Una semana pasó.
Todo un caos.
Una mujer hecha pedazos por segunda vez, gracias a su hermano menor.
Alice estaba cansada. Sus muñecas dolían mucho y sus tobillos igual. También muchas otras partes de su cuerpo le ardían gracias a un nuevo "juguete" que Alan (su hermano) había conseguido para su bizarro juego. Sí, había conseguido un gran látigo... pero con unas tiras de plata que hacían que su cuerpo se quemara.
Sus mejillas estaban llenas de moretones que se curaban a un paso muy lento. ¡Su regeneración estaba fallando mucho gracias a lo débil que estaba! Aún así, se culpaba a sí misma por intentar defenderse aún sabiendo que su hermano tenía más fuerza que ella.
¿Hannah? Hannah apenas estaba volviendo a casa con toda una pinta de ganadora. Seguro Alice se tomaría las cosas más en serio ahora que la había dejado sola por una semana entera.
La olfateó e inmediatamente frunció el ceño. El aroma de su mate estaba mezclado con el de alguien más... y eso no le agradaba para nada.
Entró a la cabaña donde Alice se encontraba completamente furiosa.
— ¡Ahora debes explic-
Sin embargo... notó que ella estaba recostada sólo con su ropa interior, y con su cuerpo lleno de golpes, cortadas y quemaduras graves. Su mirada cambió a una preocupada e inmediatamente fue hacia ella arrodillándose al lado de la cama.
— ¡Alice! ¡Alice, despierta!
— ¿Han...? —Abrió los ojos lentamente y le miró. — ¿Dónde estuviste...?
— De verdad lo siento, no debí irme... sabía que algo andaba mal y aún así te dejé sola. ¡Perdóname! —Pidió con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas. — ¿¡Quién te hizo esto!?
Alice se levantó haciendo una mueca de dolor, y acarició su cabeza con cuidado. La pelimorada le observó expectante y algo sorprendida por su reacción, pero eso le había hecho sentir peor...
— ¿Cómo pude...? —Susurró, con su voz casi quebrada y el llanto a punto de querer hacer presencia. — ¿Por qué...?
— Hannah, acuéstate conmigo. —Más que una petición parecía una orden que la mencionada siguió al pie de la letra abrazándole con dulzura y tristeza. —Hannah... te extrañé.
— Perdón... Por favor, perdóname... —Dicho esto rompió en llanto.
Se sentía la persona más cruel del mundo, ¡qué egoísta había sido! Debería haber dejado su berrinche atrás y haberse quedado con ella. No debió irse, y ahora estaba pagando las consecuencias por sus actos.
— Cuando tenía... once años. —Comenzó a relatar Alice, acariciando el cabello de Hannah. — Mi padre abusó de mí sexualmente. Todo esto ocurrió cuando volvía a casa luego de una tarde de caza con sus amigos... me violó frente a mi hermano menor.
Eso sorprendió a Hannah, que pronto había dejado de llorar para escuchar el relato de su mate.
— Él lo hacía cada vez que podía, con cada descuido de mi mamá... y no tenía vergüenza de su asquerosidad. —Suspiró, ya no le era tan duro contar esas cosas, pero las heridas seguían intactas. — Se robó mi inocencia miles de veces... y yo lo dejé. —Se acomodó en la cama quejándose un poco y miró a Hannah a los ojos para tomar el valor que le faltaba para terminar de contar todo. — Cuando cumplí quince años, mi hermano se unió a mi papá... y siguió sus pasos como un ser repugnante y odioso, tal como papá.
— No le digas papá... un padre no hace esas cosas Alice. —Le abrazó, escuchando un pequeño quejido por su parte. — Lo siento, sólo te hago daño... literal, en las dos formas.
— Hannah... no me haces daño. —Sonrió y acarició su mejilla. — Me traes más felicidad que cualquier persona que hubiese conocido en mi vida... aunque te conozco poco. Eres lo único que tengo... sé que eres la única que no me quiere hacer daño.
— Huyamos. —Pidió, a lo que Alice comenzó a negar con la cabeza. — Alice, no quiero que te quedes aquí con ese... no quiero que pase lo mismo, no quiero que él te toque, ¡sólo yo debo y puedo hacerlo porque yo sí tengo tu consentimiento! ¡Él no!
— Baja la voz, Han. —Alice le quedó viendo en silencio, como pensando. — Si huimos estamos perdidas. Mi hermano es mucho más fuerte que yo... no podré hacer nada para defendernos. Es imposible.
— Pero yo puedo hacerlo, puedo defendernos.
— Hannah...
— ¡Yo sé que puedo!
— ¡Basta, basta! —Alice suspiró algo desesperada. — ¿¡Qué no entiendes!? ¡No quiero perderte, él nos puede matar con el maldito meñique si quiere!
Eso tomó por sorpresa a la de cabellos morados, que sólo bajó la mirada y se levantó de la cama bruscamente para salir de la cabaña.
— Oh Diosa Luna, por favor que no lo haga... —La de cabellos cafés se levantó de la cama quejándose del dolor y comenzó a vestirse haciendo muecas de dolor. —Por favor, Hannah.
...
Hannah salió de la cabaña y comenzó a caminar a paso rápido hacia la cabaña del hermano de Alice, Alan. Su mirada era fría y algo sádica, iba a matarlo... y haría que Alice viviera feliz sin ese idiota en su camino.
Cuando llegó, derribó la puerta dando un buen puñetazo en ella.
— ¡Sal de tu guarida, maldito maricón violador de mujeres! —Una risa tenebrosa se oyó por el lugar, pero ella no le tenía miedo. — ¡Quiero ver si eres tan hombre para pelear conmigo!
— Parece que Alice no entendió el mensaje... —Alan salió de su habitación sin camiseta, sólo estaba en pantalones cortos. — Ahora verá las consecuencias que trae que intenten algo contra mí.
Con enojo tomó a Hannah por los cabellos, a lo que ella le dio un rodillazo justo en la entrepierna. Su quejido fue tan fuerte como para hacer reír a Hannah.
— Oh vamos, no somos chicas de secundaria... ¿En serio empiezas por agarrarme el cabello? —Justo en el momento que él cayó al suelo lo pateó con brusquedad haciendo que se queje de dolor. — Maldito asqueroso... ¿o debería decir asquerosa? Sólo las mujeres empiezan con esos trucos sucios.
Le pateó en el rostro con rencor, y justo cuando estaba a punto de dejarlo inconsciente un hombre la tomó por detrás apuntando un arma a su cabeza.
— ¡Suéltenla! —Alice gritaba y pataleaba en contra de los hombres que la tomaban por los brazos para meterla a la cabaña a la fuerza. — ¡A ella no la metas en esto, Alan!
Pusieron un cuchillo de plata en el cuello de Hannah a la vista de Alice, ella no tardó en callarse para entrar en pánico silenciosamente.
— Será mejor que me escuchen las dos. —Alan se levantó del suelo con sus heridas curadas y miró a ambas mujeres con rencor. Aún así, se dirigió a Hannah. — Haré lo que yo quiera con ella, ¿quieres que te lo demuestre?
Hannah escupió en la cara del horroroso hombre diciendo miles de maldiciones en casi todos los idiomas disponibles. Él no hizo más que reír y limpiarse la cara haciendo una mueca de asco.
— Eres igual de idiota que mi hermana.
☆♡☆♡☆♡☆
Aviso: Seguramente verán que las actualizaciones van a ser más lentas, van a tener que disculparme pues es por la llegada de las clases.¡Gracias por leer! Nos vemos en el próximo capítulo.
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La Pesadilla de Alice
WerewolfA Alice no le gusta la idea de tener un mate. No ve necesario que alguien a quien no quiere ver la acompañe en el trayecto de su vida. Huyó de su aldea con esa simple excusa. El de no querer seguir con esas tradiciones. Todos estuvieron de acuerdo c...