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Sentado en el Gran Comedor, James le dio una gran mordida a su pata de pavo. Sus ojos avellana fijos en la pelirroja de sus sueños, notando que ella presentaba una mezcla de preocupación y enojo en los ojos. No le gustaba verla así, ella parecía tan nerviosa que apenas y sí tocaba su comida. Siguió con sus ojos hacia donde miraba Lily, llegando a la mesa Slytherin.

Frunció el ceño, ella estaba mirando al desagradable Snivellus. ¿Por qué alguien tan luminoso y perfecto como Lily sería amiga de alguien tan sombrío y arisco como Snape? No le entraba en la cabeza, ¿una Gryffindor y un Slytherin? Imposible.

De seguro la serpiente la estaba acosando o algo así, quería corromperla. Él mismo se aseguraría de que eso no sucediera.

Observó con más detenimiento al pequeño Slytherin. Reconoció que no era feo, pero con todo el cabello tapando su rostro apenas y se podía ver algo. Era flaco y super pálido, más aún que Malfoy, con un aire fantasmal. Sabía que era bajito, cuando se paraba en frente de él, Snape apenas le llegaba al hombro.

Un desperdicio, la verdad. Estaba siempre importunándolos. Metiendo su nariz en donde no debía, acusándolos con los prefectos. Ugh, le hacía hervir la sangre de coraje. Sin embargo, era siempre divertido verlo enojado después de una broma, con el cabello de colores o como cuando hacían explotar su caldero en pociones. Snape siempre buscaba vengarse de forma maquiavélica; al final del día castigaban a la serpiente y ellos salían casi impunes.

Un codazo de Sirius lo devolvió de entre sus pensamientos.

- ¿Qué tanto miras a Snivellus? - El Black habló con la boca llena, ignorando los años de estricta enseñanza de modales por parte de su familia. - ¿Tienes algo en mente?

- Sí... - Murmuró, pues McGonagall estaba mirándolo fijamente. - Se los contaré luego.

Sirius, intentando ocultar su mueca maliciosa, tomó un trago de jugo de calabaza ruidosamente. Pasando un brazo por los anchos hombros de Remus, quien comía feliz un chocolate, le susurró al oído su plan.

El licántropo contadas veces participaba de las travesuras de sus amigos, siempre le molestaba cuando ellos se pasaban de la raya con Severus. Sin embargo, él nunca intervino, siempre se mantuvo neutral; nunca arriesgaría a las únicas personas que lo apreciaban con todo y su licantropía. No quería volver a estar solo.

Sabía muy bien que le sería casi imposible conseguir trabajo cuando saliera de Hogwarts, debido a que la sociedad mágica discriminaba enormemente a los hombres lobo. Tuvo suerte de que Dumbledore lo hubiera aceptado en el colegio, porque vamos ¿quién dejaría a una bestia sin supervisión tan cerca de niños?

Suspiró al sacudir su cabeza, debía sacar esos pensamientos fatalistas o terminaría con una depresión encima que no se quitaría. Viviría el ahora, disfrutando de su adolescencia mientras aún tenía un lugar.

f r a g i l e / / all ✗ severusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora