Capítulo II: Afecciones

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Afección: Una forma de cariño y apego hacia alguien. Sin embargo en la medicina se lo atribuye con alguna enfermedad. Y sí, es un término con doble sentido para este fic.

- O -

Mitsuki se encontraba en un cuarto 4x4 en uno de los alojamientos ubicados en los rincones más recónditos de Konoha, no solía utilizarlo mucho ya que por las noches le gustaba alojarse sobre la estatua del Nanadaime y mirar la luna, exceptuando en los días de lluvia. Se trataba de un pedazo de cuarto que poco le importaba, hasta ahora. Que lo utilizaba como recurso de aislamiento.

Ha pasado dos días desde esa noche.

Desde ese momento solo buscaba la forma de comprender lo que le pasó esa noche, pero no encontraba una explicación. Más allá de la forma en que casi le hacía daño a Boruto.

Se trataba de un trance momentáneo difícil de explicar, por un momento estaba tranquilo mirando las estrellas y al siguiente quería acercar sus dientes en el cuello de Boruto.

¿Por qué su cuerpo actuó de esa forma? Si lo que menos quería hacer en este mundo era dañarlo.

De la nada se había convertido en un peligro para él.

Mitsuki se mantuvo aislado de todos. Su misteriosa vida esta vez le sirvió de ventaja, ya que los demás de su curso, desconocían en donde se alojaba, es un secreto que se mantenía para los del alto rango. Ni siquiera Boruto lo sabía.

De ese modo, tenía que alejarse de Boruto, si eso significaba protegerlo de él mismo. Pero más que nada, para que Boruto no lo odiara. Eso era muy importante.

Konohamaru Sarutobi, el referente del equipo siete, se acercaba para comprobar el estado del chico. Mitsuki se mantenía errático y le comunicaba desde su puerta que se encontraba "enfermo" como para realizar misiones, y que muy pronto vendría su médico personal para atenderlo.

Con esa información bastaba para tranquilizar a Boruto y a Sarada por su ausencia, al menos por esos momentos.

- O -

Mitsuki se encontraba sentado con sus rodillas flexionadas mientras jugaba con una serpiente, con cierto desapego... hasta que la puerta sonó.

- ¡Mitsuki-kun soy yo! - se oyó una voz desde allá.

El aludido se reincorporó abriendo la puerta.

- ¡Mitsuki! - una mujer pelirroja se le abalanzó para darle un efusivo abrazo, Mitsuki solo se mantuvo estático ante la repentina muestra de afecto que poco tiene acostumbrado.

Mitsuki tuvo que recurrir a ella, Uzumaki Karin era de las que se encargaba de controlarlo en esa área por si comenzaba a sufrir alguna leve muestra de afección. Su padre era otra alternativa, pero se rehusaba rotundamente a utilizarlo al menos que estuviera muy desesperado.

Ella se apartó apoyando las manos en los hombros del chico.

- ¡Me tenías tan preocupada! ¡No es lo tuyo sonar de esa manera en un llamado! ¿Estás bien? -

- Sí, eso creo - dijo mirando hacia abajo.

- Bien cuéntame, ¿qué fue lo que te pasó? -

- Sí, pero antes toma un asiento por favor - indicó Mitsuki extendiendo su brazo de manera educada.

Karin hizo una mueca. La habitación estaba completamente vacía, exceptuando con algunos bolsos de viaje entre otras cosas de poca importancia, excepto muebles.

- Parece que no te has tomado el tiempo de acomodar esto - dijo acomodando sus lentes -Acaso utilizaste el dinero que te dimos para otras cosas? -

- No, están por ahí - indicó señalando un gran bolso lleno repleto de valor, ganado por misiones y pensiones que le enviaban desde Otogakure. Al ser un humano artificial, no sentía la necesidad de comer, y tampoco de acomodar su habitación ya que casi nunca lo utilizaba.

Punto de afecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora