IV: "Rebelión"

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-Con que aún usan lanzas- dijo Sparda al sentir el ápice del arma posada sobre su cuello...
-Soy Sparda-

No debería implicar una gran sorpresa, la raza humana se encontraba en notable desventaja a razón de su poca fuerza bruta. Y suena lógico que un pueblo cómo ese, pobre y pequeño no tenga suficientes recursos para la adquisición de armas de fuego. Crisis comunes en guerras de magnitud considerable. Eso o todas se encuentran en manos de aquellos posicionados en la linea frontal.

Sin problemas podría quitarse el arma del cuello y acabar con todos, pero ya no estaba dispuesto a seguir asesinando a personas inocentes. Su orgullo y moral se lo impiden. Es decir ¿Cuánto puede él enorgullecerse de arrebatarle la vida a unos oponentes en clara desventaja? O lo qué es mas simple ¿Aquello le traería algún beneficio? Sí, alguna vez fue respetado en el ejército de Mundus.

Sereno respondió a la pregunta que se le hizo...
-Mi nombre es Sparda, vengo a entregar a esta niña, la encontré en lo que fue el pueblo colina arriba.

Después de esto algunas personas rompieron el llanto por sus familiares, amigos quizá.

Sparda caminó hacía algún otro sitio sin tomarse la situación demasiado enserio aún. No obstante, sería sorprendido al sentir un fuerte, muy fuerte dolor en su pecho. Intentó mantenerse erguido, mas le fue imposible. ¿Qué será eso? ¿Otro demonio?

Pues no, frente a él se colocó una mujer.

-No te irás aún- Dijo una joven mujer de tez morena y negros cabellos. Hacía una serie de ademanes cuya función entonces al albino le resultaban desconocidas. Pero él sabía que aquello no le implica ningún impedimento.

-Este pueblo no será tan sencillo cómo el de allá- Dijo ella

Poco a poco el de la blanca cabellera se levanta, y paulatinamente recuperando movilidad...
—Yo no he sido...— Hace de todo para no perder el control y matarla.

En esas estaba al percatarse de la llegada de más demonios que descendían velozmente.

La mujer al comprender su desventaja proyecta unos rayos a Sparda hasta sacarlo de ese lugar, hacia los atacantes, mismos que se abalanzan sobre él.

El acto hizo caer de bruces a la mujer, quien sin comprender el porqué lo atacaban tan sólo observaba.
Sparda, sin otra opción, responde en defensa propia, con un salvajismo que había reprimido hace rato.

Todos quedaban atónitos al contemplar tan repulsiva escena. Fue entonces cuando alguien dijo:
-Matier, largémonos mientras podamos.-

Ella no dijo nada, corrió hacia adelante y junto al caballero oscuro comenzó a enfrentar demonios. Docta de una habilidad y fiereza no esperable de un humano.

 Docta de una habilidad y fiereza no esperable de un humano

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La danza de Sparda (Devil May Cry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora