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Separé levemente mis labios, con intención que de estos, se emplazaran palabras coherente de saludos cordiales al sujeto frente a mí, pero ninguna consonante se formulaba en mi mente para esbozar en aquel momento de mutismo inconsciente, puesto que mis ojos se empeñaban en observar aquellas familiares facciones que en algún pasado acaricié con mis inexpertas manos; dejando casi sin aliento aquella irrisoria escena del humorístico destino.

Sentí como los minutos se detenían y pasaban frente a mí en retroceso encontrándome nuevamente en aquella noche donde bajo las tenues luces de la noche apreciaba, por primera vez, su carismática sonrisa, pero todo volvió a la realidad cuando escuché tras de mí una carraspeada tos forzada, bajé la vista recordando donde estaba; el pasado era el pasado, y nada podía cambiarlo; los recuerdos eran sólo eso, recuerdos; vividos y olvidados. Sonreí alzando nuevamente la vista, esperanzado por algún gesto en su rostro que me mostrara que me había reconocido, pero éste no inmutó ningún músculo, lo más seguro era que me había apartado hace años de sus recuerdos. No sabía si sentirme dolido por no ser parte de estos. Me sentí imbécil por recordarlo tan fielmente; por anhelar, aún en mi mente, aquella etapa de mi vida. Apreté los puños irritado justo cuando Kai acarició mis tensos hombros.

— Bueno...—escuché hablar a mi jefe detrás de mí—. Akira, te presento a mi editor en jefe y brazo derecho, Takanori Matsumoto—dijo—. Como verás tiene su carácter aunque tenga ese rostro adorable—le sonreí al nuevo sujeto de forma fingida en una mueca torcida.

—Así veo—se rió el nuevo sujeto—. Pero, lo de hoy, fue mi culpa. No volverá a ocurrir—entonó—. Un gusto. Soy Akira Suzuki—se presentó el fotógrafo alzándome su diestra cordialmente, la cual tuve que aceptar en un saludo formal incomodo de mi parte.

—No fomento las faltas, Suzuki. Me disculpo igualmente, pero no quiero errores en la revista—entablé decidido viendo una sonrisa del susodicho mientras soltaba su mano cuando un pequeño timbre sonó dando aviso al piso correspondiente en el cual nosotros nos bajábamos.

Tras un suspiro vi como las puertas metálicas se abrían y con ansiedad puse un pie fuera de aquel cubículo para dirigirme raudo hacia mi puesto de trabajo, pero una mano se cerró en torno a mi muñeca alertándome de inmediato. Miré hacia mi zurda encontrándome al dueño de aquella palma dándome un mensaje únicamente con su mirada:—EsperaSentí como deshizo el agarre de mi brazo para dirigirse al fotógrafo:

—Akira, ¿por qué no pasas a mi oficina? Le pediré a alguna de las secretarias que te traiga un café. En unos segundos estoy contigo—articuló abriendo la puerta translúcida de su oficina. El nombrado aceptó sin inmutarse adentrándose a la amplia sala.

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Seguí a Kai por un pasillo atestado de puertas y de personal que salían y entraban como pequeñas máquinas autómatas orientadas en un sólo ámbito; quienes enfocadas en sus tareas, ni se percataban que ambos transitábamos por una área ajena a nosotros. Vi como mi amigo se detuvo frente a una oficina, la cual parecía vacía. Sacó una llave de sus pantalones y abrió esta en cosa de segundos. Éste se tornó hacia mi tomándome de una de mis manos para introducirme a aquel deshabitado lugar.

—¿Qué pasa?—le pregunté cruzándome de brazos desanimado portando un notorio semblante hastiado—. Tengo que volver a la oficina—vi como Kai se afirmó contra la puerta de cristal recién cerrada dándome a entender que no me dejaría salir sin antes averiguar el motivo de mi estado notoriamente molesto. Di un largo suspiro girando mi cuerpo para admirara aquel lugar de gran envergadura; pulcramente limpio con únicamente una rectangular mesa en el centro y sillas desplegadas a sus costados.

—Hey—llamó mi atención cogiendo uno de mis brazos para que me acercara a él mientras veía como imitaba mis mejillas inflando las propias. Entre cerré mis ojos desaprobando aquel acto exagerado. Terminé abultando las propias inconscientemente ofuscado, resoplé esbozando una leve sonrisa que intenté suprimir fingiendo un semblante parco.

—Basta. No me harás reír, idiota—le dije rindiéndome cuando sus manos se posaron en mi cara haciendo que mis labios formaran un piquito infantil.

—No estés molesto—habló jugando con mis mejillas como si fueran goma moldeable.

—No estoy molesto. Sólo odio los retrasos. Ya lo dije, para mí eso es una falta de respeto hacia el personal—murmuré aquello que no era cien por ciento real; el causante de mi molestia también iba hacia un tercero. Sentí como el pelinegro nuevamente tomaba mi cara como juguete—. Bast- —intenté articular antes que sus labios se posaran sobre los míos en un ingenuo roce mientras levemente soltó mi cara percibiendo al instante como mis mejillas se encendían como prepuberto inexperto—. No hagas eso...—giré mi rostro.

—No sé si pedir perdón—lo volví a mirar sintiendo un deje de timidez en el tono de su voz—. Yo sólo quise hacerlo—me confesó. Llevé una de mis manos a mis labios mientras me alejaba de él pensativo; debía admitir que algo me pasaba con Kai. De espalda hacia mi amigo caminé hacia la mesa larga y céntrica. Posé mis palmas contra de la madera sintiendo un impulso extraño. Giré mi cuerpo y con brusquedad me acerqué al contrario, limitando nuestro espacio personal a nada mientras Kai me observaba sin entender la razón de mis actos. Enredé una de mis manos en sus cabellos atrayendo sus labios hacia los míos. Exhalé deseoso acercando mi boca hacia la ajena embriagándome gustoso por aquellos atrevidos labios los cuales danzaban entorno a los míos con hambre haciéndome perder el ritmo y el aire en cosa de segundos.

—Yo... También quise hacerlo—murmuré sobre sus labios con el pulso disparado. Nos quedamos mirando unos segundos, en el cual regueros de besos fugaces recorrieron mi cuello y sus manos sedientas se inmiscuyeron bajo mi camisa—. Es...espera—me alerté al ver como deseoso no frenaba su lascivo apetito. Con ambas respiraciones agitadas nos quedamos mirando escasos segundos pudiendo apreciar en sus ojos marrones un brillito dulzón que detuvo mi corazón. Mordí mi labio inferior sintiendo remordimiento de mis actos; Kai me quería de verdad y yo no estaba seguro si lograría sentir un poco más que cariño hacia él.

—¿Quieres ir a cenar hoy después del trabajo?—sus palabras resonantes en un susurro erótico, me trajeron de vuelta a una realidad nubosa mientras sentía el roce de sus ávidos labios en mi cuello. Asentí de forma positiva mareado por sus caricias y ansioso por más de estas.

Despertando el pasado [Reituki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora