Prólogo

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— ¿Dónde puedo encontrar a Ross Lynch? — le pregunto a la recepcionista.

— Señorita Marano... No la esperábamos aquí. — murmura ella sorprendida.

— ¡¿Dónde está?! — insisto histérica.

— Ha ido al despacho de la señora Collin en busca de unos papeles. — me informa nerviosa.

— Gracias. — respondo para después dirigirme al despacho de Collin.

Ni siquiera me molesto en tocar, este lugar era técnicamente mío, pero de inmediato me arrepiento al ver a la señora Collin recostada en el escritorio mientras Ross le desabrocha la blusa.

— Estás despedida. — le digo, intentando ignorar la punzada que me da ver a Ross con otra mujer.

Al escuchar mi voz, la chica de inmediato se separa y se abrocha su blusa. Me mira afligida y nerviosa, pero Ross simplemente rueda los ojos.

— Puedes marcharte. — le informo a la señora Collin.

— Señorita, por favor... Necesito este trabajo...

— No me interesa. Largo.

Cinco segundos después, se marcha y cierra la puerta detrás de ella.

— No puedes despedirla. Eres una niña, solo eres importante aquí porque el dueño es tu padre. — me dice Ross.

— ¡No soy una niña! — exclamo.

— ¿Qué? ¿Te crees una mujer porque un hombre te folló hace dos meses atrás? — pregunta sonriendo con suficencia.

La palabra "follar" que Ross utiliza para definir nuestro encuentro, me duele. Para mi no había sido solo eso, me había entregado a él porque lo amaba... Y estaba algo tomada. Me obligo a tomar aire y hablar.

— Estoy embarazada. — digo.

Su sonrisa de suficiencia se borra al instante y me mira boquiabierto.

— ¿Qué? — pregunta.

— Estoy embarazada de dos meses, y es tuyo.

— Estás mintiendo. Estoy seguro de que has estado follando con otros hombres como la zorra que eres y quieres atarme ese hijo a mi, porque soy la mejor opción.

Ahora es mi turno para mirarlo boquiabierta. ¿Eso era lo que creía de mi? ¿Que era una zorra que se abría de piernas ante cualquiera? ¿Que era como la señora Collin?

— Estuve solo contigo, imbécil.

Ross rueda los ojos y saca un cheque de su traje, se pone a escribir algo y luego me entrega el pedazo de papel.

— Elimina el problema. — manda.

— ¿Qué?

— Dije que lo elimines, yo no estoy interesado en tener un hijo contigo, mucho menos en mantenerlos a los dos. Tú tienes diecisiete años, eres adolescente. Elimina el problema.

— ¡No voy a abortar! — exclamo enojada para después romper el cheque.

Ross comienza a caminar de un lado a otro por la oficina, y luego clava sus ojos en mi, mirándome furioso.

— Lo único que me interesa a mi es esta empresa, y si tú llegas a arruinar aquello... No me haré cargo de los actos. ¿Quieres tener al mocoso? Bien, te ayudaré a mantenerlo. Pero no quiero que nadie sepa que esa mierda es mía, ¿entiendes? — me pregunta agarrándome el brazo con fuerza. — ¡¿Lo entiendes?!

Mis ojos se llenan de lágrimas al sentir tanto el dolor físico como emocional, pero me obligo a no llorar. Ya había llorado suficiente por él. Me libero de su agarre y lo fulmino con la mirada.

— Quédate con la maldita empresa y no te preocupes, nadie se enterará de la mierda de padre que mi hijo tiene. — le aseguro para después dirigirme a la salida.

Abro la puerta, y estoy a punto de salir pero me giro hacia Ross para verlo una última vez.

— El día de mañana, te arrepentirás de esto. — prometo.

Me marcho de allí con la cabeza en alto, a pesar de que mi corazón acababa de ser destrozado por segunda vez en dos meses.

Saldría adelante, con o sin él, de alguna manera lo haría. Simplemente esperaba que dejara de tener el efecto que tenía en mi.

Pero los años pasaron, y Ross Lynch seguía siendo el hombre que yo quería y no podía tener. Al igual que era el padre que mi hija Emma quería y no podía tener por completo.

Her (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora