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—Dominik y el gran machote que milagro verlos por aquí— Masery estaba sentado en una de las mesas del club, se levantó y nos saludo con un abrazo.

—El jodido destino nos trajo aquí— respondí sonriente.

—¡Oh Domy! Se te ve feliz, ¿es por que tu aniversario y el gran regalo esta a la vuelta de la esquina?— Y sonreí aún más y lo abracé —¿Quiénes son ellos?— me susurró al oído. Yo solo bufé.

—Que grosero de mi parte, déjame presentarte a la familia de mi esposo, son sus padres, su hermano y la esposa de su hermano— hablo mi esposo.

—¡Oh!— las cejas de Masery se levantaron y susurró un  joder.

—Mucho gusto— saludo mi madre, con mucha “clase

—Eh, sí— Masery estaba incómodo, al igual que yo.

Sabía que este día iba a ser tedioso y no me iba a divertir como lo planeaba, sabía que ellos sólo arruinarían las cosas. Incluso Masery esta debatiéndose mentalmente en si entablar conversación con ellos o sólo ignorarlos, sabia cuanto los odiaba, sabia cuanto me afectaba su sola presencia.

—Bueno, Dominik y yo nos iremos a cambiarnos, señores Webster, si gustan acompañarnos a los vestidores de hombres, mandaré a una empleada para guiar a las señoras— se dirigió a mi padre y hermano.

—Nos vemos después Masery—  seguimos a los vestidores y nos adentramos en estos, mi esposo les rentó unos casilleros para que guardasen sus cosas, nosotros como éramos socios tenemos el propio.

Nos cambiamos a unas bermudas y esperamos a que mi familia se terminará de cambiar, mientras abrazaba a mi esposo y le daba pequeños besos en todo su rostro.

—Te amo— susurré antes de comenzar a besarlo con tanto cariño, sus besos eran idénticos desde la primera que tocamos los labios el uno del otro.





Hacía tres semanas desde que había recibido la obra de arte, por la cual tendría un gran Karma por pagar, lo que me consolaba es que el Karma iba a ser compartido, aunque desconocía si era posible.

También había encontrado un trabajo en un banco, estaba de gerente, aunque no me quejaba pues era buena paga, era un poco cansado el estar viendo tantos números todos los días a todas horas. Había salido a almorzar, cuando una llamada me distrajo. Había un problema en el banco.

Comí lo más rápido que pude y salí de la cafetería con un vaso de café en la mano. ¿Fue el destino? ¿Coincidencia tal vez? Que al abrir la puerta, choque con una persona. O más bien, esa persona.

—Joder, has manchado mi camisa— al escuchar esa voz rápidamente levanté la vista, y sus ojos y voz me atraparon una vez más.

—Lo siento, tengo un poco de prisa— creo que me sonroje, ¿Porqué rayos me sonroje? ¿Estoy admitiendo que me sonroje por un chico? Estoy jodido.

—Bueno, ¿Cuál será mi recompensa?— su mirada no dejaba de hipnotizarme.

—¿A caso eres un cazar recompensas? — Creo que estoy coqueteando…

—Hermosura, yo no cazo, yo la robo— creo que en ese momento mi cerebro se apagó, pero segundo después mis neuronas se activaron.

—Joder, se me hace tarde— de mi bolsillo saqué una tarjeta de presentación y se la tendí —¿Puedes llamarme y mandar a la tontería tu camisa, yo pagaré los gastos, además, tenemos que aclarar algo— creo que supo muy bien de qué era ese “algo” por que sonrió socarrón.

Y después de esa simple llamada nos pusimos de acuerdo para quedar de cenar en un restaurante, no sé por qué carajos estaba nervioso.

—Llegaste temprano— me sonrió en cuento se sentó en la mesa.

—Tal vez tu llegaste tarde— sonreí y tome una respiración profunda en cuanto su voz ronca comenzó a pedir la especialidad del día y también ordenó por mi.

—No me gustan las ostras— hablé cuando el mesero de había retirado.

—Mi error, ahora lo arreglo— me sonrió y llamó una vez más al mesero antes de que saliera por la puerta, si, estábamos en un ala privada.

—¿Puede cambiar la orden? Descarta las ostras, ¿Qué quieres Dominik?— se dirigió a mi, el mesero rodó los ojos, ¿Porqué carajos rueda los ojos? ¿Porqué ve así a mi acompañante? Maldita sea, ¿Acaso estoy celoso?

Después de ordenar hablamos de cosas sin sentido, bueno, al menos ya sabía que le encantaba el color rojo, la naturaleza, prefería el mar, tenía veintiocho años, lo que lo llevaba a ser tres años mayor que yo, trabajaba en el bufete de abogados que su abuela le había heredado y según él, tenía un hobbie raro, que si me lo dice, no lo entenderé.

Pero no todo es eterno, la curiosidad es un gran ejemplo.

—¿Cómo hiciste lo de la obra de arte?— su sonrisa se borró y los cubiertos se dejaron de escuchar.

—Solo acéptalo y sin preguntas, te lo debía ¿Recuerdas?— suspiré, yo nunca me quedo con la curiosidad.

—Creo que, tengo el derecho de saberlo— mi voz sonó tan firme, y me felicité por ello.

—Tiene un postre genial, yo creo que es mejor ordenarlo— evitó el tema. Sí, esto no se iba a quedar así.


—No entiendo, cuando te dije que teníamos que hablar de este tema, simplemente sonreíste y ¿ahora lo quieres evitar?—

—No quiero evitar nada Dominik, solo es que no entenderías ahora—

—¿Entonces, por que se supone que estamos aquí si no es para hablar de ese tema?— ambos nos estábamos alterando y eso no me estaba gustando.

—Podemos hablar de otros temas— Dejó el plato de lado y su voz ahora sonaba más seria que lo normal.

—¿Cuáles otros temas según tú?— susurré.

—No lo sé, quizás mencionar el que creo que me gustas—

¿Qué?

¿¡Qué!?

¿¡QUÉ!?

—¿Qué?— mi voz salió en un susurró, nada comparado a mis pensamientos.

—Eso, creo que me gustas— estaba en shock, joder, como salía de un sock.

No fue difícil responder esa pregunta, por que la respuesta llegó por sí sola.

Unos labios, sus labios en los míos, besándome.

Me estaba besando.

Cuando el beso término se alejó un poco de mí, soltó un “Carajo, me gusta” de levantó y se fue de ahí. Cuando salí del ala privada, el mesero me Informó que la cuenta ya estaba pagada. Y yo aún no podía superar el segundo Shock, ni mucho menos el primer beso con él.

A decir verdad, no quería que fuera el único, Joder, creo que me estoy volviendo gay.




C R I M I N A LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora