11.

1.8K 170 13
                                    

La mayor empezó a correr detrás de la menor, la cual llevaba una mochila repleta de cosas que pensaba que podían necesitar.

La voz del padre de Rosé todavía se escuchaba de fondo al final de la calle, y la hermana de Rosé las miraba marcharse intentado hacer entrar en razón a su padre, pero tuvo que parar de hacerlo si no quería verse fuera de casa al igual que lo que le había pasado a su hermana.

Lisa estiró su mano agarrando la de Chaeng hasta estar lo suficientemente lejos como para poder pararse a descansar.

Volvieron a ponerse en marcha mientras que la mayor de las dos intentaba controlar sus ganas de llorar.

Sabía que su padre no llevaba razón y que lo que estaba haciendo estaba mal, pero sin embargo sabía que nunca lo haría entrar en razón y mucho menos sería capaz de explicarle algo después de que se encontrará a ella y a Lisa besarse en su habitación.

Andaban sin rumbo alguno y eso en cierta parte asustaba a la mayor. Sabía que ir a la casa de Lisa a esconderse tampoco sería buena idea ya que posiblemente sus padres hubieran contactado con los suyos para contarle todo lo sucedido, así que aunque supiera que no servía nada de eso, rezó internamente para que Lisa tuviera un plan mejor que los que se le ocurrían a ella en su cabeza.

La menor por otro lado, intentaba encontrarle una solución a todo lo que estaba pasando. Lisa ese día había decidido ir a casa de Rosé para decirle que la habían aceptado en la misma universidad de Nueva Zelanda al igual que a ella y que también contaría con una beca de estudios, con la que no tendría que pagar nada y tal fue la emoción que se acabaron besando en su habitación. Sólo fue eso, un par de besos inocentes, el cual el padre de Rosé no llegaba ni llegaría a entender.

Lisa recordó entonces unos edificios de los cuales su abuela le habló una vez cuando era pequeña, no recordaba cuál era el nombre de la mujer la cual le dijo, pero sabía que con algo de memoria lograría recordarlo en el camino y podría hacerle un favor.

Ambas tomaron un tren rumbo a aquel barrio mientras que Lisa pedir un milagro para que aquellos edificios todavía siguieran en pie.

La mayor de las dos estaba cansada emocionalmente después de todo lo que había vivido ese día, apoyó su cabeza en el hombro de su novia y al cabo de un rato consiguió conciliar el sueño mientras que Lisa entrelazó sus manos acariciando la palma de esta.

Estuvieron más de una hora subidas en aquel tren el cual parecía que nunca llegaría a su destino y fue entonces cuando la menor se preguntó que si realmente eso era lo que les esperaba a las dos desde un principio, huir de casa y comenzar una vida nueva apartadas de todo.

El tren paró y bajaron porque habían llegado a su destino.

Rosé apretó la mano de Lisa a medida que ambas iban andando, no habían dicho ni una sola palabra durante todo el camino. La menor estaba demasiado ocupada pensando que quizás había sido ella la que había condenado a Rosé a todo aquello, mientras que la mayor se limitaba a aferrarse a Lisa, porque era lo único que le quedaba.

Ambas pararos delante de unos edificios algo viejos y Lisa suspiró abriendo la puerta del pequeño portal, la cual estaba abierta, y daba paso a un pequeño patio lleno de plantas y sonrió viendo como todos los recuerdos volvían a su cabeza.

-Espera aquí.-Rosé asintió y pasó una mano por su brazo, frotándolo, mientras que miraba el lugar curiosas pero también asustada.

La menor entro dentro del edificio y comenzó a subir unas escaleras hasta llegar a la primera planta y tocó la puerta de color marrón oscuro esperando a que le abrieran.

Una mujer de unos 65 años, con el pelo canoso y con gafas, abrió la puerta mirando a Lisa de arriba abajo para después abrazar a la menor que sonreía aliviada al ver que seguía viviendo allí.

La mujer invitó a pasar a Lisa a dentro de su casa, pero está el espejo que tenía a una amiga abajo esperando, entonces la mujer le dijo que fuera por ella y que subieron las dos a su casa.

Lisa bajo casi corriendo las escaleras para tomar la mano de Rosé tirando de ella mientras que le sonreía y la mayor la veía sin entender.

-Todo va a salir bien, confía en mí.


[...]

-Lisa solía venir aquí cuando era pequeña.-Comenzó a explicarle la mujer a Rosé.-Su abuela y yo éramos muy buenas amigas, y solía traerme a su nieta para que la viera, siempre han tenido un gran parecido.-Dijo haciendo que Lisa agachara la cabeza avergonzada y que Rosé riera.

-¿Entonces usted trabaja aquí?-Preguntó Rosé y la mujer asintió.

-Soy la dueña de este bloque, asi que yo cobró a la gente que vive aquí. Antes esto era de mi padre, y después pasó a mí y teoricamente deberían de heredarlo mis hijos, pero para mi suerte o para mi desgracia no he tenido.

-Verás, la señora Jung nunca ha sido muy sociable.-Explicó Lisa ganándose un golpe por parte de la mujer.

-Te he dicho millones de veces que no me digas señora Jung, y si he sido sociable solo que la gente no sabía apreciar las buenas amistades.-Rosé rió antes las ocurrencias de aquella mujer y Lisa se encogió de hombros.

-Pero sigo sin saber porque estáis aquí.-Comentó confundida y Lisa suspiró comenzando a explicarle toda la situación a la mujer quien acabó mirándolas sorprendida.

-No os preocupéis, contad conmigo.


***

Creo que me quedan uno o dos capítulos para que esto acabe y por si veis algo raro, os aviso que estoy corrigiendo la historia.

Nos leemos pronto, bye bye~

7 noches ✧ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora