Maratón 3/3 Capítulo 15

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-¿No te meterás en un lío? -le susurré desde mi asiento. No tenía ni idea de por qué estaba susurrando en mi propio coche pero aquel edificio oscuro y funcional tenía algo que exigía hablar en voz baja-. ¿No tenéis un toque de queda o algo así?

-¿Y tú? -se burló Natsu, que se inclinó sobre la consola para hacerme cosquillas en el costado.

-Sí, yo sí -contesté, al tiempo que me alejaba de él de un respingo-, y estoy saltándomelo. Además, estoy castigada y pasando olímpicamente del castigo, así que ahora estoy doblemente castigada.

-Estabas en la escuela de danza -dijo él, y se aclaró la garganta-, perfeccionando los pasos. ¿Cómo van a castigarte tus padres por eso?

-¿Cómo puedes ser tan retorcido? -Le aparté el brazo antes de volver a mirar el centro de acogida Última Esperanza. No tenía nada que resultara hospitalario, o agradable, o idóneo para convertir a los chicos en hombres de provecho. Más bien parecía el típico sitio a cuya puerta retabas a tus amigos del colegio a que llamaran en Halloween-. ¿Estás seguro de que no te meterás en líos?

Consulté la hora en el salpicadero: todavía no era medianoche, pero faltaba poco.

-Sí, siempre que utilice la ventana trasera y no me pillen -contestó, y alargó la mano hacia el tirador.

-Natsu -dije, apretando los dedos sobre el volante, en busca de las palabras adecuadas.

-¿Sí?

Soltó el tirador y se volvió hacia mí.

-Es solo que quiero intentar que esto funcione...

-Yo también -aseguró.

-Y por eso me gustaría poner todas las cartas sobre la mesa ahora, antes de que vayamos más lejos.

Estaba nerviosa, y cuando me entraban los nervios, se me ponía voz de pito.

-¿Qué quieres saber? -preguntó, adivinando que no quería que me contara la historia de su vida, sino que iba detrás de algo concreto. Tenía razón.

Respiré hondo y me lancé.

-¿Hay alguien de tu pasado que pudiera interponerse entre los dos? -dije, al tiempo que me volvía hacia él y lo observaba con atención-. ¿Alguien relacionado contigo del que tuviera que saber algo?

Natsu ladeó la cabeza, desconcertado.

-¿Te refieres a una chica?

-A ninguna en concreto, porque ni conozco ni quiero conocer a las chicas de tu pasado... Solo necesito saber si hay alguien a quien todavía te una algún tipo de lazo.

Llevaba toda la semana intentando borrar de mi mente el nombre de Yukino, pero era una mujer; nosotras no olvidamos así como así el nombre de los antiguos amores de nuestros hombres.

-Eh -repuso, y bajó la cara hasta que estuvo a la misma altura que la mía-. Solo estás tú, Luce. Solo tú. Y no dejes que nadie, sobre todo tú misma, te convenza de lo contrario.

No hubo ni una sola parte de mí que no suspirara de alivio.

-De acuerdo, gracias -dije, y despegué los dedos del volante.

-¿Algo más que quieras poner sobre la mesa?

Me lo quedé mirando y me humedecí los labios.

-Solo yo.

Abrió los ojos, sorprendido, antes de poder evitarlo. Se rió y soltó:

-Cuando quieras, Luce. Tú pon el día y la hora, que yo pongo la mesa.

Nalu - CRASH (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora