La corteza de Saoi sigue firme, mas sus ojos han perdido profundidad, se han convertido en dos agujeros ahuecados que, seguramente, viajan en el vacío del universo. Elizabeth cae de rodillas, abrazada al tronco falto de vida. Oscuros pensamientos deambulan en lo recóndito de mi cabeza. «¿Quién ha cometido un acto tan inhumano?» me pregunto, aturdido por el impacto de lo inesperado y desconocido.
Elizabeth gime, cada vez con mayor intensidad. Quiero acercarme, estar junto a ella, consolar su pena y agonía. Pero me resulta difícil aproximarme; el llanto de Elizabeth quebranta el aire, traspasa mis oídos como si fuesen apuñalados por cuchillas bastante afiladas. El sentimiento de querer ayudar se convierte, extrañamente, en desesperación. Intento cubrir mis oídos para aligerar el daño. Es en vano. La única opción es esperar, esperar hasta que la última lágrima de congoja caiga y la tristeza transfigure en sueño.
El llanto de Elizabeth cesa, de pronto. Sus ojos, fijos en mí, suplican ayuda. Corre en mi dirección y me envuelve en sus delicados brazos. Pide perdón por el dolor que me ha causado.
-Solo es un poco de sangre en mis oídos. -intento tranquilizarla. -Créeme, este dolor no se compara en nada a lo que debes sentir ahora.
-Saoi... -comienza a decir, entre sollozos. -Saoi cuido de mí... cuando yo aún era una bebé... Fue mi primer amigo..., mi familia... -fija la mirada en mi semblante. -Quiero irme a casa... y olvidar esto... este escenario... quiero olvidar, Amicum...
-¡Mira lo que has conseguido! -dice una voz proveniente de la copa de Saoi. Es la Dama de la Luz, hermana de Elizabeth. -Todo es tu culpa, señor HUMANO. ¿Qué es lo que pretendes ahora? Ya has tomado la vida de 4 Reinos, ya has tomado la vida de Saoi, el Gran Árbol de la Sabiduría...
-¡Cállate, hermana! -dice Elizabeth, confrontándola de improviso. -¡Es obvio que él no tiene nada que ver en esto!
-¡¿Y quién crees que fue, herma...
La Dama de la Luz cae al suelo. Sigue consiente, pero está claro que ha perdido movilidad en sus articulaciones.
«No pretendía hacer mi aparición hasta después de volver a casa, caballero. Dama de la Luz, no permitiré que seas una piedra en el zapato».
-¿Quién eres? -pregunta la Dama de la Luz, casi agotando sus últimas fuerzas.
«Permíteme presentarme, puesto que tú no me conoces y vosotros dos no me recordáis. Soy la Reina de Mira, portadora de la vida y de la muerte. Lamentablemente, morí a manos de mi caballero aquí presente. Pero no lo culpo; hace años atrás me prometió que, si llegasen las circunstancias, él se encargaría de ello».
Confundido, miro la silueta de Elizabeth; quiero hallar sentido a la presente situación, mas me encuentro con una mirada nublada, perdida del mundo exterior. La "voz" ríe, por escasos segundos, antes de proseguir con su declaración.
«Luego de morir, pude mantener mi espíritu vivo gracias al lazo que durante años construimos, caballero. ¿No contabas con eso? Yo tenía mis dudas ¡Pero estoy taaan feliz que así sea! Y muy pronto, muuuy pronto, estaremos juntos una vez más, cuando le arrebate el cuerpo a la Dama de la Naturaleza».
Procuro despertar a Elizabeth de su trance. Nada. No responde. No se Mueve. Y aunque tiro de su brazo, ni se inmuta. Debemos huir lo antes posible, junto a su hermana.
-No permitiré que te salgas con la tuya. -dice la Dama de la Luz; no puede evitar toser al sobre esforzarse de tal manera. -No sé cómo conseguirás trasportar tu espíritu al cuerpo de mi hermanita, ¡pero no te lo permitiré!
«Qué bueno que lo preguntas, ya que la respuesta reside en el collar mágico que lleva Elizabeth alrededor de su cuello».
-¡Eso es! Debes romper el collar, Amicum. De prisa, por favor. Es el núcleo de todo su poder.
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Devoción #PremiosNewAge
FantasyDesciende por las cataratas; dile adiós a tu cuna. (¡Miren, miren! Yace bajo las aguas, mas sigue respirando). Atraviesa la barrera de los sueños; dile adiós a tu pasado. (¡La jefa, debemos avisar a la jefa!). Cruza raudo hacia el jardín de las and...