Capítulo 1: Señorita

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Realmente, nunca he pensado profundamente sobre los sucesos de esos pocos días desde el momento en que han ocurrido. Por supuesto, siempre estaba pensando en eso. No es fácil olvidar tal cosa, pero en realidad nunca expliqué qué pasó exactamente ni conté mi experiencia personal a nadie. Todos conocen la base de la historia: el barco que zarpó hacia América, chocó contra un iceberg y luego se hundió. Estoy seguro de que hay montones de recuerdos y experiencias de otras personas, por lo que siento que es apropiado hacer lo mismo, y contar la historia de cómo me enamoré y luego perdí todo cuanto he amado en un instante.

Pese a todos los años que han pasado, no me he olvidado de él. Nunca lo olvidaré. Su cabello rubio que caía poco arriba de sus hombros, las extremadamente leves pecas que revestían sus mejillas y que sólo podían ser vistas de cerca, contrastando con su piel pálida. Su dulce sonrisa que iluminaba la habitación, y por supuesto, sus ojos azules que reflejaban la hermosura del océano en el que nos conocimos. Debería haber sido él quien sobrevivió, no yo. Si lo pienso ahora, probablemente podría haberlo salvado, y eso es lo que más me atormenta.

...

Desde el anuncio de la construcción del Titanic, mi familia y yo estuvimos decididos a abordarlo y viajar hacia América, donde esperábamos tener una mejor vida. Desde la muerte de mi padre, las cosas para nosotros sólo se habían tratado de viajar de aquí para allá, y eso sólo había empeorado la situación. Creíamos que nuestro futuro estaba en América, y no dejaríamos que nada se interpusiera en nuestro camino para llegar allí, ni siquiera las leyes. Eso estaba mal, ahora soy consciente de ello, pero en ese momento sentía que era la única alternativa, de lo contrario no habría forma de que pudiésemos darnos el lujo de conseguir pasajes para nosotros tres.

Estaba en el puerto, con mi hermana Mikasa detrás de mí, disfrutando de la luz del sol, gozando del calor en mi piel. Eché un vistazo a mi alrededor, al montón de personas esperando para abordar el buque. La atmósfera de la multitud era animada, los niños jugaban en un intento de distraerse de la abrumadora emoción, los pasajeros mayores estaban discutiendo impacientemente sobre sus planes para cuando abordaran, y los esposos abrazaban a sus familias cariñosamente en un adiós.

"¿Han traído todo?" Dijo mi madre, colocando su mano en mi hombro y en el de Mikasa levemente. Asentí, regresando a mis pensamientos, conversando ocasionalmente con mi hermana.

Antes de darnos cuenta la multitud procedió a avanzar, abordando el enorme navío con emoción. Mi madre le tendió los pasajes al hombre que controlaba a los de la tercera clase. Eso era todo lo que podíamos adquirir si queríamos viajar los tres. Caminamos por las cubiertas inferiores, ojeando las puertas mientras nos desplazábamos en busca de nuestra cabina.

"Eren, Mikasa, ¿por qué no van a explorar un poco?" Dijo mi madre abriendo la puerta y poniendo un pie dentro de la habitación. Asentí, sosteniendo la mano de Mikasa y regresando por la misma dirección en la cual llegamos.

Estábamos a un paso de una nueva y mejor vida. En pocos días estaríamos en tierras americanas, seríamos capaces de ver la Estatua de la Libertad, y de respirar el aire de América. Sentí que mi cuerpo chocaba con algo, haciéndome salir de mi ensoñación y causando que me cayera al piso.

"¡Perdón señorita!" Dije suavemente al darme cuenta de que era una persona, sosteniendo mi peso con las manos para aliviar mi peso de encima de la pequeña persona. Me puse de pie, ofreciendo mi mano a la joven rubia.

"Está bien." Acepta mi ofrecimiento, trepando sobre sus pies y sacudiéndose el polvo de la ropa. "Y por cierto, soy un muchacho." Sonrió afectuosamente, causando que mis mejillas se encendieran. ¿Qué clase de idiota confunde el género de una persona? Al menos no se lo tomó muy en serio.

"Ya que estás aquí, ¿hay alguna posibilidad de que puedas ayudarme?"

"¿Qué necesitas?" Respondí, sintiendo que sería una buena forma de compensarlo por el pequeño incidente.

"Estoy teniendo dificultades para encontrar mi cabina, ¿serías tan amable de ayudarme?" Asintiendo, tomé el pasaje que tenía en su mano y di una ojeada al número del camarote.

"Creo que es por aquí." 

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora