby al oído... Podía sentirlo tan cerca de él que, al despertar, ese vacío se le hacía descomunal y desgarrador. Estaba ahí, donde quiera que Harry fuese, Radne estaba siempre en su mente, en forma de un dolor que lo atenazaba, como la sombra de una felicidad que experimentó y que ahora no era capaz de alcanzar.

A veces rememoraba todo aquello de lo que fue capaz, de todo lo que hizo por Radne, cosas que no había ni imaginado, como gritarle a un hombre que no conocía, como empujar a un hombre mucho más alto y fuerte que él, pese al miedo, pese a que después suplicó y se le quebró la voz, pese a que le temblaron las rodillas. Fue capaz, por él, por ese ser que a veces sentía junto a él, tan cerca que podía olerlo y notar su calor, al menos, mientras el sueño duraba, pues, una vez que despertaba, cesaba la fantasía, el sueño acababa y Radne se esfumaba. En momentos como ese donde el romper de las olas y la brisa era el único sonido que llenaba sus oídos, Harry se cuestionaba si otros también habían experimentado eso, no sólo por una persona o un ser, sino también por pensamientos, pinturas, ideas, sueños, sensaciones... Seguro que sí, nadie estaba exento de ese sentimiento que se remueve muy dentro, primero suave y lentamente, y después nerviosa y vigorosamente, arañando, mordiendo, quemando, hiriendo profundamente, desgarrando el músculo, quebrando el hueso, haciéndose un hueco donde regocijarse y arder. 

RadneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora