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Otro golpe aterrizó en su rostro, seguido de otro y otro. Su padre lo jaló de los cabellos con violencia, arrastrándolo por el suelo mientras despotricaba contra él. Lo elevó con facilidad, debido a su tamaño pequeño y ligero, y lo estrelló contra la pared. Sangre caía desde su frente y los gritos desesperados de su madre sonaban cada vez más lejanos. Sintió las enormes manos de su padre recorrer su frágil cuerpo con brutalidad y lujuria. Se asqueó e intentó apartarlo, pero se ganó un puñetazo en el estómago que le sacó todo el aire.

- ¡Tobías, basta! - Bramó Eileen con angustia del otro lado de la puerta trancada. Ella golpeó la madera hasta lastimarse las manos. Su moreteado rostro, tan idéntico al de su pequeño hijo, se contrajo en miedo e impotencia. La herida en su estómago sangraba preocupantemente en gran cantidad, fue causada al ella caer sobre una botella de cerveza rota por un golpe de su marido. Ignoró el dolor y al charco rojizo que se formaba a sus pies, siguió gritando. - ¡Tobías, abre la puerta! ¡No lo lastimes, es tu hijo!

El borracho hombre ignoró a su mujer y se concentró en el bonito adolescente entre sus manos. Eileen ya no lo satisfacía como antes, así que Severus debía ocupar el lugar que la inútil de su esposa no lograba cumplir. El niño era hermoso pese a sus precarias condiciones; enormes ojos ónix que se encontraban vacíos de felicidad, piel pálida inmaculada, tierna naricita y labios rojos. Su lampiño cuerpo delgado, pero con las curvas perfectas despertaban a su hombría. Ese cabello largo de un irreal negro lo enloquecía, se obsesionó con jalarlo cada que tenía la oportunidad. Todo Severus era como una triste muñeca de porcelana, una verdadera lástima era que fuera un fenómeno. Diabólico, era inconcebible.

Abrió las piernas del pequeño, mientras él todavía se encontraba mareado. Acarició la piel suave con sus pulgares, mientras su visión borrosa se enfocaba en la rosada entrada del menor. Sonrió con perversión, dirigiendo su miembro hacia la pequeña cavidad. Sabía perfectamente que su hijo era un doncel, debía de tener cuidado. Lastimosamente, eran detalles que se le perdían entre la influencia del alcohol y el placer de las estocadas.

Severus gritó, el dolor era insoportable. No era una situación nueva, pero no por eso dejaba de ser horrible. Lágrimas de rabia descendían de sus ojos enrojecidos, mordía sus labios heridos para evitar soltar algún alarido.

Odiaba esto, odiaba a su padre, odiaba a su madre por permitirlo, se odiaba a sí mismo por débil. Odiaba a todos y a todo. Su único consuelo era Lily, su querida amiga. Ella era su luz, sus ganas de vivir. Tenía apenas catorce y ya no podía más con todo esto. Él llegó a Hogwarts con la esperanza de encontrar un hogar, sin embargo, sólo encontró más de lo mismo. Más insultos, más humillaciones, más golpes, más dolor. Los afamados merodeadores lo atormentaban sólo por existir, según ellos, por ser una asquerosa serpiente. Por feo, decían también. Tantos eran los insultos, que él comenzó a mirarse al espejo y creerlo. Lily le decía que ellos sólo mentían, que sólo querían lastimarlo. Ella le decía que él era el doncel más hermoso que ella pudo haber visto en su vida. Él creía que ella sólo le mentía para hacerlo sentir mejor.

Comenzó a creerlo también cuando su padre le decía entre golpes lo inútil que era, lo repugnante que era. Nada más que un fenómeno que nunca debió haber nacido; en una ocasión escuchó a su madre murmurar lo mismo cuando creía que no la escuchaba. A él le dolía, pero no decía nada. Seguía adelante, intentaba demostrarles que podía ser útil. Pero él era un mestizo, un Slytherin, alguien malo. Marginado en su propia casa. Un debilucho que no podía evitar que lo hirieran, que no podía evitar que se burlaran de él, que no podía evitar que lo golpearan, que no podía evitar que lastimaran a su madre...

Que no podía evitar que su propio padre lo violara.

Una última estocada y sintió la esencia de su padre disparase en su interior. Sus laceradas paredes interiores se escocieron adoloridas al sentir el semen en las heridas, saliendo entre la sangre. Tobías se retiró satisfecho, observando al casi inconsciente pelinegro en el piso con maldad. Tambaleándose, salió de la habitación de su hijo y noto que su esposa yacía tirada en el piso, con las manos raspadas -cosa que no ocasionó él- y en un pequeño charco de sangre. Preocupado, le dio un puntapié para ver si ella seguía viva. Aliviado, vio que ella aún respiraba, así que se marchó para echarse una siesta en el sofá desgastado.

Sirius se carcajeó por el chiste absurdo de Peter, mientras abrazaba su estómago adolorido. James, no muy diferente a él, se tropezó mientras reía cual cerdo. Un tímido Peter, sonreía por la felicidad causada, mientras Remus negaba divertido.

- Ya, ya. - Balbuceó el Black, mientras retiraba una lágrima de su ojo izquierdo. James se recompuso y suspiró. - Ay, chicos. Los extrañé este verano. Mis padres son insoportables, no paran de hablar estupideces elitistas y, honestamente, me tienen harto.

James calló, sabiendo que la situación entre su amigo y su familia no era especialmente buena. Remus pasó su mano por los hombros de Sirius, quien agradeció el gesto. Sirius rápidamente cambió su mueca molesta a una divertida al mirar a James, dándole un ligero empujón.

- ¿Cómo te fue a ti, tigre? - Cuestionó pícaro, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo. - ¿Algún avance con Lily?

- Ya quisiera, ella se negó a darme su dirección para cartearme con ella. - Declaró ofuscado, realmente le gustaba la pelirroja. Le molestaba como esa pequeña serpiente grasosa pasaba pegado a ella. - Dijo que no se relacionaba con "matones".

- Uy, ¡qué delicada! - Se quejó el Black. Lupin los miró cansado, ellos no parecían entender. - Pero no te preocupes, compadre. Yo ideé planes perfectos para que consigas una cita con ella.

La sonrisa tan propia de Sirius nunca presagiaba nada bueno, al menos nada bueno para terceros. El de ojos grises había planeado cientos de bromas hacia sus compañeros Slytherin, la mayoría dirigidas hacia su querido Snivellus. Remus notó esto y decidió mejor buscar con la mirada un compartimento vacío.

Allí, ingresando en uno, se hallaba Severus Snape. El licántropo notó que él pequeño chico no se veía bien, cojeaba y estaba más pálido de lo normal. Observó también moretones recorriendo su rostro y se preocupó. Estuvo tentado a ir con él y preguntarle si estaba bien, pero al ver a Lily entrar seguida de él desistió. Lo mejor era dejarlo sólo, se dijo.

Finalmente encontró un compartimento vacío y les dijo a los chicos de entrar en él. Ellos estuvieron de acuerdo e ingresaron con sus baúles. Allí charlaron de sus vacaciones y sus planes para este año. Ninguno estaba preparado para lo que les esperaría.

f r a g i l e / / all ✗ severusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora