Sting y yo fuimos juntos a lo de Sadie Hawkins.
Sting no sería mi primero, pero yo también sabía que no quería que fuera mi último, y entonces, ¿cuál era el punto? No llegué a la cama con un chico sólo porque habíamos llegado a esa etapa en nuestra relación. Tenía que sentir; tenía que ser capaz de verme a mí con él, meses o quizás incluso años más adelante.
Podría ser novia de Sting, pero me imaginaba la cara de alguien más cuando me sujetaba contra un sofá. Veía otra cara cuando lo miraba en clases.
Natsu faltó a clases unos días después de nuestra explosión en el estacionamiento, luego apareció una noche en un partido de fútbol y no se había perdido un día desde entonces.
Lo vi todos los días en los pasillos y un par de veces alrededor de la ciudad, pero él no me veía. No había escatimado una mirada en mi camino desde ese día, y yo nunca había sabido que ese tipo de rechazo podría lastimar de la manera en que lo hacía. Me recordé a mí misma cada mañana sobre lo que mintió y había fallado en mencionar, y cada noche terminaba pensando en la forma en que sus ojos se aligeraban justo antes de que me besara.
Natsu Dragneel se instaló en mi alma y no podía encontrar una manera de desalojarle.
La canción en la radio llegó a su fin, esa maldita canción que los DJ's repetían a propósito porque alguien en la estación sabía que me hacía toda nostálgica y anhelante por Natsu cuando la tocaban.
—Te voy a arreglar —dije, bajando la mirada para golpear la radio.
En el espacio de una mirada desviada, un trozo de madera rebotó fuera en la parte de atrás de algún camión destartalado, aterrizando en mi coche.
Sin nada de tiempo para reaccionar, el coche se estrelló con el trozo de madera, y casi de inmediato lo sentí.
—Mierda —maldije, incapaz de comprender cómo una astilla de madera de la longitud de un brazo podría derribar una pieza de dos toneladas de metal en movimiento. La naturaleza luchaba contra la industria, un neumático a la vez.
Y luego un familiar sonido de caída de caucho contra metal hizo eco a través de la cabina.—Doble mierda —dije, sabiendo que tenía un repuesto en la parte de atrás, pero eso era todo lo que sabía acerca de cómo cambiar un neumático. Por eso Dios inventó el hombre, para que las mujeres no tuvieran que conseguir grasa bajo su manicura.
Entrando en un arcén, escudriñé de arriba y abajo la carretera, buscando algún tipo de tienda para autos o cualquier cosa. Alguien debe haber estado sonriendo hacia mí porque ni siquiera a cincuenta pies de distancia había un cartel en el que decía Reparación Auto Premier delante de un edificio pintado de azul y gris con tres plazas abiertas.
—Muchas Gracias —ofrecí a quien estuviera escuchando.
Forzando el auto hacia adelante, realmente esperaba que mi rueda entera no fuera a salir volando, pero si lo hacía, al menos los profesionales se encontraban cerca.
Un hombre de unos veintitantos años, luciendo una camisa de bolo, salió de una de las plazas.
La mayor parte de su rostro se veía cubierto de grasa. Agitando su mano, me hizo señas, apuntando a la primera plaza vacía.
Un taller de auto cerca y un empleado muy útil. Acababa de recibir una llamada desde la red de milagros.
Una vez el auto estuvo dentro, salí, con ganas de inspeccionar los daños.
ESTÁS LEYENDO
Nalu - CRASH (Adaptación)
RomanceSouthpointe High es el ultimo lugar donde Luce quería terminar su último año escolar. Justo entonces, ella tropieza con Natsu Dragneel, un chico que hace honor a su nombre, y es sinónimo de problemas. Él tiene una larga lista de antecedentes penales...