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— Deberías dormir más.

Phanie apenas despertaba, sus ojos parpadeaban sin parar pero siempre luchando por mantenerlos abiertos. Desnuda sobre una cama ajena observaba a la mujer rubia sin nombre guardar el arma dentro de la chaqueta de nuevo.

La mujer le había ganado, hasta una ducha se había dado y lo sabía por su cabello húmedo. Mientras tanto Phanie se sentó en la cama por fin frotando sus ojos con las manos para volver a mirar a la mujer.

— Pero debo irme.

La otra pareció tomar la noticia con gracia, sonrió ladina.

— Te traeré comida, quédate tranquila. No grites porque sí ayer no te escucharon gritar, hoy no sería la excepción.

Sin más palabras que soltar la dejó ahí, penetrando el temor de la noche anterior en forma de un escalofrío.

Descalza dejó la cama para buscar su ropa que en el suelo se encontraba desordenada y de ahí fue directa al cuarto de baño. Y así entró a tomar una ducha tibia, el agua tibia era relajante para cualquiera, hasta para la misma Phanie pero en esos momentos resultaba todo menos relajante. Mientras el agua caía resbalando por su cuerpo cada detalle de la noche de ayer venía en flashes, y cada vez había más causando en ella algo así como el llanto, hipidos salían de su boca mientras se rodeaba a ella misma abrazándose.

Sus padres estarían decepcionados de ella al verla en esas condiciones, sus padres siempre le hablaban de ella formando una bella familia, dándoles nietos hermosos y viendo a Phanie comprometiéndose con alguien que la merezca y ame. Pero en esos momentos no podía ni levantar el rostro, el llanto no se iba y la suciedad en su piel seguía ahí. Lo peor de todo era que el día anterior todo ese placer que le fue dado fue la mejor sensación que había sentido su cuerpo, le había gustado entregarse.

La ducha terminó y se encontraba ya en la habitación donde había tenido relaciones la noche anterior, y claro por lógica fue a la puerta pero estaba por completo encerrada. Dió varios golpes hasta que su mano dolió, ella yacía justo en la ventana tapizada de tablas de madera que solo dejaban entrar pequeños rayos de sol a la habitación.

Esa sí que era una verdadera habitación para psicópatas, pensó.

El ruido de la puerta siendo cerrada interrumpió todo pensamiento en su mente causándole un susto de muerte, se giró y ahí estaba esa chica con comida en bolsa de plástico la cual dejó sobre la cama.

— Es tuyo, come.

— Déjame ir, no diré nada de lo que pasó. — Se atrevió la castaña pero el negocio seguía siendo una burla para la otra, la misma sonrisa torcida e inhumana surgió asustando a la castaña.

— Que comas, mierda.

Aún no se acostumbraba al vocabulario de la rubia y es que era intenso y dominante, era espeluznante y claro que surtió efecto en ella, fue directamente a la cama. Comió porque a pesar de todo su estómago gruñía pidiéndole alimento.

La rubia se dirigió a la silla que estaba algo distante a donde ella se encontraba; desde ahí la observó comer pero Phanie no la miró en ningún momento porque era obvio que sí lo hacía todo el hambre que tenía en ese mismo momento se esfumaría.

— ¿Te gusta el rosa? — La pregunta golpeó los oidos de Phanie violentamente, no se esperaba algo como una conversación al termino de su comida.

— Me gusta. — Sin ganas lo soltó y era la mitad de cierto, ella amaba lo rosado, sí su cabello no lo era en ese momento era porque sus padres nunca se lo permitieron.

— Que bueno porque tu cepillo dental nuevo lo es.

Hurra, con sarcasmo en su interior la chica blasmó.

¿DESTINO? [ TAENY ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora