Mi poeta se ha dormido.
Caballero de batallas,
tu pluma es tu lanza,
tu escudo el papel,
tu victoria los versos que deslizabas por mi piel.
Tus cabellos comenzaban lentamente a blanquear.
Cuando esa dama y su güadaña con su gesto espectral te ha dicho sin palabras que es la hora de marchar.
Nuestros corazónes errantes unidos pereceran, porque para ti he nacido y contigo he de morar aunque en el camino para llegar a tú lado... mi corazón a de sangrar.
En esta noche que es tuya y mia,
jugaremos el juego de la muerte,
danzando en la soledad del monte hasta clarear el horizonte.
Vagan caprichosas las nubes y se agitan temerarias las olas del mar.
El huracan de nuestros sentimientos me empuja locamente a cruzar al más allá.
Mi poeta trovador has callado tu voz; aturdida besé tú piel,
embolviendonos en esta dulce niebla que nos hiela a los dos.
La noche clamaba por nosotros y la voz de la tormenta furiosa nos apremia; nuestros cabellos agitados por el viento revoloteaban frenéticos en esta danza mortal.
Sobre tus ojos posé los mios y sobre las tuyas mis manos posé.
La angustia y la incertidumbre me llevaron a tú tumba,
pero tu voz no estaba,
no podía recitar estrofas de poesía que conjugára el verbo amar.
En la tierra fría yacía su cuerpo,
el fuego de su lámpara habíase extinguido con él.
Soplaba la brisa gélida de la hiel, sobre mi marchito espiritu indómito.
Desperté petrificada por el intenso dolor; seguí el murmullo del río y en su corriente me lanzé, si con ella tu te has ido yo con ella me iré.
Mi poeta peregrino contigo dormiré; aferrada a tu cuerpo por siempre estaré.
Mi poeta trovador... recitame tus versos en esta tumba para dos.