Capítulo diez

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Otoya se había quedado dormido en el sofá de la habitación. Estaba tumbado de lado, su costado y sus caderas se elevaban y descendían lentamente, al ritmo de su respiración. Tokiya se había despertado esa mañana por culpa de la luz que se filtraba por la ventana mal cerrada. Se incorporó bostezando en silencio. Se giró hacia Otoya medio dormido. Sus labios se convirtieron en una pequeña sonrisa. Otoya se había quedado toda la noche a su lado, aunque él le había dicho que no hacía falta, que estaba bien solo, Otoya había insistido. La verdad es que eso lo hacía feliz...

En ese momento Otoya se despertó. Se incorporó sobre un codo. Se quedó medio levantado, apoyándose con una mano. Se frotó el ojo con un puño. Otoya siempre era adorable cuando se despertaba. Él vio que Tokiya ya estaba despierto.

-Buenos días... -dijo con voz somnolienta y los ojos medio abiertos.

-Buenos días -Tokiya le dedicó una sonrisa amable.

Otoya terminó de sentarse, estirándose con los brazos en alto, haciendo crujir su espalda.

-Dioses... Este sofá es horrible...

-Ya te dije que tendrías que haberte ido a nuestra habitación.

-Ni en sueños -le repitió-. No pienso dejarte aquí solo en este inhóspito lugar -sacudiendo la cabeza.

-Bueno, solo ha sido esta noche, ¿eh?

-Ja -contestó Otoya en tono irónico levantándose para ir al baño.

Tokiya suspiró con una pequeña sonrisa, sabiendo que era imposible convencerle.

Cuando Otoya salió, Tokiya entró detrás de él. Gracias a Dios, como ya estaba consciente, le habían quitado el gotero. Salió y se sentó sobre la cama con las piernas dobladas, encendiendo la televisión. Se movió un poco y golpeó el sitio libre de al lado para que Otoya se sentase. Otoya, algo tímido, hizo lo que le indicó, aunque sólo se sentó al borde de la cama. Tokiya lo agarró de las caderas y lo atrajo hacia sí. Otoya se había sonrojado, eso le volvía loco. Los dos se quedaron viendo la televisión un rato, Tokiya sin mover su brazo.

-¿No... no vamos a desayunar nunca? -preguntó Otoya con la boca pequeña.

Tokiya sonrió diciendo que sí. Llamó a una enfermera y pidió que trajera el desayuno. Les hizo un favor y le trajo a Otoya un chocolate caliente de la máquina expendedora. Otoya se lo bebió a sorbos, las dos manos sobre el vaso.

Pasaron el día juntos, jugando a cartas, viendo la tele o simplemente hablando. Tokiya disfrutó de la presencia de Otoya, su sonrisa tan preciada constantemente en sus labios llenaron su corazón de una extraña alegría.

Las heridas de Tokiya no eran tan graves como parecían, simplemente se había desmayado por el golpe y el susto. Le quitaron la venda de la cabeza pronto, y tendría que estar un mes con la escayola de la pierna y muletas. No podría volver al trabajo en mucho tiempo, pero al menos podría pasar más con Otoya.

Al día siguiente le dieron la baja en el hospital. Volvieron a la Agencia Saotome donde todos les esperaban. Cuando entraron en el vestíbulo, vieron a todos sentados en los sofás que había para descansar. Se levantaron de golpe cuando vieron a Tokiya y Otoya entrar por la puerta. Haruka fue la primera en acercarse.

-Hemos estado muy preocupados por tu estado, Tokiya, ¿qué tal estás? -preguntó con una sonrisa amable.

-Estoy perfectamente, sobretodo gracias a Otoya -dijo devolviéndole la sonrisa.

Haruka soltó una pequeña risilla mientras Otoya apartaba la mirada, avergonzado.

-Si no he hecho nada... -dijo abrazándose a sí mismo. Tokiya rió antes de responder.

Idol's Love: First melodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora