Dimensiones: El rey de las sombras.

CAPÍTULO 1: SANGRE NEGRA

¿Entonces fue mi bisabuelo quien creó esas espadas? Preguntó Jim Black en el campamento de verano al que le habían enviado esa misma mañana.

¡Claro que no, Jim! ¡Si no, no serías un panoli! Jajaja... Exclamó otro de los chicos del coro que se había formado alrededor de la hoguera. La mayoría de los niños se rieron con él. Después de varios años yendo al mismo campamento, Jim era callado, tímido, y se enamoraba fácilmente. Pero la timidez le podía en la gran mayoría de las relaciones sociales. Él había escuchado historias sobre el paladín Black, sobre todo de sus padres y tíos. Pero todas decían que él había muerto durante la guerra de guardianes y no tenía nada que ver con el hombre congelado en el tiempo frente a la sombra. Era la primera vez que el instructor del campamento hablaba sobre William Black como un héroe y quería saber más sobre él.

El monitor le dijo a Jim que algunos de los libros prohibidos fueron encontrados muy cerca de donde él vivía. Y que su familia conservaba uno de ellos, el único que no se había hecho polvo con el tiempo.

Monitor Jango: Mañana lo traeré para que veáis que todo es cierto. Muchos me han dicho que es una falsificación, pero hay una página que parece que sólo puede leer alguien con la sangre de Black, ¡y eso viene de sangre! Si Jim puede leerla, eso significará que todo es cierto, ¡y que el paladín Black era quien estaba ahí junto al monstruo!

Jim en ese momento supo que había merecido la pena alejarse de sus padres, de su teléfono (con el que veía todos los días los vídeos de unos youtubers llamados Manucraft y TinenQa) y de sus pocos amigos, que sólo pasaban el tiempo con él porque les prestaba sus videojuegos y les hacía los deberes. Se sentía bastante sólo a menudo, pero ese día supo que él podría ser alguien mejor, a quien todos respetaran, al menos un poco más, por ser descendiente de un gran héroe.

Se pasó toda la noche pensando en que palabras decir cuando demostrara que es especial, como contestaría a las burlas de los abusones de siempre... Pensaba también en la sombra, en su propósito, y si en todo lo que le había contado el monitor Jango sería verdad. Pero no llegó a nada importante cuando ya se había hecho de día.

¡¡Gente nueva!!

El segundo día de campamento llegaron los chicos que vivían más lejos de allí. No era fácil llegar a un lugar como ese, repleto de bosques y sin carretera asfaltada desde cientos de kilómetros atrás. Donde toda la tecnología era inservible y, si no fuera por las provisiones de comida y bebida, y por la cocina rural que tenían por allí, haría que todos los chicos del campamento vivieran en la edad de piedra. Por lo demás estaba genial. Había una casa árbol por la que los chicos se tiraban con unas alas sintéticas para jugar a ser un pájaro (aunque siempre algún novato terminaba estampándose contra el suelo, ni siquiera llegaba al agua que tenían justo delante, y debían llevarlo a la enfermería, trasladarlo a un hospital... nunca se les volvía a ver el pelo, probablemente porque sus padres no querrían volver a dejarlo allí).

También habían varias chozas, un par de casas de ladrillos e incluso una cuadra para caballos a las que le habían puesto camas sólo para que durmiera más gente. Pero después de años sin pisar un sólo caballo aquello, seguía oliendo fatal.

Bajaron de varias motos de cuatro ruedas que conducían varios monitores del campamento, sus padres no querrían por nada del mundo meter sus lujosos coches en aquellos lugares llenos de ramas de árboles, bichos, cacas de cerdos y vacas y alguna que otra piedra que podría pincharles las ruedas o golpear la carrocería. Sólo el padre de Jim le llevaba en su camioneta cada verano hasta la puerta del campamento, era entonces donde recibía las primeras burlas de los demás niños que no habían visto una camioneta en su vida probablemente. Acostumbrados a sus vidas de lujo la mayoría de ellos, y de clase media-alta los que tenían menos suerte, que ya eran desplazados en algunas ocasiones sólo por no ser capaz de quemar el dinero a la misma velocidad que el resto.