Capítulo 5: Confesiones

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"Eren, ¿estás con nosotras?" Preguntó mi madre, sacándome de mi estado de trance. Asentí, sonriéndole débilmente mientras tomaba una cucharada de avena.

No podía dejar de pensar en Armin. No podía dejar de pensar en lo mal que estaba ver a otro hombre de esa forma. ¿Qué pensaría mi madre? Seguramente me rechazaría, me echaría a un lado como si fuese un mero trozo de basura. Mi hermana generalmente me apoyaba, pero era incapaz de mantener su boca cerrada, así que no había forma de que pudiera contárselo a ella. Lo que es más importante, ¿por qué me sentía así por un tipo? Toda mi vida había encontrado atractivas sólo a las mujeres, así que ¿por qué me sentía tan fuertemente atraído por él? Debía ser porque él lucía como una chica... sí, eso era. Eso debió haber sido, esa era la única opción obvia.

"¿Quién es ese chico rubio con el que estuviste todo el día de ayer?" Preguntó mi madre.

"¿Lo vio besarme?" Pensé.

"Sólo un amigo que hice."

"Su nombre es Armin. Eren chocó con él antes de que el barco zarpara." Dijo Mikasa tranquilamente, terminándose el último bocado de su desayuno. Le fruncí el ceño a través de la mesa, apretando mis dientes con ligereza. ¿Qué dije? No puede mantener su boca cerrada.

"Eren, necesitas empezar a fijarte por dónde caminas. Ya hemos tenido esta conversación antes." Mamá respondió tranquilamente.

Me puse de pie luego de excusarme con ellas y salí hacia las cubiertas superiores.

-

"Buenos días Armin." Llamé, reconociendo al rubio parado en donde estuvimos la noche anterior, cerca de las barandillas. Sin embargo, a diferencia de la última vez, había mucha más gente. Eso, y que nosotros estábamos sobrios. Me paré a su lado, mirándolo de medio lado ocasionalmente.

"Buen día. ¿Quieres tu chaqueta de regreso?" Preguntó, su voz era calma y dulce como de costumbre.

"No, está bien. Puedes quedártela." Procedimos a conversar, tal como habíamos hecho ayer.

"¿Sabes Armin?" Comencé. "Tus ojos son como el océano." Él se volvió hacia mí, con la confusión levemente expresada en su rostro. "Quiero decir, son azules, y claros... y agradables a la vista." Vi su piel volverse rosada, y antes de darme cuenta la mía estaba probablemente igual.

Hoy por hoy, si por alguna u otra razón empiezo a olvidar por qué me enamoré de los ojos de Armin, sólo tengo que mirar hacia el océano para recordarlo. Era como si fueran piscinas en miniatura para imitar a la versión más grande.

"G-gracias Eren." Se aproximó un poco más a mí, nuestros brazos se tocaban muy levemente. "¿Puedo preguntarte algo?"

"Hazlo." Respondí, disparándole una sonrisa tranquilizadora.

"¿Es posible enamorarse en sólo unos días?" Bajó la voz mientras hablaba, así que era casi inaudible. Me quedé quieto, mirándolo mientras él observaba el mar.

"Seguro, eso creo." Respondí. "Bueno, quiero decir que depende de la situación. No soy un experto en este tema." Reí ligeramente, rascándome la nuca torpemente.

"Eren." Dijo, volviéndose hacia mí, sus mejillas ahora eran de un color rojo brillante. "Creo que estoy enamorado de ti."

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora