Capítulo 1

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Odio este lugar.

El parque estaba menos concurrido de lo normal, sin embargo seguía siendo el lugar que más detestaba. Ni siquiera sé porque vine aquí. Ah sí, porque me obligaron.

-Hoy vamos a ir al parque a trabajar al aire libre.

Había dicho la profesora una hora antes en la escuela.

Pasear al aire libre, como si yo pudiese ir a pasear al aire libre como los demás. Cualquiera esperaría algo más de las escuelas, pero no; allí estaba yo, sentada sola, en el suelo. De acuerdo, lo admito, estaba llorando. Pero tenía mis motivos.

Un suave golpe se oyó detrás de mí y escuché como alguien se acercaba. Nadie debía verme así, por lo que me cubrí rápidamente con la capucha de mi campera y me arrinconé contra un costado del camino, así podría pasar libremente sin siquiera notarme. Más no sirvió de mucho.

- ¿Por qué estas llorando?

Era una joven, lo noté porque su voz era dulce y suave. Le seguí dando la espalda, mientras me frotaba mi brazo contra mis ojos para secar las lagrimas.

- No estoy llorando, los grandes no lloramos...

Escuche como reía por lo bajo, pero no era una risa burlona, sino que parecía que se divertía con lo que había dicho yo. La verdad, no le veía la gracia a lo que dije.

- Entonces, ¿Por qué estas triste?

Vaya que le gusta hacer preguntas a esta muchacha. Sentí un movimiento cerca de mí y en cuanto gire vi que ella se había sentado a mi lado. Un extraño calor cubrió mis mejillas, no sé por qué aparte mi vista de ella y me quede viendo el suelo. Me resultó familiar su rostro, pero estaba demasiado aturdida como para recordarlo.

- Ya déjame en paz...estoy bien sola.

- Nadie está bien sola... ven, vamos a volar.

Volar. Otra cosa que odio. No pude evitar temblar de rabia al oírla, pero debía controlarme, al menos hasta que se fuera.

- Anda, vamos, eso te animará.

- No puedo... ve tú.

- ¿Por qué? Toda la clase esta allí arriba.

Ambas miramos hacia el cielo y efectivamente todos mis compañeros de clase estaban allí, volando. Todos menos yo. Fue entonces cuando recordé de dónde me era familiar, ella estaba en mi clase. ¿Como era su nombre? mmm... era el nombre de una flor, eso lo recuerdo... Rosa, Violeta, Jazmín... si, si, se llamaba Jazmín. La verdad nunca presto atención a los demás en clase, por eso no me sé la mayoría de los nombres. Tampoco le había prestado jamás atención a sus ojos, no sabía que los tenía verde, mi color favorito.

- Ve tú, yo no puedo...

- Pero, ¿Por qué no puedes?

- No puedo y punto.

Fui un poco ruda con ella, se notó en mi tono de voz, pero ¿por qué tenía que seguir con tantas preguntas?

- Ya veo, ¿Tus alas aún no son tan fuertes como para volar con ellas?

- Algo así...

Ya sé que no está bien mentir, pero no me gusta hablar de estas cosas. Y menos con alguien de mi clase.

- La única forma para que se fortalezcan es que practiques. Ven, intentemos un poco...

Sujeto mi mano y tiró de ella para que me levantara. Realmente me sentí extraña, en realidad, nunca me había sentido así.

- Ya enserio, no puedo.

Me detuve allí, de pie, mientras ella quería seguir avanzando.

- Vamos, sé que puedes. No quiero que te quedes aquí sola...

Retiré mi mano, pero me sentí un poco triste al hacerlo, me había gustado cuando nuestras manos estaban juntas.

- No puedo ir.

Me di vuelta, me sentía apenada por lo que iba a decir. ¿Y si mejor no lo digo? Ella seguirá insistiendo. Tal vez así me deje en paz. Pero, ¿Y si le dice a los demás? Mire de reojo su rostro, sus ojos brillaban y se achicaron como dos bellas medias lunas que acompañabas su sonrisa. Jamás había visto una sonrisa tan hermosa. Volví a sentir ese calor abrazador en mis mejillas una vez más.

- No puedo... yo no tengo alas.

Y al fin se calló, no hizo más preguntas. Eso era algo bueno, ¿O no?

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