4

2.6K 109 4
                                    

4

Narra Ana

Llevo horas conduciendo, incapaz de decir cuantas, pero ya estoy aquí, en el pueblo, ese sitio que tantos recuerdos me trae, algunos buenos y otros no tanto. Tengo ganas de ver a Miriam, ella siempre ha sido mi gran apoyo aquí, pero también tengo ganas de ver al resto. Esto de venir solo 1 vez al año empezaba a dolerme, pero yo lo había decidido, necesitaba poner distancia entre pasado y presente.

Miriam me había dicho que Ricky pasaría una semana con nosotras. La verdad es que no me disgusta la idea, se que Miriam y Ricky siempre se han querido, aún tratándose como el perro y el gato, y me alegra que vayan a pasar tiempo juntos. Pero por otro lado me duele que para una vez al año que vengo, mi mejor amiga tenga que pasar tiempo con otro de sus amigos. Aunque seguro que nos lo arreglamos bien, yo con Ricky siempre me he llevado bien también.

Se que cuando Miriam me vea me va a querer matar. Ella que siempre lo quiere tener todo controlado y planeado, ella que siempre ha sido la líder, a la que muchas veces tachan de borde o antipática, pero eso era porque no la conocen, porque no saben entenderla. A mi me encanta toda ella, con sus salidas, con sus frases seria para luego acabar riéndose como una loca, con sus manías, pero sobretodo con su cariño que le desborda por todos los poros de su piel.

Llamo al timbre con una sonrisa y espero la reacción de mi amiga al verme.

- ¡Amiga! ¿Qué haces aquí? No te esperaba hasta después de cenar. – dice seria desde la puerta.

- Mujer, si quieres me voy y vuelvo luego. – le respondo riéndome, me encanta destrozarle los planes.

- La chica tiene razón, como la recibes así Miriam – dice una voz de chico desde el otro lado del pasillo.

- ¡Raoul! – exclamo mirando atónita a mi amigo - No te esperaba aquí. ¿Cómo está el chico mas guapo del mundo? – Pregunto abriendo mis brazos y echándome a su cuello.

- El chico más guapo del mundo no se como estará, pero oye, yo estoy genial – dice riendo y abrazándome.

- Bueno, cuando hayáis terminado, me la prestas un poco, si no te importa – dice mi amiga desde detrás de nosotros.

- ¡Ay amiga! ¡Cómo te he echado de menos! – digo soltando a Raoul y tirándome en sus brazos.

- Yo también – dice abrazándome y dejando que una lagrimilla le caiga. Cuando quiere es una llorona.

- ¿Pasa algo? – pregunta otra persona viniendo por el pasillo. Esta casa parece hoy un hotel, llena de gente.

- Nada, que ya ha llegado Ana y estamos recibiéndola como se merece – responde Miriam con una sonrisa mientras el chico acaba de llegar donde estamos. Le reconozco al instante, es Ricky, el otro amigo de Miriam, está igual que siempre.

- Hola Ricky, cuánto tiempo sin verte – le digo dándole dos besos a modo de saludo.

- Hola guapa. Espero no molestaros mucho esta semana, se que preferiríais estar solas para aprovechar más el tiempo, pero de verdad que desapareceré si es necesario. – Parece preocupado de verdad por no molestar y a mi me parece muy tierno por su parte. Me cae mejor de lo que recordaba.

- No seas tonto, que no es para tanto – Dice sonriendo sinceramente. – Bueno, ¿me dejas pasar y me dices cuál será mi habitación? ¿O me quedo para siempre en la puerta? – le pregunto a mi amiga mirándola de reojo.

- Claro pasa, perdona – me responde apartándose. – Tu habitación es la de siempre, ¿puedes subir sola o te ayudo?

- Ya la ayudo yo, tu acaba de enseñarle las cosas a Ricky, no te preocupes – dice rápidamente Raoul. No se muy bien si porque quiere quedarse solo conmigo o porque realmente Miriam aún le estaba enseñando la casa a Ricky.

- Está bien – dice Miriam sin entender tampoco del todo a Raoul. – Estas en tu casa, ya lo sabes – me dice a mi antes de irse hacia dentro con Ricky, haciéndole visita turística por la casa que íbamos a compartir.

Yo subo por las escaleras y detrás de mi sube Raoul cargado con mi maleta. Me encanta que sea tan caballero, siempre lo ha sido y es algo que siempre le alabo. Me giro a mirarle y noto que quiere decirme algo, pero que no acaba de atreverse, así que al llegar a la habitación me siento en la cama, le obligo a sentarse conmigo y le pregunto directamente.

- Dime corazón, ¿qué me quieres contar? – Raoul me mira sonriendo, suspira y empieza a hablar.

Narra Mimi

Luis contesta el teléfono totalmente serio, nunca le había visto así. En cuanto cuelga me quedo mirándolo y espero que sea él quien hable. Se que no le gusta compartir sus cosas, pero que si me necesita siempre viene a buscarme.

- Era mi madre – dice serio, con la mirada en el suelo. Se que eso es mala noticia, hacia mucho tiempo que no hablaba con ella y siempre que le llama es para darle una mala noticia o para discutir. Le cojo la mano, levanta la cara, me mira y veo como los ojos se le van poniendo rojos. Nunca había visto a mi amigo así, me acerco un poco más a él y le paso mi brazo por sus hombros a modo de apoyo, gesto que agradece al instante. – Es mi padre, ha empeorado de su corazón, le han dado horas de vida y ha dicho que quiere verme.

- Pero que quiera verte es bueno – digo intentando animarle.

- ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué si lleva 2 años sin querer verme, ahora de repente me necesita? – dice mientras una lágrima se le escapa de los ojos.

- No puedo responderte a eso Luis, pero si quiere verte deberías ir a su lado cuanto antes, o te arrepentirás siempre. – Le digo dándole la fuerza que le falta.

Me mira, asiente con la cabeza y se levanta del sofá donde estábamos. A estas alturas mi toalla ya descansa en el suelo y mi pelo, aún mojado, me moja la espalda.

Luis va a la habitación y a los 5 minutos sale con una mochila y las llaves del coche.

- Gracias por todo Mimi, eres lo mejor que me ha pasado nunca – dice sincero dándome un beso en la mejilla antes de salir de casa y dejarme a mi como un mar de lágrimas. Quería ser fuerte delante de mi amigo, pero ahora me había derrumbado totalmente.

Necesito un abrazo, pienso mientras voy a mi habitación a vestirme. Y de inmediato el nombre de Ricky viene a mi cabeza. Va a venirme muy bien que mi amigo haya venido antes al pueblo. Recojo mi pelo, aún húmedo, con un moño, me pongo cualquier cosa y salgo dirección de casa Miriam. Aunque nunca había estado dentro, sabia muy bien donde vivía.

Al mismo tiempo que le pido cariño a mi amigo, puedo decirle que Luis se ha ido y que no es necesario que se quede en casa Miriam ni una noche, que se puede venir directamente conmigo. Además, como Ana no llega hasta, como mínimo, por la noche, no voy nada nerviosa por si me la encuentro.

Cuando estoy casi llegando a casa de Miriam, justo en la esquina, al girar, me choco de frente con alguien a quien ni siquiera había visto y la hago caer al suelo. La ayudo a levantarse pidiéndole perdón, pero al cruzarse nuestros ojos me quedo totalmente bloqueada.

¿Tú? – Consigo articular aún mirándola. No puedo creerlo que ven mis ojos.

Empieza un sueño - WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora