Capítulo 20: Fin

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La radio sonó, era Tyler

- Klaus –

- Si acá estoy – Respondió mientras tenía a Florence agarrada de la cintura

- Todo despejado, pueden...-

No llegó a terminar la oración, ya que todo alrededor comenzó a temblar, los colmillos de Klaus se dieron a mostrar como acto reflejo de lo que el podía escuchar, mas lobos, venían corriendo directo hacia a mansión con una velocidad inimaginable, eran demasiados para ellos cuatro, así que Klaus subió las escaleras corriendo para ayudar a defendernos. Florence y yo no nos quedaríamos sentadas esperando a que vinieran por nuestras cabezas, agarramos armas todas las posibles y salimos de ese sótano dispuestas a luchar por nuestra vida y por la familia que ahora teníamos, éramos capaces de hacer cualquier cosa por las personas que amamos y lo haríamos, no había elección. Cuando llegamos a la primera planta no había nadie, todo estaba silencioso, el piso estaba cubierto por vampiros muertos, corrí desesperadamente para buscar a Tyler rebusqué entre los cuerpos y no pude encontrarlo, lagrimas caían desaforadamente de mis ojos y no podía hacer nada para frenarlas, no iba a darme por vencida, debía encontrarlo. En medio de mi búsqueda veo una mano asomada por entre los cadáveres, fui corriendo hasta esa mano y Florence también lo hizo, era Klaus

- Klaus ¿Dónde esta? – Pregunte desesperada mientras lo ayudaba a ponerse de pie, se lo veía muy dañado, apenas podía sostenerse solo

- Arriba, Amelia y él corrieron al segundo piso para perseguir a Hugo –

Agarre la espada que había sacado del sótano firmemente y me encaminé al segundo piso, sin pensarlo dos veces, pero Klaus aún herido con su velocidad supernatural corrió hacía mi y me llevo a la fuerza al sótano para encerrarme en esa estúpida y mórbida jaula.

- ¡Klaus! ¡No! ¡¿Qué estas haciendo?! Necesito ir buscarlo, necesito saber que está bien- Dije golpeando los barrotes como si eso fuera a funcionar

- Te prometo que estarás bien, nuestra misión es salvarlas, a las dos, cueste lo que cueste – Dijo mirando a Florence para darle un ultimo beso y salir en busca de Tyler, Amelia y los demás.

- ¿Por qué estas tan callada? - Le pregunte a Florence

- Selene, te amo y haría lo que sea para mantenerte a salvo ¿Lo sabes no? – Dijo mientras agarraba dos pistolas y unas granadas

- Es por eso que necesito que te quedes en esa jaula ¿sí? Por tu bien, iré a ayudar y cuando todo esto termine vendré por ti y nos iremos muy lejos de esta mansión ¿ De acuerdo? –

- No, espera. No podes dejarme acá. Pasame la llave, si vas sola podrías salir lastimada, déjame ayudarte –

- No, es mejor así – Dijo y salió de ese sótano dejándome completamente sola, la desesperación no me dejaba tranquila, me movía dentro de esa jaula como un animal en un zoológico. Me sentía tan inútil no sabía que hacer, ni como salir.

Apoye mi espalda en la pared y me deje caer hasta que llegue al suelo, pase mis manos por todo mi rostro y luego por mi cabello intentando calmarme. Si quería salir de ese lugar debía calmarme y pensar estratégicamente aislando mis sentimientos y emociones que no servirían para nada mas que para nublarme el juicio. Una vez más calmada divise que al lado de la celda había una mesa con varios archivos en una caja, tire la caja y agarre uno de los folios que tenían clips para mantener las hojas juntas. Intente abrir la puerta con un clip, pero era imposible agarre varios clips hasta que por fin logre abrirla. Tome una escopeta y Sali corriendo hacia el primer piso, todo estaba como antes con un silencio sepulcral que cubría toda la mansión. Me llené de valor y subí las escaleras silenciosamente hasta el segundo piso donde encontré un rastro de sangre que me guiaba hacia mi habitación, lo seguí meticulosamente y al abrir la puerta de manera fugaz recibí un disparo que rozó mi oreja. Era Florence, estaba herida, algo le había arañado el lado izquierdo debajo de las costillas. Ambas nos hicimos señas de silencio para hacer mas ruido del que ya habíamos hecho, abrí el closet y con una remera mía le presione la herida para cubrirla y que deje de salir sangre. Se sentó en la cama sosteniendo la herida, me hizo seña hacia el despacho al tiempo que me entregaba unas granadas. Me dolió en el alma dejarla ahí, pero debía hacerlo, me acerque a ella y la abrace despidiéndome, me sujeto del cuello y me susurró "Klaus", puse su cabeza entre mis manos y note como las lagrimas caían libremente por su rostro, asentí y la besé en la frente.

Memorias de mi EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora