Vl

106 9 0
                                    

Vl

Abrí enormemente mis ojos mientras la puerta se cerraba por completo. Permanecí varios segundos petrificado aún oyendo, en mi mente, su voz. Giré sobre mis talones, tornando mi cuerpo hacia aquel hombre parado en frente. Y tras un rápido análisis vi que portaba un set de llaves en su diestra y como su rostro reflejaba introspección en el instante que mí vista impactó con la suya. Él también me analizaba; con aquel temple seco e indescifrable que él poseía. Percibí como alzó tenuemente una de sus cejas terminando por cruzarse de brazos examinando mi pasmado rostro.

—¿Me seguiste?—se burló—. Te gustó el beso, parece—se mofó acercándose a mí como quien acorrala su presa. Me sentí indefenso, pero no lo demostraría.

—¡¿De qué hablas?! Yo vivo acá. Tú, ¿qué haces aquí?—repetí lo que mi mente vociferaba a gritos. Esto debía ser una muy mala broma. Advertí sus movimientos, los cuales lentos deshicieron en primer lugar, aquella pose altanera de sus brazos entrelazados mientras sus pisadas felinas se aproximaron a mí. Me sentí encerrado con mi espalda tocando la madera de la puerta que, con anterioridad, había cerrado.

—Vaya que coincidencia...—fruncí el entrecejo interponiendo mis brazos sobre su pecho para que no se acercase más mientras él posicionó su antebrazo sobre la fría pared privándome de escapatoria.

—¿A qué te refieres?—pregunté hipnotizado por escasos segundos al ver de cerca el entre abierto de sus labios de un rosado aterciopelado junto a un vibrato meloso en el tono de su voz que me dejó extasiado.

—Que me acabo de mudar aquí—soltó dejándome impávido.

—¡¿Qué?!—seguro era una mala broma; una muy poco divertida.

—Lo que oíste—se acercó a mi lóbulo—. Podrás ir a visitarme—sentí que mi bajo vientre ardió cuando sus labios, sin querer, rozaron la carne expuesta de mi cuello. Exhalé ruborizado—, y, así, cumplirás con lo que acordamos.

—¿Lo que acordamos...?—susurré ¿SUSURRÉ? ¿Por qué había hecho eso? Me di cuenta de mis actos y giré mi rostro donde se encontraba el suyo. Éste me miró con una sonrisita burlesca enmarcada en sus comisuras estiradas hacía sus mejillas.

—Sí. Ya sabes, descubrí tu plan; tu suculento propósito de mamárselas a todos los de alto rango para tus sucios objetivos—dijo provocando que, visceral, mis extremidades actuaran colérico. Empujé su pecho, el cual causó un leve desequilibrio, pero este, fuerte, rápidamente actuó empotrándome nuevamente contra la madera—. Estas contra la espada y la pared, literalmente—me observó disfrutando de la situación sonriendo altivo—. Tú eliges: Revelo las fotos o vas a mi departamento; te haces el sumiso y cumples con lo que te propuse—terminó con una sonrisita mientras nuestra charla era interrumpida por el abrir de aquella puerta junto a mi costado derecho. Mi cara fue de completo asombro mientras Akira me soltaba y el rostro ingenuo de Kai se inmiscuía en la tenuidad de las luces en aquel vestíbulo.

—¿Hola?—saludó confuso al vernos a ambos un tanto agitados por lo recién ocurrido.

—Tanabe, buenas noches. ¿No me digas que también vives acá?—¿cómo podía ser tan buen actor? Pensé carcomiéndome la ira mientras apretaba mis manos hasta volver los nudillos blancos. El nombrado sonrió con simpleza mientras me miraba por lo bajo analizando mi introspección de aquel instante.

—No, para nada. Sólo vine a ver a Takanori—dijo volteándose hacia mi persona mientras decía mi nombre con una sonrisa en sus labios—. Te estuve llamando—me increpó mientras esbozaba de mi garganta un torpe "¿uhm?" y rebuscaba mi teléfono dentro de mi bolso para simular que no lo había oído.

Despertando el pasado [Reituki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora