Temporada 2 - Capitulo 4

482 55 5
                                    

En la estación de Bombero

Bruce: Clark —dijo detrás de él mientras trabajaba para ultimar los detalles de la cena. Quedaban sólo dos semanas para prepararla, y la presión estaba empezando a aumentar—. El capitán quiere verte. —Levantó los ojos de su lista y vio la expresión grave en el rostro de Bruce. No era posible que pudiera ser bueno, y empezó a repasar cosas en su mente para ver dónde podía haber metido la pata. Siendo incapaz de recordar nada, se levantó y caminó hasta la oficina.

Jonh: Cierra la puerta —dijo el capitán Jones, y él obedeció antes de tomar el asiento que el capitán indicó—. Hay gente en el ayuntamiento totalmente indignada con esta cena, y se discutirá esta noche en la reunión del consejo. Me gustaría que estuvieras allí para responder preguntas. No estamos haciendo nada malo y realmente no hay nada que el consejo pueda hacer para pararnos. No estamos rompiendo ninguna ley u ordenanza. Pero según el concejal que me llamó, algunos de los miembros están recibiendo quejas de unos pocos electores. Esto probablemente no será nada más que hablar de boquilla, pero necesitamos estar allí para defender lo que estamos haciendo.

A Clark le daba vueltas la cabeza.

Clark: Quedan sólo dos semanas para la cena y tengo un montón de cosas que hacer todavía. No tenemos tiempo para esto.

Jonh: Lo sé, pero tenemos que hacerlo si queremos al consejo apoyándonos, y queremos. Ellos son los que aprueban nuestro presupuesto, y estamos tratando de evitar la fusión que nos haría desaparecer, así que tenemos que jugar bien. —El capitán Jones se veía tan entusiasmado con la perspectiva como se sentía Clark, así que asintió con la cabeza mostrando su acuerdo y salió de la oficina. Independientemente de la reunión, tenía mucho que hacer. Sentado de nuevo en la mesa, trató de trabajar. Su teléfono sonó, y respondió distraídamente.

—Clark —dijo una voz familiar—. Soy Peter. Quería hacerte saber que ya tengo los platos, utensilios, y servilletas que necesitabas. Encargué suficientes para mil quinientas personas, y puedes devolver los paquetes sin abrir. También organicé el alquiler de mil quinientos vasos. —Clark escuchaba el sonido de papeles de fondo—. Los manteles fueron un poco más difíciles, pero los conseguí también.

Clark: Eres un regalo del cielo —le dijo.

Peter: No ha sido ningún problema. Incluso he conseguido que el tacaño de mi jefe aporte una donación, así que ya lo apliqué a la factura —dijo—. Estaré allí con Tim y Dick, y tengo muchas ganas de verte de nuevo. —Clark casi podía oír una sonrisa nerviosa—. Todo será enviado en un camión al centro de exposiciones la mañana de la cena, así que no tendrás que guardarlo y luego acarrear con todo otra vez.

Clark casi no se lo podía creer.

Clark: Gracias.

Peter: De nada. Llámame si hay algún problema.

Clark: Lo haré —aseguró con entusiasmo antes de colgar. Al menos algo parecía ir bien. Puso el teléfono sobre la mesa y se sostuvo la cabeza con las manos.

Diana: ¿Estás bien? —preguntó mientras retiraba la silla junto a la suya.

Clark: Sí —respondió él después de mirarla fijamente—. ¿Cómo va la venta de entradas?

Diana: Bastante bien. Hemos vendido alrededor de cuatrocientas hasta ahora —contestó, y Clark refunfuñó. Realmente había esperado más—. No te preocupes —añadió ella dándole una palmadita en la espalda—. Todavía tenemos dos semanas, y las ventas mejorarán cuanto más nos acerquemos.

FUEGO REDENORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora