XIII

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Una mañana, harta, fue a la plaza, sin canasto, sin joyas, aceitunas ni lazo; se paró en medio de toda la multitud y lanzó un pequeño frasco de vidrio, al quebrarse, este hizo un humo rojo muy visible y sonoro, todos la miraron.

Ojos De AceitunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora