Capítulo 6

155 10 0
                                    

Narra Hannah.

El camino hacia el lugar se estaba haciendo largo. Notaba a Alice nerviosa, seguro iba a tener que preguntarle cuando llegáramos. Al fin y al cabo... habíamos llegado a Canadá en tan sólo unas horas. Creo que deberíamos haber usado nuestras formas licántropas desde un principio para ir a México -aunque dudaba de poder seguirle el paso a mi mate-.

Cuando llegamos vi que Alice se ponía mucho más tensa y tomaba su forma humana algo nerviosa. Yo hice lo mismo que ella y le abracé por detrás, dándole apoyo. Ella sólo se quedó abrazada a mí, por lo que noté no quería alejarse para nada, y yo de ella tampoco.

— Tu hermano está por allá. —Dijo Andrés, y sí, le puse ese apodo por el simple hecho de que su cabello es rojo como la sangre... me da asco. — En la cabaña de tus padres.

— Gracias Adrien. —No puedo creerlo, ¿acaso así se llamaba? Estuve cerca de pegarle al nombre, muy cerca, pero Andrés le queda mejor. — Han, ¿me esperas aquí?

— No. —Susurré, no quería quedarme sola y menos con toda esta manada de idiotas mirándome como si fuese un pedazo de carne. — Te acompaño.

— Pero-

— Dije que te acompaño. —Le insistí sin dejarle terminar de hablar. Empezaba a pensar que me ocultaba algo.

— Está bien. —Susurró con un tono algo triste. Yo me separé del abrazo que estábamos teniendo y le di la mano, siguiéndole el paso. Noté que temblaba y eso me hizo alertarme, mirando hacia los costados... todos los hombres la observaban con lujuria, me confundí mucho más, pero más que confusión era molestia. — Han... no los mires.

— Lo haría si dejaran de mirarte de esa forma. —Apreté un poco su mano, intentando calmar a la bestia que estaba a punto de lanzarse hacia ellos. — ¿Por qué te observan así, eh?

— Basta. —Pidió ella, y sentí como su corazón latía con rapidez.

Sólo suspiré y seguí caminando a su lado intentando ignorar las miradas de los putos pedófilos que estaban a nuestro alrededor. Cuando entramos a la dichosa cabaña la sentí mucho más nerviosa, y su rostro cada vez se dejaba ver más pálido.

— Alice... Hermana mía, ¿cómo estás? —Algo me decía que no era un buen tipo, por lo que me puse al lado de ella con mirada amenazadora.

— Hannah...

— ¿Qué quieres con ella? —Miré al chico de nuestra edad de arriba a abajo. Vestía formal, parecido a un humano, pero su ropa estaba hecha de cuero exceptuando la camisa y el moño. Sus ojos grises se mostraban intensos y su cabello color café estaba a un lado en un estilo medio emo. — Contesta.

— Oh, ¿vas a dejar que me conteste así, Alice? No quiero tener que pelear con ella.

Noté como se tensaba, pero de repente todo se volvió confuso, y con un dolor en el trasero... ¿Acaso ella me había empujado?

— Lárgate. —Me ordenó con sus ojos fríos. No entendía, ¿por qué se ponía así? ¿Acaso hice algo malo? — Ahora.

— Alice... —Intenté protestar.

— ¡Dije largo! —Pero ella no me dejó.

No quería mostrarme débil frente a ella... iba en contra de mis principios. Sólo suspiré y solté una risa, y mientras negaba con la cabeza la dejé sola con su hermano. ¿Quería su espacio? Bueno, se lo di, e incluso no me aparecería hasta dentro de una semana, para que note que sin mí ella no es más que una mierda.

Nadie me habla mal, y verás las consecuencias Alice.

Narra Alice.

Cuando ella se fue sentí una mano acercarse y tomarme con cautela por la cintura. Yo sólo cerré los ojos con la esperanza de que no ocurriera lo mismo...

— Lo haces bien, cachorrita. —Susurró a mi oído con un tono que me dio asco. — Ahora... para lo que te llamé. —Sonrió lascivo, a lo que yo sólo tragué saliva. — ¿Qué sucede? No te haré daño, lobita... sólo quiero pedirte un favor a lo que no te puedes negar...

— ¿Q-Qué favor? —Demonios. No quería titubear frente a él... pero era imposible. Él era mi pesadilla, y estaba allí, parado detrás de mí y amenazando con romper mi cordura.

— Quédate aquí conmigo y con la manada. Haz lo que te digo al pie de la letra... no queremos que ciertas personas salgan lastimadas, ¿no es cierto? —Lamió mi cuello, pensé que iba a vomitar. — El control lo tengo yo, recuerda eso.

— L-Lo t-tengo claro. —Afirmé, intentando quitar el nudo que tenía en la garganta.

Su mano se metió debajo de mi camisa, subiendo lentamente. Mis ojos se agrandaron con sorpresa y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro. Intentaba aguantar el asco, pero entonces un pedazo de cinta muy grande fue hacia mi boca llevada por su odiosa mano. No podía gritar... quería luchar, pero sabía que con la fuerza que él tenía no lograría nada.

Sólo me dejé hacer... y él se aprovechó de mi momento de debilidad. Así como nuestra naturaleza lo dicta...

"El más fuerte siempre tendrá más derecho sobre el más débil".

Narrador Normal.

El hermano de Alice estaba cegado por la lujuria... no dejaría pasar ese momento, así como lo había hecho años atrás. Tomó a su hermana por los cabellos y la tiró al suelo bruscamente, y con un odio acumulado rasgó su ropa haciéndola pedazos y dejándola desnuda. Al ver que ella intentaba negarse tomó unas esposas, no sin antes colocarse unos guantes.

— Mira hermanita... con esto no podrás escapar. —La tomó del brazo y la guió a su habitación, tirándola a la cama y usando las esposas para atarla a la cama, esposando sus manos y pies. — Ten cuidado... son de plata.

Alice sintió como la plata hacía efecto en sus muñecas y talones. Era peligroso, ya hasta sentía como le quemaba y ardía como el diablo. Ya no podía pelear, podría hacerse daño. Sólo tembló y miró a su hermano con rencor.

— Oh, no te enojes... te soltaré luego, lo juro... —Comenzó a desabrocharse los pantalones, y ella miró al techo negando con la cabeza y rezándole a la Diosa Luna para que la ayudara a escapar... pero nadie vino, y su hermano ya se había puesto sobre ella tomándole por la cintura con brusquedad. — Vamos Alice... mírame...

Sintió el miembro de su hermano acercarse a su intimidad y su respiración se hizo entrecortada gracias al llanto que trataba de sonar, pero no podía gracias al papel pegado sobre su boca. Sin piedad, metió su miembro a lo que ella dio un grito ahogado.

— ¿Extrañaste esto? Seguro que sí... seguro también extrañas al miembro de papá, puta asquerosa.

La embistió con brutalidad. No le importó oír los pequeños gritos de su hermana mayor, no le daba lástima y nunca daría ese sentimiento en él...

Él le iba a enseñar quién mandaba, y le haría saber que ni Hannah podría salvarla esa vez.

La Pesadilla de AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora