2.

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Su melodía era perfecta. Iba lenta y después empezaba a acelerar y era yo la que provocaba esos espasmos en su cuerpo. Pronto empecé a sentir como quería mas, sus dedos enredados en mi pelo atrayéndome hacia ella era lo mejor que me había pasado en la vida. Su cuerpo y el mio iban a la misma vez, formando una melodía perfecta, mi sonrisa iba en aumento al ver como su cuerpo delgado y perfecto empezaba a sudar, más y más.

-Hagamos que esto sea mejor.-Dijo y ella abrió sus ojos, totalmente dilatados, lo que hizo que acabara de perder el control y empecé a moverme sobre ella mientras que suplicaba por mis labios.

-Do, re, mi.-Comenzó a gemir haciéndome sonreír y mordió mi labio inferior provocando que yo también lo hiciera.-Es ahora, do, re mi.

Desperté completamente sudada. Mi respiración era pesada y inestable, miré hacia mi lado y la morena estaba tumbada a mi lado durmiendo plácidamente. Era la tercera vez que tenía ese mismo sueño, no podía quejarme de tenerlo, pero por alguna razón, no lo entendía. Sería estúpido decir que no me gustaba, dios, era putamente perfecta, como no me iba a gustar. Desde sus delgadas manos hasta sus carnosos labios y todo era mucho mejor cuando recordaba su risa cuando se mezclaba con la mía, la deseaba tanto, en todos los sentidos.

Me levanté con cuidado de no despertarla, aquel sueño creado por mi imaginación era como ver porno de la mejor calidad. Aquella cama de sabanas blancas, sus labios rojos y su pelo oscuro, nuestros cuerpos en uno era lo mejor que había visto en mi vida, y solo era un sueño.

Abrí la puerta de la cabaña y la volví a cerrar, cogiendo las llaves para dar un paseo y hacer que aquella calentura que llevaba encima se me pasara. Desde aquel día en la iglesia, algo de ella me había llamado la atención.

Primero fueron sus labios al moverse, tenía un control total de todo lo que decía o contaba aunque siempre estaba repitiendo que era muy tímida e insegura. Después fueron sus manos entrelazadas con las mías, mis dedos era ligeramente mas grandes que los suyos, y cuando nos tomábamos las manos, había llegado a pensar que mis manos estaban echas para ella, y las suyas para mí. Después fueron sus ojos, fue el primer día que la había visto llorar.

Jennie y Tae habían estado discutiendo y habían llegado al punto de no hablarse por una semana, lo que provoco un dolor para la morena, aunque quisiera ocultármelo. Un día fui a su casa y comenzó a llorar en mi hombro, como pude retiré sus lágrimas de sus ojos y me fijé en ellos, podía ver su alma tan pura y frágil que me sentí fuerte a su lado, fuerte para poder cuidarla el resto de mi vida. Mas tarde vinieron su sonrisa y su risa, la combinación de ambas era mi felicidad y lo que me hizo darme cuenta de que ya no la miraba de la misma manera fueron mis ojos.

Jisoo tomó una foto de las dos juntas, en aquella foto, la morena miraba feliz a la cámara y yo la miraba a ella, perdida en su perfil y sonriendo al verla contenta, me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada de Rosé y por impulso intenté alejarme de ella, pero echaba de menos sus abrazos y sus malditas tonterías, que no tenían gracia, pero me reía porque después de contarla parecía la persona mas feliz del mundo, y yo no era nadie para quitarle su felicidad, es mas, yo quería ser parte de ella.

Seguí andando por un buen rato, hasta llegar al banco en el cual me senté toda la tarde cuando decidí dar un paseo. A veces, era demasiado dura con ella, tenía demasiados pájaros en la cabeza y pronto iba a empezar la universidad, me sentía como una completa mierda cuando le decía: Rosé, vivimos en una sociedad de mierda, nada de eso va a pasar.

Lo peor de todo, es que ella en el fondo sabía que tenía razón, pero dios, tenía un corazón que no le cabía en el pecho y me lo había demostrado tantas veces, a mí y a todos. Nunca había sido una persona alegre, a pesar de que siempre conseguía hacerla reír, pero deje mi País cuando era una niña de cuatro años para viajar por todo el mundo con mi madre y su marido. 

Miré al cielo por un momento y comencé a reírme. Si alguien pasaba por allí, pensaría que estaba drogada, eran las cinco de la mañana y yo estaba sentada en un banco, mirando al cielo y riéndome de mi propia vida. Constantemente me replanteaba el hecho de por qué estaba aquí, no era capaz de tomar una decisión por mi misma, nunca lo había hecho y el ahora no iba a ser una escusa. Había pensado en declararme a Rosé y en mi pecho estaba la esperanza de que ella me correspondiera, pero no sabía que iba a pasar después si algo de eso salía bien.

Ni mis padres ni los suyos eran como los de Taehyun, eran católicos, cerradas y sin remedio alguno, si mi abuela estuviera aquí, me ayudaría y me diría alguna de esas frases que las abuelas dicen, pero ella estaba a miles de kilómetros de mí, en la cama de un hospital, muriéndose y yo no estaba allí con ella. Me preguntaba cuanto mas podría seguir mintiendo.

Volví a levantarme y volví a caminar en silencio. No hice nada mas, por un momento, deje de pensar en todo y era como si mi alma hubiera desaparecido y agradecí no tener nada rondando en mi cabeza por unos minutos. Me volví a encontrar enfrente de la puerta de la caballa, entré en silencio y me quité los zapatos, escuché un par de sollozos y me di cuenta de que Rosé estaba llorando.

-Ey, no llores.-Me tumbé en la cama a su lado y se apretó a mi volviendo a llorar. Mi corazón comenzó a latir, fuerte, como si hubiera estado muerto y con su presencia hubiese vuelto a revivir.

-Yo...yo...-Comenzó a hipar y me pegué a ella todo lo que pude.

-Pesadilla, ¿verdad?-Pude sentir como asentía.

Sabía que Rosé tenía pesadillas, no las tenía desde hace bastante tiempo, pero por alguna razón habían vuelto. Nunca me contaba con que soñaba, simplemente no me soltaba hasta que volvía a dormirse.

-Tú no estabas aquí.-Dijo todavía sollozando y me sentí como la peor persona del mundo. Ella había estado llorando y yo no había estado ahí para ella.

-Lo siento, me desperté y decidí dar una vuelta.-Ella alzó su vista y me miró, retiré las lágrimas de sus ojos, ella cerró los ojos ante el tacto de mi piel con la suya y suspiró volviéndolos a abrir.

-Lisa, prométeme que te quedaras a mi lado, aunque solo sean estas siete noches.

-Voy a quedarme todo el tiempo que quieras.-Al escuchar eso, la morena empezó a relajarse, no era la primera vez que esto le ocurría. La primera vez fue en el cumpleaños de Jennie. Ambas dormimos en la habitación de invitados y tuve que calmarla, la segunda en mi casa y la tercera en la suya, esta era la cuarta vez y verla así me destrozaba.

-Entonces, tienes que quedarte siempre.-Dijo en voz baja mientras se dormía encima de mi pecho.

Besé su cabeza y me quedé dormida oliendo el perfume de su pelo y pude jurar, que me quedaría así por el resto de mi vida, a su lado, sin que nadie nos lo impidiese.


*    *   *    *

Breve explicación de este capítulo, Rosé narra el día, porque ella es la luz que a Lisa le falta y Lisa narra la noche porque es la oscuridad que a Rosé le falta, es decir se complementan(muy cliché, lo sé pero esta historia salio de mi interior, valeno)

Pero bueno, nos leemos en otra ocasión, annyeong.

Pdt: Siento que el smut fuera solo un sueño, no me maten, pero es muy pronto aun para eso, ahora si, chauuu.

7 noches ✧ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora