NO ESTAS SOLA

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Hace más de una semana que no puedo hablar con Alison, hoy es mi cumpleaños, con los muchachos organizamos una fiesta en casa, mamá está que vuela porque el año pasado, un vecino nos mandó a la policía por ruidos molestos, creamos un grupo de WhatsApp para coordinar todo, no se cumplen 18 años todos los días, el problema es que ahora hay más de cien personas en el grupo, cuando le pedí permiso a mi papá me dijo que si es una reunión entre compañeros no hay problema.

Estoy desesperado, le dije a mi mamá, como siempre ella se burló de mí, me pregunto que pensaba darle de comer a tanta gente, eso ya lo solucioné, dije en el grupo que se vengan cenados, ¡ay por Dios!, mi papá me va a matar, hasta del problema con Alison me olvidé gracias a esto, estoy sentado en la escalera de entrada a mi casa, rezando para que se venga una tormenta, cuando mi mamá sale a limpiar el frente, le pregunto esperanzado.

— Jefecita, ¿verdad que va a llover? —Miro al cielo pidiendo por un milagro.Ella mira hacia arriba, cerrando un ojo a causa del resplandeciente sol, que parece burlarse de mí.

—No lo creo, el día está hermoso, Dios es generoso con nosotros, ¿verdad? —remata graciosamente.

— ¿Qué hago? —La miro desesperado.

— Pon en el grupo que se suspende. —Me agarro la cabeza con las manos.

— No puedo hacer eso. —Me recuesto en suelo con las manos hacia atrás, escucho que el portón se abre.

— Hola chicos, vienen a ayudar a Valentino —pregunta mi mamá contenta, miro hacia arriba y los veo con una risa divertida.

— No es broma. —Suspiro colocando mi antebrazo sobre mi cara.

— ¿Dónde empezamos?, dale, vamos a ayudarte —habla Elian.

— Hacia el quincho, la piscina, vamos a bajar lo que traje, ¿Me ayudan? —indica Augusto.

— Ok vamos, total tengo contados los minutos, mejor aprovecho. —Me pongo de pie, descargamos dos parlantes, un micrófono, una consola de Dj, luces. Acomodamos todo, bien organizado.

— Alquile algunos puff, también mande a hacer bocaditos. —Mamá entra con dos muchachos que colocan los asientos en su lugar.

— Gracias mamá, ¿a qué hora llega papá?

— De tardecita, no te preocupes, si ya estamos en el baile, vamos a bailar, aunque, puede que a vos te toque con la más fea. —se ríe.

— ¡Mamá!!! —grito—, gracias por las palabras de aliento, ella se da la vuelta riéndose.

— ¿Qué falta ahora? —pregunta Elian, observando todo a su alrededor.

— Que llueva, así no viene nadie —contesto mientras me paso las manos por la cara—. Augusto, ¿va a venir Alison? —añado esperanzado.

— La verdad que no sé man, la veo un poco triste en estos días, intente hablar con ella; pero no hay caso, no da el brazo a torcer, creo que hay algo más, sus padres ni siquiera la llaman, para mí que los extraña.

— Seguro que sí, no los entiendo, ¿por qué la tratan así?, no les cuesta por lo menos enviarle un mensaje, preguntarle cómo está, si ya hizo amigos, por suerte tus padres son buena gente. —Me entristece que no poder acompañarla, darle mi apoyo, «tal vez si me acerco a ella, aunque sea como amigo», me digo a mí mismo.

La verdad que no ha de ser fácil estar en la situación de Alison, con solo pensar que mis padres puedan divorciarse, me asusta, aunque, en el caso de que no puedan convivir, si se pelean frecuentemente, o la situación sea insostenible, la mejor solución para todos sería que cada uno siga su camino, posiblemente a mí ya no me afecte tanto, convengamos que en poco tiempo tendré que seguir mi propio camino, pero a Bruno y especialmente a Mara les impactaría profundamente.

Pero de algo estoy completamente seguro, si llega a suceder eso entre mis padres, ellos jamás nos abandonarían a nuestra suerte, mamá dejó de trabajar fuera de casa cuando yo empecé a tener problemas en el colegio, aunque a veces se comporte más como una amiga que como una mamá, sé que mis hermanos y yo somos su prioridad, papá a pesar de trabajar mucho, tiene tiempo para compartir con nosotros, atento a nuestras necesidades, siempre hay un consejo, un llamado de atención, una palabra de aliento. Tengo que hablar con Alison, no puedo dejar que piense que no tiene a nadie, es más, ahora mismo voy a ir.

—Augusto, ¿podemos ir a tu casa?, necesito hablar con Alison.

—Claro, vamos.

Llegamos a la casa de Augusto, está silenciosa, parece que no hay nadie, voy a la habitación de Alison y golpeo la puerta; pero nadie responde, la abro despacio, está acostada boca abajo, abrazando su almohada, me acerco, tiene el cabello tapándole la cara lo retiro lentamente con la punta de los dedos, su nariz roja, sus mejillas están suavemente sonrojadas. Jesusito «como dice mi mamá», es hermosa.

—Alison, despertarte, vinimos a buscarte —acaricio su mejilla, ella abre los ojos, sobresaltándose.

— Valentino... —dice negando con la cabeza.

— No digas nada, yo solo te ofrezco mi amistad, por ahora —acaricio su cabeza —, más adelante veremos que es lo que pasa, ahora vos necesitas estar rodeada de la gente que te quiere y se preocupa por vos. —Se sienta en la cama con las piernas cruzadas mientras juega con el borde de su remera—. Además hoy es mi cumpleaños, no podes faltar.

—¡Verdad hoy es tú cumpleaños! —me dice tirándose sobre mí, me abraza dejando dos besos en mis mejillas. —Se queda pensativa—. No te compré nada.

—Eso es lo de menos, lo importante es que lo pases hoy conmigo, prepara alguna ropa y tu traje de baño. —La abrazo—. Te espero en la sala. —Ella se acerca tomándome la mano.

— Gracias Valentino. —Una lágrima corre por su mejilla, se pasa el dorso de la mano secándola.

— ¿Qué pasa Alison?, podes confiar en mí, es bueno sacar lo malo afuera, yo estoy acá para apoyarte. —Acaricio su mano.

— Te voy a contar; pero hoy no, vamos a disfrutar de tu cumple, junto mis cosas y los alcanzo. —Se suelta yendo hacia su placar.

Pasamos a buscar a Romi, que se ha hecho muy amiga de Alison, cuando sube al auto mira tímida, no solía compartir mucho con ella, porque no le caía bien a Liz; pero se nota que es una buena persona, saluda agradeciéndonos por buscarla. Son las cuatro de tarde, todos los demás llegarán a eso de las ocho, aunque, siempre todo empieza muy tarde, aprovechamos para bañarnos en la piscina un rato, hasta que llega mi papá, ¡mamá querida!, ojalá no me haga pasar vergüenza frente a Alison, estoy rezando, en serio, cuando él se enoja, habla muy fuerte, nunca nos puso un dedo ensima ni a mí, ni a mis hermanos; pero es bravo cuando se enfada.

Sube las escaleras, nos mira y saluda a todos, ¡oh no!, tiene las cejas juntas, la que se me viene, con la mirada me indica que salga de la piscina, como una bala hago lo que me pide, voy lo más lejos de la piscina para que nadie escuche como me reprende.

«Dedico éste capítulo A mi hermana, te quiero y extraño mucho».

EN SOLO UN MOMENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora