Capítulo 12

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Pestañeó repetidas veces estirando su cuerpo en la comodidad de aquel colchón y esas finas sábanas blancas que Andrea le había obsequiado hace un tiempo. Se incorporó recargándose contra sus codos y miró a su lado en busca de la soldado pero no habían señales de ella en la habitación. Lo último que recordaba de la noche anterior fue el momento en que el sofá de la sala se les hizo incómodo y cómo Lauren la traslado entre sus brazos hasta su habitación en donde se entregaron la una a la otra sin más preámbulos. Escuchó ruidos fuera de la habitación y buscó su ropa interior cogiendo de paso la camiseta de la ojiverde la cual le cubrió hasta los muslos.

Salió al exterior arrastrando sus pies descalzos contra la moqueta fría y se encaminó hasta la cocina, allí le recibió una increíble vista. La bien definida y marcada espalda de la ojiverde estaba al descubierto para el deleite de sus ojos gracias a que sólo traía puesto el sujetador negro y el cabello recogido en una coleta. Sus jeans del mismo color se ajustaban a sus caderas y estaba descalza al igual que ella mientras cocinaba algo en la estufa con suma concentración.

-¿Crees que a Camz le gusten mis panqueques Lena?.- Dijo Lauren.

Camila no había notado la presencia de su mascota hasta que ésta había sido mencionada por la cirujana quien parecía fingir tener una animada charla con la felino.

-Apuesto a que sí.- Decidió hacerse notar interrumpiendo la 'conversación'.

-Buenos días hermosa.- Los brazos de la morena se envolvieron con algo de timidez alrededor de la soldado mientras dejaba un beso en medio de su espalda- ¿Tienes hambre?

-Mucha.

-Pues toma asiento.- Señaló la mesa- Yo me encargo del resto.

Giró su rostro para así ver sobre su hombro y a continuación besar la frente de la castaña para luego guiñarle un ojo en forma de coqueteo. La violinista obedeció de inmediato y tomó asiento en una de las sillas reparando en como estaba todo distribuido esquemáticamente sobre la mesa y asombrándose a su vez por el orden en ésta. Aunque su mirada fue a reparar segundos después en todos y cada uno de los movimientos que la soldado hacía en su cocina mientras le veía de reojo de vez en cuando como si esperase el momento indicado para sonreírle.

-Vamos, dime qué tal están.- Dijo la soldado después de poner un plato de panqueques frente a la castaña y tomar asiento frente a ella.

-Son deliciosos.- Y no mentía- Pero nadie puede superarme.

-Oh ¿Segura?.- Lauren alzó una ceja y la chica frente a ella asintió- Puedes tendrías que probar eso Cabello.

-Cuando tú lo quieras.

La morena había aceptado el desafío. Sus risas se oían por la cocina combinadas con el sonido de los besos que compartían de vez en cuando teniendo sólo a Lena como testigo. La gata les miraba expectante recostada a unos metros de la mesa lamiendo sus patas y ronroneando.

-Tienes un poco de mermelada por aquí.- La cirujana señaló la mejilla de Camila y se estiró para limpiarla con una servilleta- Ya está.

-Pues tú tienes algo por aquí.- La morena untó su dedo en la dulce sustancia y raudamente mancho el rostro de la pelinegra estallando en carcajadas ante la perpleja expresión de ésta.

-Oh, pagarás eso muy caro Camila Cabello.- Lauren limpio su mejilla mirándola juguetonamente.

-Quiero ver eso.- Respondió divertida la violinista.

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