VI: "Sin rumbo fijo"

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La sacerdotisa Matier se había dispuesto a leer mucho, indagando así en las leyendas del "Caballero Oscuro" resultó ser una historia totalmente desconocida para ella, un conocimiento que las generaciones anteriores intentaron erradicar. O tal vez los mismos demonios...
El punto es que al observar cómo Sparda repelía a Beowful, no le cupo la menor duda. Aquél hombre de blancos cabellos no era un enemigo.
-¿A dónde vas Caballero Oscuro?- preguntó Matier al verlo alejarse. Corrió a su encuentro.
-Debo irme, vendrán más a buscarme y en consecuencia ustedes también se verán afectados-
Matier no tuvo el tiempo suficiente para vocalizar palabra alguna, desde el pueblo se escuchaban voces procedentes de una turba enardecida.
"¡Tiene razón!" "¡Que se largue de una vez!" "¡Es un demonio maldita sea!".

La gente comenzaba a movilizarse en contra de la sacerdotisa, pese a que ella fuera quizá su única defensa contra los demonios. Ni ella ni Sparda sabían qué hacer en esas circunstancias, pero aquellos sí. El alguna vez encargado de la imprenta, un anciano de ropas raídas se subió al techo de una cabaña y dijo con aladas palabras.
-¡No tenemos porqué sentirnos desprotegidos!- Acto seguido extendió sus brazos dejando ver un libro de mal aspecto.
-¡Podemos volvernos tan fuertes cómo ellos...Podemos ganar!- Después de explicar a resumidas cuentas el ritual de "transformación"
Humano-Demonio que se llevaba a cabo en una antigua torre. Remató diciendo: -¡Vamos al Temen Ni Gru!- se desató la babel y la gente se marchó...

Al ver esto, los ojos de la sacerdotisa comenzaba a tornarse rojos y a llenarse de líquido al igual que los de Sparda.

-Los humanos pueden ser peores que los demonios- dijo ella. A lo que el caballero oscuro respondió.
-Lo sé...- y la abrazó. -Lo lamento, no era mi objeto-

Matier no le había dado importancia a esto, en realidad no creía que faltara mucho para que se rebelaran. Es por eso que de sus palmas ya brotaban aquellos rayos. No hasta que vio el rostro afligido y su lágrima sobre el hombro.

Se soltó y observó a la turba alejarse lentamente hacia el norte. No obstante, algunas personas a duras penas habían logrado desprenderse de la aglomeración y caminar hacia la sacerdotisa y el Caballero Oscuro.
Eran al menos quince personas, entre ellas una que destacó por venir sin compañía. Otra mujer joven de rubios cabellos.

La sacerdotisa conocía a todos y su rostro se notaba aliviado. Procedió a presentarlos a Sparda.
-Ese es Adolfo y su familia, aquél es Confucio también con su familia-...Llegó hasta la mujer de dorado cabello.
-Mira Sparda, ella es la curandera- señala a la mujer rubia y continuó:
- Su nombre es Eva-

-Mira Sparda, ella es la curandera- señala a la mujer rubia y continuó:- Su nombre es Eva-

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La danza de Sparda (Devil May Cry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora