Las autoridades habían hallado una caja fuerte en el despacho de Sergio y con una orden judicial, pudieron ver su contenido.
Ciertamente el abogado anduvo realizando pesquisas en las cumbres escarpadas de organizaciones gubernamentales tanto de la nación, como de la Unión Europea y la documentación recolectada tras las pesquisas, había ocasionado todo un revuelo político que demandaba la perdida de envestidura de varios servidores próximos a prestigiosas entidades. Muchos desatendieron sus funciones para dar explicaciones ininteligibles, mientras que los demás, en un intento más aprensivo, recurrían a las redes sociales para atribuirlo todo a ilusorias campañas de desprestigio al 'buen nombre' de cada uno.
Iván le había mencionado a Antonia que dichos hallazgos solo componían un elemento superficial en la investigación que se llevaba a cabo, pues nadie desconocía que en principio su marido había dado marcha a indagaciones acerca del tráfico de migrantes desde el Medio Oriente y hasta Europa e incluso algunos países de América, más luego aconteció la seducción tan maléfica que el dinero supedita y fue allí donde se produjo el quiebre principal, justo el momento en el que la comisura de honestidad y rectitud, se había roto.
Por otra parte Brad, mediante una arisca llamada telefónica, le había anunciado una búsqueda inmarcesible de las autoridades policiales que se extendían a lo largo y ancho del país como sangre por las venas y cuyas arterias yacían en Barcelona y Madrid, mientras que las venas se formaban por poblados catalanes en donde decenas de personas habían creído verla.
Mientras eso sucedía en el mundo de fuera, ella subsistía en un cuartito amplio, con una cama de colchón profuso y frazadas con olor a pinos; una mesa de noche con una pequeña lámpara de luces led en cuyas cajoneras no había rastro alguno de vida anterior. El piso era un completo juego de ajedrez que en las tardes parecía ser completamente negro a causa del reflejo de un sol absurdo que se colaba por la única ventana y que iluminaba el terreno de la misma manera en la que la luna lo hacía cuando estaba llena.
La vivienda gozaba de 2 niveles bien construidos con un amplio porche veraniego, una silla que no dejaba de ser el chantaje de una mecedora y algunas plantas víctimas de la senectud: marchitas y deshojadas.
El primer par de días fue tan engorroso, como la misma llegada. Para ella era imposible invadir mundos tan lejanos como la cocina o el baño, pues de inmediato sentía que se estaba valiendo de su condición para obtener beneficios que no deseaba. No le gustaba ser la víctima, nunca había deseado que nadie sintiera pena en su nombre, ni siquiera una molécula de furtiva misericordia que le hiciera restaurarse, y ahora la bienquista psicóloga debía existir con las migajas que un anónimo barbián podía brindarle.
— No sientas vergüenza- le dijo.
Ella asintió como el que acepta que ya no hay más remedio, que no existe una cura en ningún lugar del mundo y que la situación presente, aunque peyorativa, es también la más cuerda.
No sabía cocinar, más sin embargo el servicio de internet le fue muy útil para buscar agradables recetas donde los ingredientes de la alacena fueran suficientes para crear un banquete de dioses del que ella no solía probar nada en absoluto hasta que él volvía de su trabajo, enervado, con los ojos perdidos más allá de la realidad que tenía en casa.
—¿Sucede algo?- preguntó ella al verle absorto.
—No- respondió. Su rostro estaba anémico y sus labios adustos-. Tengo un par de problemas en la inmobiliaria.
Antonia enarcó una ceja.
—No me habías dicho que trabajabas en una inmobiliaria.
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La Violinista
General Fiction¿En qué momento el corazón se fragmenta?, ¿Cuánto puede conseguir una persona herida hasta las entrañas?: Antonia ha tenido el privilegio de ver los problemas desde fuera y ocultarse en la protección que le brinda Sergio, su esposo. Pero entonces es...