Esa voz... Ese cabello rubio, ese rostro de completo degenerado y sus asquerosas manos sobre ella no podía moverse por más que intento no pudo; las lágrimas caían desenfrenadas sobre sus blancas mejillas, su garganta estaba seca por los gritos inútiles pidiendo que se detenga, todo su ser se quebró en mil pedazos.
Nunca espero algo parecido de él. Su voz sonaba tan clara y sintió su repugnante aliento cerca de su oído susurrando, "Saradita, eres una delicia"...
6:00 am, se sentó de golpe al despertar con la respiración acelerada y envuelta por una capa de sudor con algunos cabellos pegados a su frente; de nuevo esa pesadilla, hace semanas que no la tenía pero sabia que no sería por mucho tiempo, al final era algo de lo que no podía huir pero aun así luchaba contra eso día a día trataba de ser fuerte.
Tomo unas bocanadas de aire tratando de tranquilizarse y luego apago el despertador dispuesta a levantarse. Tenía apenas una hora para alistarse.
El trabajo como asistente de su padre en su empresa de textiles requiere puntualidad lo cual se le hacia fácil ya que siempre a sido una persona disciplinada.
Se dio una ducha rápida y se vistió con una falda negra de tela que le llegaba por debajo de las rodillas y una blusa de seda celeste con mangas largas, zapatos cerrados sin tacón y ato su cabello azabache en una coleta baja pegada al cuello con un flequillo de lado. Una forma de vestir que muchos ven anticuada considerando que tiene 25 años, se lo decía su madre y sus amigas pero a ella no le importaba, se sentía muy cómoda y a gusto con su forma de vestir.
Se dirigió a la cocina y desayuno algo de fruta, leche y un sándwich. Tomo su bolso, se acomodo las gafas rojas y salio de su apartamento, se dirigió al ascensor que se encontraba al fondo del pasillo, cuando las puertas fueron abiertas entro sin prisa. Al salir del edificio fue al estacionamiento, desactivo la alarma de su camioneta y lo puso en marcha.
Al llegar a la oficina empezó por revisar la lista de envíos de telas que tenían para ese día, sin duda alguna las telas de su empresa eran las mejores en el mercado, todo marchaba como debía y su padre estaba orgulloso por la manera en que lo ayudaba a manejar la empresa.
No todo salio mal de su viaje a Inglaterra para estudiar administración. Continuo revisando el balance de las ventas de los últimos meses hasta que alguien toco la puerta de su oficina y concedió la entrada.
- Hola hija, como vas -. Le sorprendió ver a su madre en su oficina a esa hora, eran las 9:00 am y se suponía que estaba en un viaje de negocios junto a su padre.
- Hola mamá -. Se acerco a ella rodeando su escritorio y deposito un beso sobre la mejilla de la pelirosa.
- ¿Qué haces aquí? Se supone que regresarían hasta el fin de semana -. El viaje era de al menos una semana para poder cerrar el negocio con un nuevo cliente, se habían ido el lunes y hoy miércoles estaban de vuelta.
- Cierto pero todo salio mejor de lo que esperábamos, nuestro nuevo cliente resulto ser el amigo de la infancia de tu padre, y ya cerramos el trato, así que regresamos para comenzar con la producción -. Respondió con emoción la pelirosa.
- Estupendo, me alegra escuchar eso -. Dijo tomándole las manos a Sakura y mostrando una media sonrisa, su expresión era contraria a lo que sus palabras decían por lo que su madre empezaba a preocuparse, desde el trauma que tuvo no volvió a ser la misma chica sonriente y se negaba a recibir ayuda, ni siquiera su padre lo sabia.
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Enamorándome del Enemigo.
RomanceNo se me ocurre que poner, así que solo lean si gustan xd