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Hubo  una vez en la que el sol decidió esconderse y dejarnos ver, por fin, las nueves sin cegarnos.

Tu veías conejos y animales variados que acabaron formando un zoo. Nunca te dije lo que veía yo.

Nunca he sido cursi, ni tampoco romántica pero ese día me transforme en una ñoña de película. Después de los corazones blancos del cielo fuimos a nuestras casas, por lo menos yo fui a la mía, y me releí Romeo y Julieta, dejando atrás la faceta de mala niña. Me transformaste en lo que yo consideraba ofensivo, pero realmente sólo acabó siendo una característica más por la que ahora me describen.

Quisimos hacer lo que muchos habían intentado y acabamos con dos corazones rotos en la mano y sólo un Adiós como despedida.

Años más tarde  entendimos  que el orgullo no lleva a ninguna parte y firmamos la tregua, aunque tampoco cambiamos nada después de eso.

Palabras que nunca me dijisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora