Lʌs BʀυJʌs ɗє Sʌʟєм
BOOKTRAILER DEL LIBRO EN EL MULTIMEDIA DEL CAPÍTULO
Capítulo Tres: Los sueños solo son sueños.
Salem, Massachusetts. Junio de 1692.
"Dame tu cabeza." Un susurro retumbaba en la mente de Annie. "¿No me la das?" Annie empezó a retorcerse en su cama bruscamente. "Entonces te la tendré que arrancar yo misma." Todo el estrés que tenía acumulado lo expulsó de su cuerpo con un grito que despertó a sus tres hermanos.
—¡Annie! ¿Qué te pasa? —La chica continuó gritando sin parar.
Eric, uno de los tres hermanos, salió corriendo de la habitación rumbo al cuarto de sus padres.
—¡Padre! ¡Madre! ¡Despertad, rápido! —El niño agitaba la cama de sus progenitores para que se despertasen.
—Eric, ¿qué sucede? —preguntó su padre Thomas dejando escapar un bostezo—.
—Es Annie. Está retorciéndose y chillando dormida.
—Cariño —llamó Thomas a su mujer Ann—. Ve a ver qué pasa —ordenó tendiéndole una vela recién encendida.
—Cuánta cara tienes Thomas... —Ann se incorporó enviándole a su esposo una mirada de maldición.
Eric cogió a su madre de la mano y tiró de ella apresurándose a la habitación. Al entrar vieron a Annie, gruñendo, tirada en el suelo de rodillas con las palmas de las manos apoyadas en el suelo. Seguidamente, comenzó a ladrar de forma agresiva cual perro que intenta ahuyentar a un gato negro en mitad de la noche.
Los otros dos hermanos lloraban en una esquina asustados por el repentino ataque de su hermana.
—¡Regina! ¡Tom! —gritó su madre—. Venid aquí —Los niños se apresuraron a abandonar la habitación y situarse junto con su hermano Eric tras la figura protectora de su madre—. Id a avisad a vuestro padre, que venga.
Ann permaneció en la puerta observando atónita la escena de su hija ladrando. Lentamente fue avanzando hacia ella para intentar calmarla.
—Annie, tranquila. No te voy a hacer nada —La mujer se veía estúpida pronunciando esas palabras—. Ven conmigo, hija.
La niña portaba una mirada de desconfianza hacia su madre, la cual extendió su brazo para acariciarle una de sus mejillas. Annie, nada más ser tocada, enfureció mordiéndole la mano salvajemente y arrancando de cuajo un gran trozo de piel. Las cuerdas vocales de la madre quebráronse al instante en mil pedazos tras el agudo e intenso chillido que había originado con estas.
Y entonces, la niña empezó a convulsionarse en el suelo con el jirón de piel aún entre sus dientes y los ojos totalmente desorbitados. Ann, muda y ensangrentada, vio cómo su marido aparecía en la habitación completamente desubicado.
Al ver gran parte de la mano de su mujer en carne viva, abandonó el dormitorio para aparecer a los pocos segundos con una botella de vino y un paño húmedo.
Vertió pues el alcohol en la herida, mas Ann únicamente se retorció del escozor sin emitir sonido alguno. Alivio fue lo que transmitieron sus ojos cuando sintió que el agua del paño le limpiaba todo el mordisco rebosando en su interior de una placentera sensación de frescor.
En ese instante la niña dejó de agitarse y cerró los ojos. A los pocos segundos la madre comenzó a llorar al ver a su hija yacer inerte en el suelo. Thomas recubrió a su descompuesta mujer entre sus fuertes brazos y besó su cabeza.
Y de improvisto el cuerpo de Annie se despegó del suelo empezando a incorporarse poco a poco. Adquirió pues, una posición totalmente vertical. Mas, ante la mirada atónita de sus padres, los pies de la chica no tenían contacto alguno en tierra. Fue entonces cuando Annie con la cabeza algo gacha y su agitado pelo recubriéndole la faz por completo, levitó lentamente hacia la pared y, cuando llegó, ascendió hasta el techo. Y con la mano a la altura de la frente dio tres golpes en la pared. Toc, toc, pum. Este último con diferente sonoridad a sus antecesores.
El cuerpo de Annie retornó al centro del dormitorio, donde se mantuvo tendido en el aire de espaldas al suelo hasta que, sin precedente alguno, abriese los ojos. Unos ojos en los que el iris y la pupila eran inexistentes ya que, solamente, se podían apreciar algunas venas rojas sobre un fondo blanco.
La vela que llevaba todo ese tiempo encendida se consumió, apropiándose la oscuridad de la habitación. El silencio era prácticamente absoluto, excepto por la fuerte respiración de Ann y Thomas, hasta que su hija rompió a producir escalofriantes sonidos guturales. Cada vez estos se iban haciendo más intensos y el padre percibía poco a poco una cercanía mayor. Tras varios minutos estos habían cesado y Eric había aparecido en la habitación con una pequeña vela.
—Padre —llamó el niño medio llorando—. ¿Qué ha pasado?
—No lo sé, hijo —respondió el padre con la cara descompuesta—. No lo sé.
—¿Dónde está Annie? —preguntó tras darse cuenta del desvanecimiento de su hermana.
—Parece que... —Thomas no encontraba una respuesta lógica a lo sucedido— se ha ido.
—¿Y madre?
—Mamá está aquí, hijo —El padre abrió los brazos en los que había estado protegiendo a su mujer de lo sucedido. Pero, cuando se percató de lo que tenía a su lado y había estado abrazando, su cara adquirió una extraña mueca de horror al verse frente a la demoníaca cara de su hija Annie aún con los ojos en blanco.
La llama de la vela se desvaneció de repente acompañado de un último sonido gutural.
.
El amanecer inundó todas las viviendas del pueblo de Salem e hizo despertar a sus habitantes paulatinamente.
En la casa de los Putman, los primeros en evadirse del sueño fueron los padres de la familia.
—Thomas, qué mala noche he pasado —informó Ann con una cara de descontento.
—¿Por qué cariño? —preguntó el hombre poco interesado.
—He tenido una pesadilla horrible —empezó la mujer—. Eric nos despertaba en mitad de la noche y nos llevaba a su habitación. Allí Annie me mordía y luego llegabas tú para curarme y ya no recuerdo más...
—No puede ser Ann —La expresión de sorpresa de Thomas no podía ser más grande—. Yo he soñado algo parecido.
—¿Cómo? —Ann creía que su marido le estaba engañando.
— Sí, recuerdo como iba a por todo para curarte el mordisco y que Annie tenía los ojos en blanco y hacía sonidos extraños.
—Qué inusual, ¿no? —La mujer estaba intrigada por lo sucedido y se quedó inmóvil sospechando un tiempo.
—Sí, es muy extraño... —Thomas apartó las mantas y salió de la cama quedando de pie a su vera—. Pero solo son sueños, no hay que precuparse.
En ese instante Ann dejó escapar un pequeño grito al ver a su marido por detrás.
—¡Thomas! ¡Tu espalda! —señaló.
—¿Qué? ¿Qué le sucede? — preguntó acercándose al espejo del dormitorio—. Pero ¿qué...? —Se podía ver en su piel rasgada el número 594 dibujado en la espalda.
—¿Pero no te escuece? —La mujer no daba crédito a lo que veía.
—¡Ann! ¡Tu mano! —El paño que recubría la herida del mordisco aún continuaba en su sitio.
—Despierta a los niños —ordenó asustada—. Vamos a casa del doctor Griggs.
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Las Brujas de Salem [Watty's Winner]
HorrorHISTORIA GANADORA DE LOS WATTYS 2015 Salem, Massachusetts. 1692-1693 Los niños del pueblo estaban comenzando a tener conductas extrañas, empezaban a llorar sin motivo aparente, se tiraban al suelo y comenzaban a ladrar, arrojaban cosas, hablaban jer...