LOGAN
Volví a casa más tarde de lo que pensaba. Había pasado todo el día con Nadine, haciendo cosas que solamente podía hacer a su lado.
Ella no era la típica chica que invitabas a una cena romántica, o a ver un filme en el cine. Ella era auténtica, tenía las ideas más extrovertidas, fuera de lo común. La idea de la piscina fue entretenida, sin duda, pero despertó muchos de los sentimientos que había olvidado en cuanto ella.
Se suponía que ya tenía veintiún años, ya tendría que haber superado esta etapa de ilusión hacia una chica. Pero Nadine no era cualquier chica. No cualquiera puede hacerte perder la cabeza en tres días.
Llegué a casa, y me duché enseguida para poder colocarme ropa seca. Al salir, me di cuenta que en mi celular habían unos cuántos mensajes de parte de Nadine.
Sonreí inconscientemente.
Antes de que pudiera contestarle, mi madre abrió la puerta con estrépito.
La miré, molesto. Odiaba como es que no podía eliminar ese acto desvergonzado y descortés.
—¡Perdón, cariño! —exclamó, sonriendo con bribonería—. No sabías que habías llegado.
Suspiré, relajando un poco más mi expresión facial.
—¿Dónde estuviste, por cierto? —cuestionó, cruzando los brazos.
Desde que mi padre había muerto, cuándo yo sólo tenía cinco años, mi madre adoptó una posición sobreprotectora hacía mí. Como hijo único, ella quiso darme lo mejor. Y por ende, desde pequeño crecí con la responsabilidad de cuidarla a ella también. Sin embargo, conforme iba creciendo, comenzaba a darme cuenta que la relación con mi madre estaba tornándose un poco tóxica. Al grado en el que se comenzaba a apoderar de mi tiempo y decisiones.
Quizá Nadine era mi escape. Quizá esa era la razón por la que no podía dejarla ir.
—Estuve... con unos amigos —respondí, para evitar un interrogatorio extenso en cuánto a Nadine.
—Logan, ya sé que estuviste con los Steinfeld. —sonrió, pero sin mostrar ninguna reacción empática—. No te preocupes por eso, de hecho mañana asistiremos a una reunión en su casa.
Miré a mi madre con extrañeza, pero sabía que toda esa información provenía de la mamá de Nadine. Ambas eran amigas y socias. Supongo que no había secretos entre ellas, lo cuál podría ser un problema para mí. Sabía con claridad que mi madre nunca aprobó a Nadine, por sus tendencias rebeldes y su actitud autónoma.
Lo que aún no podía resolver era la a penas mencionada reunión en casa de los Steinfeld. Tal vez de eso hablaban los mensajes que no había podido responder. Decidí terminar la conversación con mi madre, para proseguir a hacerlo.
—Está bien, mamá —asentí—. Me voy a dormir, ¿de acuerdo?
—Descansa, cariño —me dijo con suavidad, mientras se alejaba para cerrar la puerta.
De inmediato abrí los mensajes de Nadine.
"Mi madre está organizando una reunión mañana en mi casa.
Espero que vayas, sino, juro que moriré de aburrimiento"
Sonreí nuevamente.
"Ahí estaré"
(...)
NADINE
No recordaba a Logan tan encantador. Era básicamente un puberto cuando estábamos oficialmente juntos, así que su madurez no estaba tan enormemente desarrollada. Ahora tampoco lo estaba. Pero sin duda era una mente nueva, mucho más interesante, pero sin perder los valiosos gustos que tenía antes.
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LET ME COME HOME
Teen Fiction"Una chica excelente, bastante loca de a ratos. A veces tan triste. A veces tan muerta de risa. A veces mala." -Julio Cortázar