Hedeon Kuznetsov

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No me voy a entretener mucho en las notas porque todo lo que puedo decir es un spoiler... 

La lluvia era fina y caía en una brisa cuando Harry y Radne se despidieron, el muchacho era tan feliz que a penas era capaz de ocultarlo, recorrió los pasillos hasta la torre de Gryffindor dando brincos. Saltaba y tarareaba, dejaba charcos que trazaban el camino que había tomado, los cuadros se quejaban por la hora temprana a la que habían sido despertados, pero a Harry no le importaba que lo increparan, que le dijeran que se callara, que no eran horas de ir pegando saltos. ¿Hay hora para la felicidad? No, por supuesto que no, la dicha llega de manos traviesas y caprichosas, por sorpresas, sin avisar, te pilla inadvertido, ajeno, te envuelve cariñosamente en el abrigo de sus brazos y es tanta la emoción que no puedes controlarte. Así se sentía Harry, entusiasmado, dichoso, con ganas de gritar de alegría.

Al llegar a la habitación dejó que la mochila cayera de sus hombros no dándole la suficiente importancia que hubiera debido al estrépito, el cual causó que sus compañeros, alterados, respingaran en la cama y levantaran la cabeza de la almohada, somnolientos, para ver qué había sido ese ruido.

- Lo siento – se disculpó Harry en susurros mientras se desnudaba– Perdón.

Tiró las ropas empapadas al suelo, ya se preocuparía por la mañana de recogerlas y limpiar el desastre, ahora sólo quería meterse en la cama. La perspectiva de buscar ropa seca en el baúl, el cual se le antojaba lejano, lo convenció para dormir desnudo, después de todo, allí sólo había hombres, qué más daba, no iban a ver algo que no estuvieran hartos de contemplar en su propio cuerpo.

- ¿Dónde has dejado al Sirenito? – preguntó Ron, con la voz ronca y pastosa.

- Ha vuelto al lago, por un tiempo. – musitó tapándose hasta la cabeza.

Su cama, por entera, olía a Radne, el cual no estaba muy lejos, pero su reconfortante aroma impregnado en la almohada, en las sábanas y las mantas, le daban la sensación de que estaba ahí con él, a su lado, acurrucándolo como todas esas noches atrás, sintiendo su cuerpo entre los brazos y las cosquillas de su pelo en la nariz y en los dedos. Influenciado por ese característico olor, Harry despertaba y, aun desorientado, buscaba con sus manos al tritón y, su ausencia, era la que finalmente le despejaba la mente y lo hacía levantarse.

Cada tarde, al atardecer, menos los días que tenía entrenamiento, iba a encontrarse con Radne, le llevaba comida pues sabía que le gustaba lo que los elfos preparaban, Hermione lo acompañaba muchas veces pero, por lo general, Harry y Radne estaban solos. Preferían sus momentos de intimidad a solas, para darse todos los besos y el cariño que acompañados no era posible demostrar más que con sus miradas, eso no significaba que la presencia de Hermione les molestase ya que, si no era ese rato cada tarde, era por la noche cuando ambos desataban la pasión antes de nadar en el lago, bajo las estrellas o la lluvia. A veces, Harry veía bajo ellos, sumergidos en la oscuridad, ojos amarillos que los observaban, sirenas que escasamente salían a la superficie, y cuando lo hacían, le dedicaban a Radne tal mirada de repulsa que a Harry le hacía arder la sangre. Con su manera de mirarlo dejaban claro cuánto les desagradaba su piel blanca y sus ojos en apariencia rojos, miradas escuetas en aparente indiferencia con la que pretendían herirlo, pero a Radne ya no le causaban ningún sentimiento, en cambio, a Harry le dolían en el alma. Era incomprensible cómo unos seres tan parecidos a los seres humanos podían dar de lado y despreciar tan fácilmente a una criatura que no era tan diferente de ellos, por el simple hecho de haber nacido diferente. Pensaran lo que pensaran las sirenas del lago, Radne era y siempre sería precioso.

- Algún día, cuando acabe mis estudios, te sacaré de aquí, Radne. Te llevaré lejos, al mar que se te antoje – le prometió Harry en una de esas noches a finales de abril, donde la lluvia había dado una tregua para que las estrellas fueran libres de brillar.

RadneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora