Rosas azules

Capítulo IX

-Kagome... te amo...- cierra los ojos rindiéndose al fin.

Ella sonríe.

Fuera del castillo, las antorchas de la orda resplandecen en la negra noche, están dispuestos a todo, esas bestias no vivirían ni un día más.

-Lo sabía- le abraza más fuerte si eso era posible -Yo lo sabía...

Ahora él sonrió, de repente sintió algo de debilidad en todo su cuerpo, rugió. Kagome se asustó un poco, se apartó de él preocupada.

-¿Estás bien?- pregunta.

-No sé qué sucede...- sus ojos se estaban cerrando sin remedio, la debilidad ganaba.

-Sesshomaru...- trata de evitar se desplome pero es inútil, él es muy grande y ella muy débil, tuvo que apartarse, cayó en el suelo desmayado.

-¡Sesshomaru!, Dios mío- trata de despertarlo -¡Por favor abre los ojos!- sus ojos se aguaron -¡AYUDA!- grita desesperada.

Abajo se escuchan los golpes violentos a las puertas, un estruendo, fueron quebradas. La muchedumbre furiosa irrumpe en el castillo, todo está en tinieblas. Avanzan por el lugar iluminandose con la luz de las antorchas, Magatsuhi estruja su arma está listo para matar lo que sea se aparezca al frente. Mientras avanzan por los pasillos de piedra completamente oscuros. Los corazones de aquellos aldeanos comenzaban a llenarse de miedo y cuando las personas tienen miedo pueden ser peligrosas.

Escuchan quejidos a lo lejos, pasos, alguien se alejaba corriendo y gritos de ayuda a lo lejos, dan vuelta en la esquina, allí estaban sus presas tumbados en suelo. No podían creer ésa escena, ¿Qué pasó allí?

Magatsuhi se adentró más en el castillo iría donde provenían aquellos gritos de mujer pidiendo ayuda. ¿Sería la pobresilla huérfana?, ¿Los monstruos la querían devorar?

Corrió, sus largas piernas se movían con rapidez, el tacón de sus botas impactaban el suelo haciendo eco en el pasillo.

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Kagome grita sin saber qué hacer, Dios, que Sesshomaru esté bien. Intentó tomar pulso pero era inútil, con tanto pelo no podría, se acercó a la nariz canina, parecía estar respirando, con dificultad pero lo hacía.

Miroku irrumpió en la habitación, sus ojos ya se habían acostumbrado a aquella oscuridad, podía ver al amo Taisho desplomado. Tragó grueso. Los empleados también se habían desmayado. ¿Qué pasaba con ellos?, ¿Por qué se desmayaron? ¿Acaso era algo de la poción?

-No puede ser- se acerca a la chica -Kagome calmate, está vivo, está vivo, sólo se desmayó...

-¡No despierta!- llora desconsolada -No puedo perderlo...

-No digas eso, estará bien...- aunque ni él estaba seguro de éso, temía todos pudieran morir allí, se estremeció ante tal pensamiento.

Escucharon un ruido acercarse, era el sonido de suela contra el suelo. Pensaron quizás era alguno de los empleados. El forastero sintió algo de alivio, si uno despertó entonces los demás lo harían pronto pero...

No era la silueta de sus amigos la que estaba en el umbral de la puerta, era de aquel sujeto en el pueblo, el que quería abusar de Kagome.
Miroku se puso frente a la joven en pose protectora pero Magatsuhi le disparó, cayó en el suelo.

-¡Joven Miroku!- grita la chica -¿Por qué?- pregunta molesta observando al malvado que acaba de herir a su amigo.

Magatsuhi se acercó a ella, le tomó por el brazo, Kagome pataleo y peleó por ser libre, el hombre la arrastraba hasta la puerta, ella gritaba y forcejeaba, no se dejaría, entonces, Taisho se movió. Ambos se detuvieron de inmediato, el demonio se puso de pie, sus ojos rojos brillaban en la oscuridad, exhalaba e inhalaba por el hocico, la oji azul sabia que estaba cansado.