Capítulo 18

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Jueves. Sólo tendría que aguantar un jueves sin Luke y luego todo volvería a la normalidad. No debería ser muy difícil, ¿verdad?

El día de ayer, luego de que él se fuera, había sido raro. Incómodo. Me había cruzado a Liz en el pasillo, pero su mirada había mostrado tal indiferencia que huí de allí lo más rápido que pude. Aún estaba tan avergonzada por todo lo que había pasado. Y esto también me ocurría, en gran parte, porque la mayoría de los alumnos de último año me miraban de forma insistente gracias a los incansables comentarios que Vanessa hacía sobre mí. 

Estaba harta. Me sentía como una extraña en mi propio colegio, y eso no estaba bien. Afortunadamente, Victoria hacía caso omiso a estos rumores y había accedido a ser mi compañera de banco por lo que durara el jueves.

-Gracias –fue lo único que atiné a decirle.

-Ay Michelle, ¿por qué me agradeces?

-Es que no sabes lo mal que he dormido ayer pensando en lo sola que estaría hoy. Siento que todo el mundo está en mi contra.

-No seas tonta, nos conocemos de toda la vida. Y sé que esas cosas que Vanessa dice sobre ti no son ciertas –sonrió a medias.

-Ni siquiera sé qué es lo que dice… –hice una pausa para sacar un libro de mi bolso. – ¿Qué es lo que te ha comentado?

-A mí no me ha dicho nada, pero la he escuchado hablando con otras personas –su expresión se tornó extraña. – ¿De verdad quieres saberlo? 

Sólo asentí con la cabeza. Cualquier cosa que Vanessa inventara, no iba a dejar que me afecte.

-Anda diciendo que eres una roba-novios, que lo has hecho con David y que por eso Liz te odia, que le has robado a Luke, que eres una zorra, y que no le sorprendería que tuvieses una ITS –dijo casi escupiendo las palabras. Mi expresión se transformó.

-Oh Dios, ¿eso es lo que ha dicho? –exclamé sin poder ocultar mi incredulidad. Me llevé ambas manos a la cara. No podía creerlo.

-Lo sé. Créeme que de verdad lo lamento.

-Es una imbécil –dije entre dientes. Hubiera gritado de la furia sino hubiera sido porque el Sr. Morris acababa de ingresar al salón de clases. –Nada de eso es cierto, Victoria. Te lo juro.

-Sé que no es así. Lo siento Michelle –dijo a la par que posaba su mano en mi hombro, en gesto de consolarme. –No le hagas caso, no sabe lo que dice.

-No sabe absolutamente nada. Está completamente loca, e incluso llamarla así es un insulto para los locos –dije con ironía. –No voy a quedarme de brazos cruzados, no tiene derecho a meterse conmigo de esa forma.

-Por supuesto que no. Y te apoyo en lo que decidas hacer. Pero, por favor, no la golpees –dijo con una nota de súplica en la voz. –Sólo conseguirás que te expulsen.

-No voy a golpearla, Victoria. Créeme que ganas no me faltan, pero sé que no es lo correcto. 

Hoy iba a costarme mucho concentrarme en la clase. Aún no podía creer lo que Victoria me había dicho. Y mucho menos la facilidad con que los demás le habían creído a Vanessa. Mierda. Lo peor que podía dañar era mi reputación, y lo había hecho casi sin esforzarse. Vanessa se había pasado de la raya, y me iba a asegurar de que no volviera hacerlo. Y no iba a esperar un día más.

Esperé a que la campana para el almuerzo sonara y salí lo más rápido que pude de clase. Me dirigí hacia el baño y luego me encerré en una cabina. Tendría que aclarar mi mente antes de decidir actuar.

Luego de un par de largos minutos, creí que lo mejor sería confrontarla en la cafetería, donde todo el mundo pudiera vernos. Así tendría la oportunidad de limpiar mi imagen frente a los demás. Estaba a punto de abrir la puerta de la cabina cuando escuché que alguien entraba. Guardé silencio y observé por la abertura de la cerradura.

Era Liz. Y detrás de ella, Vanessa junto a dos muchachas más de las que no podía recordar el nombre.

Lotería. No iba a ser como lo había planeado, pero de todos modos le iba a dejar bien en claro que no debía meterse conmigo. Agradecí internamente que Liz no estuviera conversando con ellas, es más, parecía como si no supiera que existían. Sólo estaba lavándose las manos en silencio.

Sin vacilar, abrí la puerta y me dispuse a enfrentarla. La repentina sorpresa en su rostro me dio coraje.

-Oh, miren quién es. La zorra alfa –dijo con una mueca estúpida y sentí unas ganas enormes de arrancarle todo ese pelo falso.

-Ay Nessa, ¿acaso no te cansas de ser tan patética? –exclamé mientras la miraba con asco.

-¿Y te atreves a llamarme patética a mí?

-Es lo que eres. Estás resentida porque Luke me prefirió a mí. Y te la pasas inventando todas esas ridiculeces, debo decir que me sorprendes. No sabía que estabas tan obsesionada conmigo.

-Tú te lo buscaste, ¿creíste que me iba a quedar con los brazos cruzados? Te equivocas –exclamó furiosa. Estaba a punto de perder sus cabales.

-Pues, entonces te diré que te creía más inteligente. ¿Enfermedades de transmisión sexual? ¿No te parece demasiado básico? Dentro de poco nadie va a creerte, ¿sabes? Las mentiras tienen patas cortas.

-Claro que van a creerme. Recuerda que no estoy del todo equivocada, y déjame decirte, que para tener una mejor amiga como tú, prefiero estar sola toda la vida.

No pude evitar mirar a Liz. Había continuado callada desde que nuestra discusión había comenzado, pero su mirada mostraba tristeza, y de a poco sentí cómo comenzaba a formarse un nudo en mi garganta. 

-Las cosas no fueron así. No tienes derecho a opinar –dije entre dientes.

-Soy una espectadora, como todos los demás. Quizás lo exageré un poco, pero no estoy mintiendo. La mejor amiga zorra –dijo con ironía. –Pobre Liz, fuiste tan ingenua. 

Y antes de que pudiera incorporarme, Liz se me adelantó y se interpuso entre nosotras.

-Cállate Vanessa. Ya te he aguantado bastante –exclamó bruscamente. –Michelle no me ha hecho nada, así que deja de hablar estupideces. Y quizás no será perfecta, pero tú nunca podrás siquiera llegarle a los talones porque eres una perdedora sin vida que tiene que mentir y fingir para agradarle a la gente, porque absolutamente nadie te soporta –dijo rápidamente y me quedé boquiabierta al escucharla. – ¿Y esperabas que Luke se quedara contigo? Pues qué pena, pero es demasiado bueno para ti. Y me alegra que prefieras estar sola antes que tener una mejor amiga como Michelle, porque eso es exactamente lo que va a sucederte. Ni siquiera puedo imaginar cómo alguien querría ser amigo tuyo. Me das lástima.

¿Estaba alucinando o de verdad Liz me había defendido? Comprobé que estaba en lo cierto cuando vi que me sonreía levemente, y estaba a punto de demostrarle mi alegría, pero Vanessa hizo amague de golpearla y la detuve antes de que pudiera acercársele demasiado. Era mucho más alta que Liz, pero no más que yo por lo que la tomé por los brazos y la alejé con fuerza.

-Ni se te ocurra tocarla. Madura, y deja el berrinche para cuando regreses a casa –le dije de forma agresiva. –No creas que esto va a quedar así, me aseguraré de que el director sepa todo lo que has estado hablando. No volverás a meterte conmigo, Vanessa. Tenlo por seguro.

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Bienvenidas nuevas lectoras, me alegra que les esté gustando esta fic. 

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Made for each other (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora