18

2.7K 133 15
                                    

18

Narra Ana:

No se que es lo que me ha empujado a decir eso, pero no me arrepiento para nada. Siento que nuestros cuerpos encajan a la perfección y me siento tonta por no haber hecho esto antes. Mimi se separa de mi y yo me quejo, se está tan bien sintiéndola así...

M: Para un poco Ana – dice todavía pegada a mi, tanto que siendo como sus labios se mueven sobre los míos mientras habla. – Vamos a hablar un poco, a conocernos.

A: ¿Enserio Mimi? – pregunto incrédula, separándome un poco más para mirarla a los ojos.

M: Si – dice poniéndose roja.

A: ¿Enserio lo que más te apetece ahora mismo es hablar?

M: No, pero quiero hacer las cosas bien.

A: ¿A qué te refieres?

M: A que quiero ir despacio contigo. No quiero que creas que eras una chica de una noche y nada más, nunca serias eso para mi.

A: En ningún momento había pensado eso cielo.

M: Ya vamos a empezar con los apodos cariñosos? – me pregunta sonriendo, aunque yo ni me he dado cuenta que lo he hecho, me ha salido sin pensar.

A: Si te molesta puedo intentar evitarlo – digo medio avergonzada.

M: No seas tonta, me encanta. – me dice con una sonrisa y me da un beso. – Pero venga, cuéntame tu historia, como terminaste aquí...

A: ¿Porqué yo? Eras tú la que quería hablar...

M: Vaaale, aunque lo mio no tiene mucha historia.

A: Soy toda oídos – le digo poniendo cara de atención.

M: Pues verás, llegué a este pueblo de pequeña. Mi madre se fue al poco de yo nacer, decía que era demasiado joven para cuidar de una cría, que necesitaba vivir su vida y yo no entraba en sus planes. Mi padre se quedó conmigo y lo hizo todo lo bien que pudo, pero la verdad es que también se le vino un poco cuesta arriba y un día cuando volví del colegio con mi abuela, mi abuela me contó que papá se había tenido que ir a trabajar lejos y que tardaría en venir. Me costó entender que mi padre también me había abandonado – contaba todo esto y se le iban llenando los ojos de dolor, no tenia ni idea – En ese momento yo tendría unos 5 años y siempre que volvía del colegio lo hacia con la ilusión de que mi padre estaría esperándome en casa cuando yo llegara, pero nunca era así. A los 7 años los niños empiezan a ser crueles y ser una niña abandonada no les ponía las bromas muy difíciles. Así que con todo el dolor de sus corazones, mis abuelos decidieron que lo mejor para mi era que me mudara a ese pueblo, a casa de una hermana de mi abuela que vivía aquí y que me recibiría con los brazos abiertos. Con 8 años llegué aquí, me matricularon en el colegio y empecé una vida nueva.

Llegados a este punto yo no sabia que decirle. Desde que la conocí pensé que el adjetivo que la definía era feliz, nunca pensé que algo así le pudiera haber pasado en la vida.

M: Y hasta aquí mi historia – me dice regalándome una sonrisa – Te toca.

A: Joder Mimi, no tenia ni idea – es lo único que consigue salir de mi boca.

M: Mujer, no es algo que suela contar así de primeras. Hola soy Miriam y soy una niña abandonada, pero oye, puedes llamarme Mimi, que me gusta más – dice con una sonrisa falsa y dándome la mano a modo de saludo.

A: Gilipollas, ya se que no vas a ir contándolo por ahí. Pero nunca oí ningún comentario sobre eso.

M: Bueno, soy bastante reservada sobre eso. Cuando llegué aquí lo hice dentro de una coraza, no quería que nadie más me volviera a fallar, así que simplemente no confiaba en nadie. Me dedicaba a vivir, con mi sonrisa siempre por delante, para que nadie nunca me preguntara nada. Para llorar ya tenia mi habitación.

A: Y puedo saber quién sabe todo esto?

M: Pues... Al primero que se lo conté fue a Luis. – dice pensándolo bien – Yo no quería tener amigos, porque no quería confiar en nadie, pero el cabezota al final me convenció para confiar en él. La verdad es que no se que hubiera sido de mi si no hubiera sido por Luis y Ricky, les debo muchísimo – dice con cara de admiración hablando de sus amigos y yo lo único que puedo hacer es abrazarla. Me estaba abriendo su corazón sin ningún tapujo y yo me sentía tan bien por sentir que confiaba en mi, que no sabia como demostrárselo.

M: Bueno, y ahora me vas a dejar que te conozca un poco? Que creo que me he ganado el derecho. – me sonríe y yo me derrito. Creo que seria incapaz de negarle nada ahora mismo.

A: Pues mi historia no es tan interesante la verdad. – le digo sonriendo – Yo era una niña feliz en La Laguna cuando mis padres decidieron que se les había terminado el amor y se separaron. Me costó mucho decidir con quien quería quedarme, pero siempre he estado más unida a mi padre, así que decidí quedarme con él. Al poco tiempo le ofrecieron un trabajo aquí y tras consultarlo conmigo, decidimos juntos que lo mejor era empezar una nueva vida, solos, sin recuerdos que nos entorpecieran ser felices. Y por eso terminé aquí. – le digo levantando los hombros.

M: ¿Ya está? ¿No hay trauma ni abandono? – le digo que no con la cabeza y me sonríe – Pues entonces mi infancia mola más – me dice con aire chulesco a lo que yo respondo con un ataque de cosquillas. – No no no, Ana no, para por favor, para, para – me dice entre risas y, como tiene más fuerza que yo, terminamos tumbadas con ella sobre mi.- Así estamos mejor – dice cogiéndome las manos por encima de la cabeza y bajando poco a poco hasta juntas mis labios con los suyos.

Yo le respondo al beso encantada, podría acostumbrarme a estar así siempre. Mimi vuelve a separarse de mi y yo vuelvo a protestar con un gemido.

M: Si sigues haciendo esos sonidos cuando me separo no se si voy a ser capaz de resistir toda la noche – me dice con mirada pícara.

A: Igual lo hago porque no quiero que te resistas – le respondo con media sonrisa, a lo que ella responde con un beso, demasiado corto para mi gusto.

M: ¿Te puedo hacer una pregunta? – me dice de repente mirándome a los ojos.

A: Claro, una y todas las que quieras. – le respondo seriamente. Aunque creo que nuestra postura no es la más indicada para mantener una conversación seria.

M: Entiendo que mis amigos gritaran "Por fin!" o "Ya era hora!" después de nuestro primer beso, con la lata que les he dado contigo estos años, como para no hacerlo. Pero tus amigas también han gritado... ¿Porqué? – y me lo dice con una sonrisa y una mirada que yo creo que me va a derretir en cualquier momento.

A: ¿Estos años? – pregunto un poco alucinada por su afirmación – Entonces creo que hemos sido unas tontas "estos años" – le respondo sonriendo.

M: ¿Qué quieres decir?

A: No te hagas la tonta Mimi. Llevo pillada por ti desde que descubrí que las mujeres me atraían tanto o más que los hombres. De hecho fuiste la razón que me llevó a descubrirlo – le digo sin tapujos. Después de la historia que me ha contado, es lo mínimo que se merece.

M: ¿Enserio? – me pregunta incrédula. – Ana Banana, me estás vacilando – me dice entre preguntando y afirmando.

A: ¿Ana Banana? Qué original

M: Así soy yo – dice con una sonrisa y yo aprovecho su despiste para girarnos y quedar ahora yo sobre ella en la cama.

A: Bueno, creo que es el momento de dejar de hablar, ya tendremos tiempo de contarnos cosas, ahora hay algo que me apetece mucho más.

Y dicho esto, le doy un beso, primero empiezo con calma pero poco a poco lo voy intensificando y ella me responde de la misma manera. Me separo, no sin antes dejarle un mordisco en su labio inferior y sin previo aviso hundo mi cara en su cuello y empiezo a depositarle besos, con tranquilidad, inspirando tranquilamente su aroma y haciendo que ella sienta todos y cada uno de los pliegues de mis labios. Siento como se estremece ante cada caricia de mis labios en su cuello y estoy disfrutando como nunca de torturarla de esta manera...

Empieza un sueño - WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora