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Stephanie sabía que podía confiar en Jess, ella; su mejor amiga. Le extrañó mucho no notarlo antes pero su amistad era más de lo que parecía, se sorprendió cuando Jess no la dejó ni un momento sola después del accidente de sus padres.

De hecho le ayudó con el arreglo de la funeraria y también con las invitaciones a los parientes y amigos, no había sido tan complicado por el hecho de que tenía a su mejor amiga.

Si, su mejor amiga.

Había pasado ya una semana y no había salido de casa. Dejando la universidad por unos días, la muerte de sus padres fue suficiente para que le dieran tiempo pero aún así jamás se atrasó. Jessica siempre le traía lo que habían visto ese día, también enviaba sus trabajos por email, la universidad no era un problema así que podía estar en casa todos los días y todo el día hasta que le faltó comida en el refrigerador y carajo, no había un súper mercado cerca.

Tomó toda su depresión y tristeza (además de su bolso) y salió de casa. Ella no sabía conducir así que ni sí quiera miró el auto de sus padres, se dirigió a la estación del metro muy conocido por ella y entró arrastrándose.

Con la mirada baja, tratando de esconder esas terribles ojeras miraba sus manos que descansaban en su regazo hasta que una voz nada familiar le llamó.

— ¿Qué te pasó?

Stephanie dirigió la mirada a una mujer, una hermosa mujer y joder, ¿por qué tenía que verse mal ahora? ¿y por qué le importaba eso?

— Y-yo, es qué, mis padres fallecieron.

No sabía cómo expresarse con ella, es que las palabras le dolían y tampoco quería quedar como idiota pero le había salido mal. La otra chica pareció asentir lentamente pero jamás le miró con lástima y eso le gustó.

— Pues lo siento. — Tan seco como sonó lo dijo, como sí realmente no lo sintiera. Eso no fue tan agradable para Phanie pero aún así sonrió un poco.

— ¿Cómo te llamas?

— ¿Tú cómo te llamas? — A Phanie le pareció divertido el que la pregunta regresara tan rápido pero no le pareció un problema.

— Stephanie, pero me dicen Phanie de cariño.

— Ya veo, Phanie. Te queda de hecho. — Afirmó con una extraña expresión que aunque no resultaba amistosa no era de odio como la que había usado el día que le habló por primera vez.

— ¿Y entonces? ¿No me dirás tú nombre?

La desconocida soltó una pequeña sonrisa que causó un extraño pero intenso escalofrío en Stephanie. Las compuertas se abrieron y la rubia desconocida salió dejando a la otra chica helada, el corazón de Phanie tembló haciéndole olvidar su tristeza, extrañamente su sonrisa le dió mucho miedo ¿O sería la forma en que la miró? No lo sabía pero tampoco quería averiguarlo.

Hizo sus compras tratando de olvidar lo que había pasado, no quería darle importancia. Comió en la calle antes de hacer sus compras, por primera vez hacia ese tipo de cosas sola, realmente se sentía orgullosa de sí misma.

Cuando tomó de vuelta el metro pero con bolsas de compra de nuevo estaba ahí la rubia. Phanie aunque se agitó trató de disimular y tranquilamente se sentó muy lejos de la otra mujer. Tal vez del otro lado del vagón para ni si quiera cruzar mirada con la otra.

No sabía porque se sentía de esa manera, era extraño e inexplicable.

Al llegar a casa soñó con la chica rubia, esa hermosa rubia que le hizo temblar.

En sueños fue algo mucho más extraño, soñó que de nuevo habían compartido el vagón y asientos juntas solo que esa vez estaban solas, ni una sola persona ahí para contarlo. Phany temblaba de nuevo, su corazón parecía saltar en trampolín mientras que la mujer rubia se aproximaba más y más, llegó a estar tan cerca que sintió su aliento chocar en la piel de su cuello.

¿DESTINO? [ TAENY ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora