2. El equipo de los ganadores

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Otabek pensó que ser el nuevo capitán del equipo de baseball era la primera señal de que su nueva vida había empezado con el pie derecho, o eso le había dicho a su mamá esa noche durante la cena, la mujer muy asombrada inmediatamente felicitó a su hijo insistiendole con invitar a ese misterioso chico asiático del que tanto hablaba.

Obviamente que la madre de Otabek asumió que Yuuri estaba enamorado de su hijo y que eso del baseball era solo una excusa para estar con su apuesto (y algo bajito para su edad) muchacho, porque aunque claramente Otabek tenía habilidades con el bate, no era particularmente bueno, y por favor ¿Cómo podría terminar siendo el capitán solo por golpear una pelota?

Por su parte Otabek, completamente satisfecho con su día, se fue a dormir con unas inmensas expectativas sobre lo que sería su vida escolar.

Ni siquiera se imaginaba lo que sucedería.

...

A la mañana siguiente el pelinegro despertó lleno de energía, nunca antes había disfrutado tanto de su rutina diaria y aunque no se consideraba del tipo de persona que sonreía, las comisuras de sus labios estaban ligeramente levantadas, haciéndole ver más como un chico de su edad en vez de como un anciano con miopía.

Cuando se dio cuenta estaba sentado frente a la pizarra oyendo el aburrido sermón de su nuevo profesor de ciencias naturales que le hablaba a todos sus distraídos compañeros sobre los métodos anticonceptivos, cosas que él no necesitaba, ni quería oír. La clase pasó rápido, para ser paulatinamente remplazada por una clase aun más aburrida sobre matemáticas, así que cuando sonó la campana del recreo pudo sentirse más aliviado, por un momento pensó en salir del aula, pero inmediatamente sopesó esa idea, él era Otabek "Don Soledad" Altin, si en su país contaba con muy pocos amigos no quiso ni siquiera imaginarse como sería ahora siendo extranjero.

Algo aburrido decidió salir a pasear un rato, su plan consistía en caminar aleatoriamente al rededor de la escuela y, con algo de suerte, conseguir algo que hacer, curiosamente funcionó, no muy lejos de su aula pudo oír a un grupo de chicas murmurando, lo primero que escuchó fue algo como "Que guapo es el capitán del equipo de baseball" lo que hizo sacara el pecho con orgullo, cosa que no duró más de unos segundos ya que poco después les escuchó decir que irían al campo a verlos entrenar. Lo que inmediatamente pasó por su mente fue que Yuuri lo había engañado, como una de esas bromas que le hacían a los nuevos, después su lado "Positivo" o como él lo llamaba "La voz de su mamá en su cabeza" Le dijo que tal vez era un error y que al japonés simplemente se le había olvidado avisarle, sin importar mucho el motivo se encaminó al campo de entrenamiento.

...

Al llegar lo primero que notó fue que el campo de baseball estaba completamente cercado, lo segundo fue que no lograba localizar la puerta, y lo tercero que no lograba visualizar a Yuuri por ninguna parte, tuvo intensiones de empezar a gritar el nombre del chico hasta que este apareciera, después recordó que tenía un dispositivo de última tecnología llamado celular, así que decidió pasarle un mensaje, primero escribió "Hola Yuuri ¿Cómo estas :)? Estoy esperándote en el campo" Pero ese emoji de sonrisa le hacía sentir como un acosador, así que prefirió ser más directo y le envió un simple "Estoy en el campo". Sin duda alguna eso era mucho mejor.

Dentro del recinto se encontraban varias personas entrenando, y si no fuera por sus alturas, Otabek juraría que se trataban de profesionales, eso le hizo entrar en pánico ¿Cómo demonios iba a dirigir un equipo tan formidable? Ese día sin duda alguna presentaría su renuncia.

Por estar tan concentrado en sus pensamientos no notó que su teléfono estaba sonando sin cesar.

El pelinegro ni siquiera pudo disfrutar completamente su crisis de pánico, cuando una fuerte patada hizo retumbar la gruesa cerca de metal de la que estaba apoyado, en ese instante Otabek supo que una vez que girara su cabeza su vida cambiaría por completo, pero con todo y eso pudo resistir la tentación de averiguar que o quien estaba detrás de él, porque estaba seguro que esa presencia maligna no podía provenir de una pelota.

Lucky BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora