Personas, ovejas no

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El hábil hombre de capa gris trepó con dificultad por las piedras mojadas por la lluvia, hasta llegar a la hendidura en la montaña que se había convertido en su casa durante el último mes.

Por fuera, no era más que una estrecha grieta pero en su interior había bastante espacio cómo para que una familia pudiera vivir cómodamente.

Pero ese no era el caso de aquel hombre de capa gris, mejor conocido como David, él estaba solo.

El fugitivo se adentro en su cueva y se sorprendió al ver la pequeña fogata que el mismo había apagado por la mañana,
encendida. David se estremeció ¿Acaso Saúl lo había encontrado?

Además de la fogata encendida, habían otras cosas extrañas en la caverna, entre las que el fugitivo pudo observar, a un hombre habilimente ocultado en una esquina especialmente oscura.

-¿Quién eres?- preguntó desenfundando su espada-Muestra tu rostro.

-¿Por qué te ocultas?- preguntó el desconocido alzando las manos en signo de paz aunque David no podía ver su rostro-¿Por qué no te levantas y tomas lo que te pertenece?

-¡Muestrate!- ordenó David frunciendo el ceño.

El hombre misterioso salió de las penumbras y lentamente se quitó la capucha que cubría su rostro.

—Soy yo tío— sonrió Joab— He venido porque el rey se ha enterado de que te ayudé a escapar y quiere asesinarme, es un hijo de...

—¡Detente!— ordenó David frunciendo el ceño— Debes detener tu boca traicionera de insultar al Rey— dijo volviendo la espada al correaje en su cintura — No olvides que es el escogido de Dios.

Joaa podía comprender el gran respeto que David sentía hacia su Dios, pero jamás, la sumisión a Saúl, eso iba más allá de lo que su caprichosa mente podía entender.

—Tío— la cara de enorme frustración de Joab, era casi un poema— Escucha yo, ya sabes, yo— dijo dubitativo — Yo amo a nuestro Dios, pero no me pidas que sea leal al rey que intentó matarte una y otra vez— Hizo una pausa para observar la reacción de su tío— Eso no va con lo que soy.

—Entonces, dime Joab— la voz de David sonaba oscura y débil bajo el sonido  de la lluvia— ¿Qué eres?

—Un hombre que se va a quedar aquí — dijo con seguridad, señalando el suelo y con la frente en alto— Y que va a luchar a tu lado si es necesario.

En el rostro mojado y sucio de David, apareció una pequeña, pero franca sonrisa. Sin decir palabra estrechó con firmeza la mano de su sobrino con la suya.

Pero de pronto unas voces se escucharon afuera de la cueva, David miró confundido a Joab buscando explicación, pero él solo alzo los hombros y negó con la cabeza.

—¡David hijo de Jesé!— una voz se elevó por encima de las demás y retumbó en los oídos de David como el sonido molesto de un insecto—¡Sal de esa cueva y enfrenta tu destino!

David asomó la cabeza por la hendidura y pudo ver a un pequeño grupo de hombres armados, un ejército, que lo saludaba.

El clan de su familia, el efrateo, soldados   que él había comandado y otros hombres que no conocía,guiados por el hermano de Joab habían decidido unirse a su causa.

—Eres más rápido que una serpiente— le dijo entre dientes a Joab.

—No puedo evitarlo — dijo él riendo con mueca de inocencia— Es parte de mi.

El Rey David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora